Las encuestas que podríamos calificar
de serias muestran que Henrique Capriles goza de una ligera ventaja sobre Hugo
Chávez, y la mayoría coinciden en que hay muy pocos indecisos, y por ende la
competencia en la recta final de la campaña será muy reñida.
Eso nos dicen los encuestadores. Pero
¿Qué es lo que no dicen?
Primero, pasan por alto el hecho de
que en ninguna encuesta hecha en la Venezuela de hoy el encuestado puede
sentirse seguro de que sus creencias y opiniones no vayan a engordar algún
expediente gubernamental. No solo quienes estudian la historia de regímenes
totalitarios saben que estos gobiernos suelen construir detallados archivos
sobre qué hacen y qué piensan sus súbditos, como fue el casi de la Stasi en
Alemania oriental, la Securitate en Rumania, la KGB en la Unión Soviética y
sigue siendo el caso de los servicios de inteligencia cubanos en la Cuba (y la
Venezuela) de hoy. Basta ver el noticiero del canal del Estado para darse
cuenta de que el gobierno te vigila, te escucha, interviene tus correos
electrónicos y busca saber qué pienses, qué dices y con quién andas.
Para que una encuesta tenga validez,
se tiene que suponer que el encuestado confía en que sus respuestas serán
tratadas con cierta confidencialidad. Por esta razón, en ningún país el
encuestador le pregunta el nombre al encuestado. Puede pararse frente a su
casa, hacerle la entrevista a través de la reja de su portón, pero sin
preguntarle nunca su nombre. Pero en Venezuela, un país donde no hay secretos,
donde el Gobierno se da el derecho de meterse en la casa de todo el mundo, para
el encuestado quedará siempre la duda. “¿Quién era de verdad ese señor? No me
preguntó mi nombre, pero sabe donde vivo. ¿Trabaja de verdad para la empresa Datamatic?
¿O será un agente encubierto del PSUV?”
Es difícil entender por qué en la
Venezuela de hoy, los encuestadores serios, profesionales, de larga
trayectoria, no reconocen que las técnicas y métodos que utilizan –
perfectamente adecuados para países donde se vive en libertad- sencillamente
carecen de utilidad en un entorno político-social híper-autoritario como el
nuestro.
¿Se pueden hacer encuestas en un país
así ? Claro que sí, pero como debe ser bien obvio, no se puede confiar en los
resultados, a menos que se les apliquen métodos que permitan interpretar de
manera confiable esos resultados.
CUANDO
LOS ENCUESTADOS MIENTEN
A inicios de la campaña presidencial
de Manuel Rosales en 2006, la
prestigiosa encuestadora norteamericana Penn Schoen Berland diseñó un
experimento para testear la hipótesis de que el encuestado, cuando duda de que
su identidad sea mantenida en confianza, tiende a mentir al encuestador. No
entraré en detalles sobre cómo fue diseñado y ejecutado este experimento en
este artículo. Quienes quieren saber más sobre ello pueden leer un artículo que
escribí hace seis meses sobre el tema en http://porlaconciencia.com/?p=3458.
En resumen, Penn Schoen Berland
descubrió que había una brecha de 14 puntos entre la encuesta hecha a puerta de
casa y la que garantizaba en un 100% el anonimato del encuestado. Esta brecha
siempre favorecía a Chávez. Los 14 puntos representaban el cambio en la
intención del voto de un 7% de los encuestados quienes, temiendo alguna
represalia del gobierno, disimularon su preferencia por Rosales y expresaron
que votarían por Chávez. En efecto, el 7% de los encuestados mentía. Douglas
Schoen llamó ‘Factor Miedo’ a esta brecha entre la verdad y la mentira.
¿CUÁNTOS
MIENTEN HOY?
