viernes, 21 de septiembre de 2012

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, EL FINAL SE ACERCA

Pueden intentar darle un palo a la lámpara, como se dice popularmente, una patada a la mesa, pero no lograrán alterar la voluntad general de la nación, favorable al cambio sin retroceso que Capriles representa. Sería peor para ellos y muy malo para el país. Existe un rechazo universal al clima de violencia

Los días ya pueden contarse en horas y minutos. Se trata de una cuenta regresiva trágica para el régimen de Hugo Chávez. “No hay historia de piratas que tenga un final feliz”, nos recuerda la canción de Joan Manuel Serrat.

Ésta tampoco la tendrá. A estas alturas la suerte está echada y los venezolanos tienen clara su intención de voto. No tengo la menor duda con relación al triunfo de la alternativa democrática. Hay votos suficientes para convertir a Capriles en el próximo Presidente de Venezuela. En el alto gobierno, civil y militar, tampoco hay dudas. La angustia que los invade es mala consejera.

El objetivo es tratar de retener el poder a como dé lugar, como sea, con votos o sin votos, apelando a todos los recursos posibles, lícitos e ilícitos, para impedir el desenlace que temen. Saben que unos cuantos tendrán que responder ante la justicia por la multiplicidad de delitos nacionales e internacionales perfectamente cuantificados. En lo estrictamente político serán testigos de la más impresionante labor de rectificación de disparates insólitos del régimen en todos los campos de acción. No lograrán mantenerse en el poder. Tampoco Chávez conservará la presidencia. Se acabó.

El mejor consejo que podemos darles es que preparen seriamente la entrega del poder. Incluso no es exagerado pedirles que faciliten la transición y que civilizadamente el gobierno y la alternativa democrática discutan y acuerden las cosas fundamentales que esa transición exige para que sea exitosa.

Todos estamos obligados a ahorrarle a la nación tensiones y violencia perfectamente evitable e innecesaria. Nosotros no propiciaremos situaciones de esta naturaleza, pero es bueno que los jefes del alto gobierno sepan que estamos preparados para hacer respetar el triunfo y combatir en el terreno que sea necesario.

Pueden intentar darle un palo a la lámpara, como se dice popularmente, una patada a la mesa, pero no lograrán alterar la voluntad general de la nación, favorable al cambio sin retroceso que Capriles representa.

Sería peor para ellos y muy malo para el país. Existe un rechazo universal al clima de violencia, de calumnias e infamias que el régimen pretende desatar para sembrar miedo y temores que inhiban a la población con relación al voto. La guerra sucia de los últimos días se le ha revertido al régimen. Sigue en caída libre, mientras que el crecimiento ascendente de Capriles es notorio e irreversible.

Sigamos adelante, sin caer en provocaciones ni dejarnos arrastrar al complejo cloacal, al chiquero, en que los “expertos” en guerra sucia quieren convertir el final de esta campaña electoral. Capriles ha tenido una conducta admirable. Digna de un jefe de estado. Ha actuado con gran prudencia que nadie confunde con debilidad y con una firmeza que no atropella a nadie, pero que ha servido para levantar la confianza, afianzar la fe y elevar la combatividad democrática en grado superlativo. El momento ha llegado, la hora está cerca. Nunca había sido tan necesario un cambio radical en la conducción de la República.

oalvarezpaz@gmail.com

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