jueves, 20 de septiembre de 2012

WILMER CHIQUIN SANCHEZ, CARMEN, UNA VENEZOLANA COMO MUCHAS

Carmen es una  mujer humilde,  fruto de  un típico  hogar pobre venezolano: un padre que no conoció y una madre incapaz de  proveer  las  cosas  básicas  que  necesita la educación de sus hijos.  Desde  los  doce  años tuvo que defenderse sola, lavando y cosiendo ropa y empleándose como  doméstica en casas de  familias  con status social relativamente mejor que el suyo.
No es la típica venezolana que emigra a un país extraño, no tiene la preparación ni la educación para   desempeñar un trabajo estable, y sin embargo, dejó su país buscando un presente más seguro y un mejor futuro para ella, su hija y sus dos nietos.

Hoy Carmen está en México. Se vino a la aventura. Trabaja en lo que puede, vende cuanto producto se pueda vender y mantiene dignamente un hogar sin padre. Desde que la conozco no la he visto descansar, y me dice que ya está acostumbrada porque así ha sido toda su vida.

Hace unos días, antes de clase, conversamos y Carmen me contó de cuando vivía en Caracas,  a media cuadra de Miraflores. Me contó que el día del intento de golpe de estado de 1992, liderado por el hoy presidente de Venezuela, una bomba lanzada contra Miraflores por un avión insurrecto, se clavó en la calle, justo frente a la puerta del edificio donde vivía, y milagrosamente no explotó, porque hubiera matado a más de veinte personas.

Me contó que tras diecinueve años de vivir en el mismo apartamento tuvo que mudarse, para huir de los “comandos revolucionarios” que le preguntaban, cada vez que iba a su casa, “Eres chavista?” y su respuesta siempre era; “Si no trabajo no como”. Me dijo que una vecina, cansada de ser acosada, les respondió con insultos hacia un régimen que ya comenzaba a mostrarse dictatorial, y que el apartamento de esa vecina fue saqueado esa misma noche, y no hubo víctimas porque la vecina y su familia no estaban en casa en ese momento.

Así que Carmen se llevó a su familia un poco más lejos, a La Pastora, donde el terror revolucionario no campeara. 

Una sola frase, salida de los labios de esta humilde mujer, me estremeció. Me dijo “Yo no sé nada de política, pero quiero que gane Capriles para que ya no haya odio entre hermanos venezolanos”
Una frase que resume, en palabras llanas y directas, lo que más de uno expresa con argumentos de todo tipo.

Carmen no tiene formación política, ni ha estado inscrita en ningún partido. No conoce la trayectoria de los candidatos a estas elecciones en Venezuela, pero conoce los efectos de este régimen en su familia, en su humilde núcleo, en su sociedad. Ella quiere que gane Capriles para no seguir sufriendo el exilio y volver a su casa, a su ciudad, a su país. Carmen quiere abrazar de nuevo a los suyos.

Carmen quiere ser venezolana, como siempre lo fue, antes de que el resentimiento de un desadaptado social se impusiera como norma de conducta de estado.

Carmen necesita nuestro voto para regresar a Venezuela.

No se lo podemos negar.

                                                                                                          
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