viernes, 28 de septiembre de 2012

ERIC EKVALL, LO QUE NINGUNA ENCUESTA DICE

Las encuestas que podríamos calificar de serias muestran que Henrique Capriles goza de una ligera ventaja sobre Hugo Chávez, y la mayoría coinciden en que hay muy pocos indecisos, y por ende la competencia en la recta final de la campaña será muy reñida.
Eso nos dicen los encuestadores. Pero ¿Qué es lo que no dicen?
Primero, pasan por alto el hecho de que en ninguna encuesta hecha en la Venezuela de hoy el encuestado puede sentirse seguro de que sus creencias y opiniones no vayan a engordar algún expediente gubernamental. No solo quienes estudian la historia de regímenes totalitarios saben que estos gobiernos suelen construir detallados archivos sobre qué hacen y qué piensan sus súbditos, como fue el casi de la Stasi en Alemania oriental, la Securitate en Rumania, la KGB en la Unión Soviética y sigue siendo el caso de los servicios de inteligencia cubanos en la Cuba (y la Venezuela) de hoy. Basta ver el noticiero del canal del Estado para darse cuenta de que el gobierno te vigila, te escucha, interviene tus correos electrónicos y busca saber qué pienses, qué dices y con quién andas.
Para que una encuesta tenga validez, se tiene que suponer que el encuestado confía en que sus respuestas serán tratadas con cierta confidencialidad. Por esta razón, en ningún país el encuestador le pregunta el nombre al encuestado. Puede pararse frente a su casa, hacerle la entrevista a través de la reja de su portón, pero sin preguntarle nunca su nombre. Pero en Venezuela, un país donde no hay secretos, donde el Gobierno se da el derecho de meterse en la casa de todo el mundo, para el encuestado quedará siempre la duda. “¿Quién era de verdad ese señor? No me preguntó mi nombre, pero sabe donde vivo. ¿Trabaja de verdad para la empresa Datamatic? ¿O será un agente encubierto del PSUV?”
Es difícil entender por qué en la Venezuela de hoy, los encuestadores serios, profesionales, de larga trayectoria, no reconocen que las técnicas y métodos que utilizan – perfectamente adecuados para países donde se vive en libertad- sencillamente carecen de utilidad en un entorno político-social híper-autoritario como el nuestro.
¿Se pueden hacer encuestas en un país así ? Claro que sí, pero como debe ser bien obvio, no se puede confiar en los resultados, a menos que se les apliquen métodos que permitan interpretar de manera confiable esos resultados.
CUANDO LOS ENCUESTADOS MIENTEN
A inicios de la campaña presidencial de Manuel Rosales en 2006,  la prestigiosa encuestadora norteamericana Penn Schoen Berland diseñó un experimento para testear la hipótesis de que el encuestado, cuando duda de que su identidad sea mantenida en confianza, tiende a mentir al encuestador. No entraré en detalles sobre cómo fue diseñado y ejecutado este experimento en este artículo. Quienes quieren saber más sobre ello pueden leer un artículo que escribí hace seis meses sobre el tema en http://porlaconciencia.com/?p=3458.
En resumen, Penn Schoen Berland descubrió que había una brecha de 14 puntos entre la encuesta hecha a puerta de casa y la que garantizaba en un 100% el anonimato del encuestado. Esta brecha siempre favorecía a Chávez. Los 14 puntos representaban el cambio en la intención del voto de un 7% de los encuestados quienes, temiendo alguna represalia del gobierno, disimularon su preferencia por Rosales y expresaron que votarían por Chávez. En efecto, el 7% de los encuestados mentía. Douglas Schoen llamó ‘Factor Miedo’ a esta brecha entre la verdad y la mentira.
¿CUÁNTOS MIENTEN HOY?
Hoy faltan instrumentos precisos de medición como los que utilizó Penn Schoen Berland en 2006, y es difícil cuantificar con precisión el grado de miedo que existe en el ambiente político-social actual. Por un lado es un hecho que aunque el gobierno no es más abiertamente represivo que hace seis años, su injerencia en la vida privada de los ciudadanos ha aumentado, y hay  más ciudadanos que nunca en situación de dependencia  del Estado, que son, por ende, más vulnerables a la coacción gubernamental.
El ambiente es más tenso que nunca, pero Chávez está experimentando también un declive irreversible. Por otra parte, Capriles no es ningún Rosales. Inspira más confianza, tiene una relación afectiva extraordinariamente auténtica con lo que se perfila como una clara mayoría del país. Además, muchos venezolanos sienten que ya no tienen nada que perder, que el reino de Chávez ha llegado a su fin; saben que en estas elecciones se está jugando la suerte final de un país y ya no tienen miedo de decirlo abiertamente. Otros, sin embargo, temen perder sus beneficios, su beca, el crédito que espera, o la posibilidad de que le salga una casa en el Kino de la Misión Vivienda. O tienen miedo de ser descubiertos en su intención de voto por el cambio después de haber recibido durante la campaña una nevera o una lavadora.
En junio pasado consulté con uno de los mejores encuestadores políticos del país sobre este tema. Él reconoció que existe un ‘factor miedo’ no reconocido y aún menos contabilizado en todas las encuestas hechas actualmente en Venezuela y opinó que está situado  en un mínimo de 16% y un posible máximo de hasta un 20%. Esto significa que hoy entre 8% y 10% de los encuestados mienten cuando contestan a la pregunta “Si las elecciones fueran hoy ¿Por quién votaría Ud.?”
Si uno analiza las encuestas a través del filtro de un ‘factor miedo’ de 16 a 20 puntos encontrará el verdadero sentir de la calle en este momento. Utilizando la fórmula que consiste en restar entre 8 y 10 puntos a Chávez y sumar entre 8 y 10 puntos a favor de Capriles, el panorama empieza a favorecer dramáticamente a Capriles.  Por ejemplo: los resultados de esta última encuesta de Varianzas donde Chávez le lleva una ventaja a Capriles de 2 puntos, de 49,7% contra 47,7%, se convierten en una ventaja para Capriles de entre 55,7% a 57,7% contra un 39,7% a 41,7% por Chávez.
Más dramática aún es la brecha entre Capriles y Chávez si uno toma como punto de partida los resultados de la última encuesta de Consultores 21, que da un 48,1% a Capriles y un 46,2% a Chávez. Sacando la cuenta con un muy conservador ‘factor miedo’ estimado en 16 puntos, encontramos que Capriles le gana a Chávez  con 56,1% contra 38,2%.
¿No es ésta la correlación de fuerzas que se palpa en Venezuela hoy? Leonardo Padrón describió de manera elocuente hace unos días la extraordinaria sensación que experimentó cuando acompañó a Henrique Capriles en su campaña. No he visto ninguna narrativa similar que emane del mundo chavista. Al contrario, Hugo Chávez en lo personal está sufriendo un visible desmoronamiento moral y físico, y esto se está traduciendo en un deslave en lo político.  Como bien lo describió Luis Manuel Aguana en un recién publicado artículo titulado ‘7O: Punto de inflexión’, estamos frente a un proceso extraordinariamente dinámico, donde se rompen los equilibrios y donde un candidato experimenta un vertiginoso ascenso y el otro una caída que luce prácticamente irreversible. Recuérdese que los resultados de estas últimas encuestas reflejan no el sentir actual del votante, sino el de hace tres a cuatro semanas, cuando empezó el trabajo de campo.
Muchas cosas han sucedido en este país en tres semanas y la prueba está en el hecho, innegable a mi juicio , que Henrique Capriles hoy supera a Hugo Chávez por un margen de 15 a 20 puntos.
Eric Ekvall
@corpstratcom

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