Para quienes hemos militado por largo tiempo
en la izquierda radical, no nos sorprenden las tretas y marramucias que por
estos días se nos presentan en el ámbito de la política –mejor dicho
politiquería– durante el final de la campaña electoral.
A escaso tiempo del momento supremo de las
elecciones, 7 de octubre, grupos del oficialismo van adquiriendo consciencia de
la derrota que se les avecina. Cada vez más producen acciones que buscan
enredar la oleada de victorias y aciertos de la campaña de Capriles R. Se nota
la desesperación y eso hace que metan la pata cada vez más, dicho
coloquialmente.
Uno de los aspectos que más ha impactado es
el asunto de los brincos de talanquera, mediante prueba de intentos de entrega
de 200 mil dólares, para el logro de fines mercenarios. Sin pararnos a
preguntar, ¿cómo se pueden repartir dólares si para salir de viaje hay que
pasar un viacrucis para pagar los gastos? Dejo de lado tan importante cuestión.
Creemos que si bien el tema de los dólares es fundamental, más decisivo es lo
relativo a la ética.
Queda claro que tendremos que afrontar la
cuestión de los valores, de la moral y de la ética de manera decidida en una
nueva Venezuela.
¿Por qué titulo la columna con el nombre de
una muy famosa novela? Por cuanto creo que, efectivamente, todo lo que está
pasando está previsto por los propagandistas del sector oficialista, donde la
llamada “guerra sucia” está planificada.
De allí que hay que cuidarse de cualquier
intento por manipular a los ingenuos opositores y a aquellos débiles frente a
la tentación del dinero y el pecado de la codicia, que también los hay. Sí. No
hay novedad en el frente, cuando de alguna manera las cosas que pasan son
esperadas y ocurren en busca de objetivos concretos. Ciertamente, no se puede
predecir “por dónde salta la liebre”, pero indudablemente tendremos que
prepararnos para ese tipo de situaciones sin que nos dé un pasmo.
A estas alturas de la campaña, cuando las
líneas se cruzaron y hay quien va en ascenso-indetenible –mientras el otro va
en caída libre, también indetenible–, hay que prepararse para toda clase de
tropelías y de formas “ocultas de propaganda”, como el libro de Vance Packard.
Siempre hay que ver cómo en la recta final de
un proceso tan complicado como este aparecen elementos que pretenden manipular
y cambiar los hechos logrados a punta de esfuerzo y trabajo.
Periodista/Prof. universitaria
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