Hoy faltan instrumentos precisos de
medición como los que utilizó Penn Schoen Berland en 2006, y es difícil
cuantificar con precisión el grado de miedo que existe en el ambiente
político-social actual. Por un lado es un hecho que aunque el gobierno no es
más abiertamente represivo que hace seis años, su injerencia en la vida privada
de los ciudadanos ha aumentado, y hay
más ciudadanos que nunca en situación de dependencia del Estado, que son, por ende, más
vulnerables a la coacción gubernamental.
El ambiente es más tenso que nunca,
pero Chávez está experimentando también un declive irreversible. Por otra
parte, Capriles no es ningún Rosales. Inspira más confianza, tiene una relación
afectiva extraordinariamente auténtica con lo que se perfila como una clara
mayoría del país. Además, muchos venezolanos sienten que ya no tienen nada que
perder, que el reino de Chávez ha llegado a su fin; saben que en estas
elecciones se está jugando la suerte final de un país y ya no tienen miedo de
decirlo abiertamente. Otros, sin embargo, temen perder sus beneficios, su beca,
el crédito que espera, o la posibilidad de que le salga una casa en el Kino de
la Misión Vivienda. O tienen miedo de ser descubiertos en su intención de voto
por el cambio después de haber recibido durante la campaña una nevera o una
lavadora.
En junio pasado consulté con uno de
los mejores encuestadores políticos del país sobre este tema. Él reconoció que
existe un ‘factor miedo’ no reconocido y aún menos contabilizado en todas las
encuestas hechas actualmente en Venezuela y opinó que está situado en un mínimo de 16% y un posible máximo de
hasta un 20%. Esto significa que hoy entre 8% y 10% de los encuestados mienten
cuando contestan a la pregunta “Si las elecciones fueran hoy ¿Por quién votaría
Ud.?”
Si uno analiza las encuestas a través
del filtro de un ‘factor miedo’ de 16 a 20 puntos encontrará el verdadero
sentir de la calle en este momento. Utilizando la fórmula que consiste en
restar entre 8 y 10 puntos a Chávez y sumar entre 8 y 10 puntos a favor de
Capriles, el panorama empieza a favorecer dramáticamente a Capriles. Por ejemplo: los resultados de esta última
encuesta de Varianzas donde Chávez le lleva una ventaja a Capriles de 2 puntos,
de 49,7% contra 47,7%, se convierten en una ventaja para Capriles de entre
55,7% a 57,7% contra un 39,7% a 41,7% por Chávez.
Más dramática aún es la brecha entre
Capriles y Chávez si uno toma como punto de partida los resultados de la última
encuesta de Consultores 21, que da un 48,1% a Capriles y un 46,2% a Chávez.
Sacando la cuenta con un muy conservador ‘factor miedo’ estimado en 16 puntos,
encontramos que Capriles le gana a Chávez
con 56,1% contra 38,2%.
¿No es ésta la correlación de fuerzas
que se palpa en Venezuela hoy? Leonardo Padrón describió de manera elocuente
hace unos días la extraordinaria sensación que experimentó cuando acompañó a
Henrique Capriles en su campaña. No he visto ninguna narrativa similar que
emane del mundo chavista. Al contrario, Hugo Chávez en lo personal está
sufriendo un visible desmoronamiento moral y físico, y esto se está traduciendo
en un deslave en lo político. Como bien
lo describió Luis Manuel Aguana en un recién publicado artículo titulado ‘7O:
Punto de inflexión’, estamos frente a un proceso extraordinariamente dinámico,
donde se rompen los equilibrios y donde un candidato experimenta un vertiginoso
ascenso y el otro una caída que luce prácticamente irreversible. Recuérdese que
los resultados de estas últimas encuestas reflejan no el sentir actual del
votante, sino el de hace tres a cuatro semanas, cuando empezó el trabajo de
campo.
Muchas cosas han sucedido en este país
en tres semanas y la prueba está en el hecho, innegable a mi juicio , que
Henrique Capriles hoy supera a Hugo Chávez por un margen de 15 a 20 puntos.
Eric Ekvall
@corpstratcom
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