viernes, 21 de septiembre de 2012

OCTAVIO LEPAGE, GUERRA SUCIA

La guerra sucia se adelanta en diversos frentes. Violencia física para impedir o sabotear los actos de campaña de Capriles Radonski, como sucedió con su frustrada visita a la caraqueñísima parroquia de La Pastora
Como el candidato continuista no tiene el consuelo de las encuestas, porque las financia, y sabe que los resultados se acomodan para evitar represalias oficiales que incidan negativamente en el balance de las empresas encuestadoras, ha entrado anticipadamente en la fase de la desesperación. Tal es la explicación de la guerra sucia.
La guerra sucia se adelanta en diversos frentes. Violencia física para impedir o sabotear los actos de campaña de Capriles Radonski, como sucedió con su frustrada visita a la caraqueñísima parroquia de La Pastora. La presencia de saboteadores armados se repitió en el aeropuerto de Puerto Cabello. El helicóptero que lo trasladaba no pudo aterrizar. Capriles buscó un peñero, desembarcó en el muelle y pudo hablar en aquel mitin monumental.
Conviene definir mecanismos idóneos para contrarrestar este saboteo sistemático, a fin de neutralizar probables efectos inhibitorios en los electores menos politizados. Responder con violencia a la violencia es justamente lo que buscan los estrategas del gobierno, empeñados en encochinar la campaña electoral; pero desestimar por completo la provocación también es inconveniente.
Otra manifestación de guerra sucia es la incontenible violencia verbal del presidente saliente. Solo habla para cubrir de improperios al sucesor. Capriles se mantiene en la línea invariable de no responder agresiones verbales ni caer en provocaciones con un argumento respetable: “en mi familia desde chiquito me enseñaron a no faltarle el respeto a los mayores”.
Pareciera, sin embargo, que quizás valga la pena refutar ciertos calificativos, por desorientadores y venenosos. Eso de que lo califique como el “candidato de la anti-patria”, por ejemplo, merece respuesta contundente. Ese calificativo a quien le corresponde es al candidato de gobierno. 
En efecto, ha dejado morir el reclamo sobre el Esequibo por pura politiquería, para ganarse el apoyo de los países del CARICOM. Para seguir congraciándose con Lula se hace el loco frente a situaciones de posibles consecuencias futuras incalculables, como es el hecho de que la vasta zona selvática fronteriza con Brasil se haya convertido en tierra de nadie, donde imponen su voluntad los garimpeiros brasileros, quienes explotan a su antojo los recursos minerales y tratan a los indios como esclavos, masacrándolos como sucedió recientemente con un crecido número de Yanomamis. 
Y por si fuese poco, la entrega total en brazos de Fidel Castro. Le regalamos 100.000 barriles diarios de petróleo (el precio promedio del barril de petróleo es de $100). El financiamiento, a fondo perdido, de refinerías, autopistas, muelles, aeropuertos, etc. Al mismo tiempo están en Venezuela 40.000 cubanos fidelistas, que tienen el control de los servicios de seguridad, de los registros y notarías, de puertos y aeropuertos. Con la peculiaridad que el país que aporta tan elevados montos de recursos no ejerce ni la más mínima influencia en la política cubana, en tanto que los cubanos influyen de manera determinante en la política venezolana.
Hay que sacar a Venezuela de este tremedal político e histórico. Hay un camino.
olepageb@gmail.com

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