martes, 18 de septiembre de 2012

ANTONIO JOSE MONAGAS, VULGAR REVOLTIJO ELECTORERO, VENTANA DE PAPEL

VULGAR REVOLTIJO ELECTORERO

Aun cuando pensar en socialismo y actuar desde el socialismo parecieran acciones distintas, son en realidad “cara de la misma moneda”.  Y el problema tiene varias explicaciones aunque no todos conducen al mismo estadio de eventos. El punto está en los inconvenientes que incita el socialismo. Particularmente, cuando dicha concepción política tiene la presunción de identificarse como doctrina propia del siglo XXI. De entrada y de cara a la dilucidación pretendida, el problema se suscita toda vez que la historia política contemporánea ha demostrado, hasta la saciedad, las precariedades que animan su praxis. Precariedades éstas que además de limitar libertades, excluyen derechos fundamentales lo que deviene en una situación caracterizada no sólo por carencias. Peor aún, por las fobias que marcan toda idea capaz de adelantar una propuesta que realmente responda a necesidades comprometidas con la democracia.
Este es el problema que ha venido padeciendo el oficialismo desde que entendió que su proyecto ideológico comenzaba a declinar. En consecuencia, dejaron ver las debilidades que hacían frágil tanto su estructura como su funcionalidad. De esa forma, las decisiones tomadas por el alto gobierno perdieron apoyo no sólo del fuero interno lo que incitó la fractura que hoy tiene abatida la unidad del PSUV por lo cual se elaboraron propuestas que, por contradictorias, dieron al traste con la institucionalidad democrática del país. También del ámbito externo, razón por la cual se forzaron mecanismos políticos para irradiar una apariencia que poco llegó a corresponderse con la imagen de consistencia del país que pretendió en todo momento hacer ver el cenáculo gubernamental en el escenario nacional e internacional.
Ante la campaña presidencial en curso, el oficialismo ha reconocido que su derrota es inexorable. No habrá vuelta atrás para reparar el daño que la gestión gubernamental le ha propinado al país. Tampoco podrá recuperarse lo que dejó de hacerse pues el tiempo no admite retorno. Ni pintándolo de rojo. Esta situación puso de cabeza al régimen. Tanto, que el desasosiego sufrido ha provocado maniobras de corte fascista relacionadas con el hecho de sembrar miedo, plantar terror en la población. Cuando en el fondo, el miedo lo padece quienes han comprendido que sobre sus “cabezas rojas” caerá el peso de la ley. El cargo de una justicia insobornable que no se compadecerá de nimias excusas para distraer las acciones penales que indefectiblemente recaerán sobre funcionarios de la más alta calaña.

El miedo tiene al oficialismo atrapado en ideas que sólo pueden emprenderse cuando la cizaña, la prevaricación y la alevosía son aprovechadas como recursos de acción. De ahí que sus diligencias electorales reflejan una fobia cuya aversión está signada por estados de cobardía, desvergüenza, recelo, desconfianza y de ojeriza. En consecuencia, la gente del régimen se ve asediada por fantasmas renacidos de sus propias incapacidades. Fantasmas elucubrados a la sombra del miedo a ser vencido. Pero además, del miedo a los problemas legales y a las sanciones que deberán afrontar. Del miedo a lo nuevo, a los cambios que el nuevo gobierno sabrá imponer a favor de la institucionalización de la democracia. Del miedo a la figura del número siete (7-O) toda vez que es augurio de evolución y renovación. Del  miedo a ser vencido mediante la forma más enjundiosa posible: el voto popular, directo y secreto. Del miedo al progreso que regirá el país en aras de su desempeño social y económico. Tantos miedos macabros acosan al oficialismo al extremo que su campaña electoral terminó convirtiéndose en unvulgar revoltijo electorero.

                      VENTANA DE PAPEL

¿FUNCIONARIOS “SANTURRONES”?

SEPULCROS BLANQUEADOS
La Biblia dice: “Sed Santos porque YO soy Santo”. Es una expresión del deseo de Dios para sus hijos. Pero Su Palabra también expresa que: “A todos los que le aman, a todos los que le siguen, se les dará potestad de ser llamados Hijos de Dios”. Esto significa que para entrar en la categoría de “Hijos de Dios”, hay que conocer, seguir y realizar Su Augusta Voluntad. Pero quienes viven pensando en el agravio, buscan infundirle al vecino, coterráneo o semejante lo peor. Sólo para simpatizar políticamente con quien detenta el poder. Pero así no podrían alcanzar los méritos necesarios para arrogarse ser “Hijo de Dios”. Menos para pensar en ser “Santo”. Si acaso, “santurrón”. O sea, ni “Santo ni tampoco “Beato”. Puede que “beodo” si lo sea.
En la vida política, esta categoría está atiborrada de personas que aparentan estar por encima de las paradojas mundanas. La posición o el escaño que estos “santurrones” han llegado a ocupar, más por oportunismo que por derecho o por virtudes profesionales, pareciera purificarlos ante todo pecado, acto de envilecimiento o actitud de mala fe que puedan estar cometiendo. De manera que basta con ser presidente de la Asamblea Nacional, ministro de cualquier despacho ejecutivo, presidente de alguna organización pública estatal o diputado de la bancada oficialista, para estar resguardado de todo acto ilícito aunque incurra en prácticas desviadas de toda legalidad. 
Resulta que, ante lo vivido por Juan Carlos Caldera, ahora todos los oficialistas son “santurrones”. ¿De qué han valido las acusaciones de corrupción introducidas ante el Ministerio Público contra alguno de estos personajes de marras, las de dolo o las de  abuso de autoridad o de poder que descargan sobre el presidente saliente? Pues nada. Pero cómo, si ahora todos sonfuncionarios “santurrones”.

OBRAS QUE HABLAN, PALABRAS QUE CONSTRUYEN
Desde el poder político, se tiñen realidades con la única intención de coaccionar. Inclusive, de condenar sin razón alguna. Sólo por el hecho de ganar indulgencia ante quien usurpa el poder. El problema que se ha suscitado en la ciudad de Mérida, tanto como en otras por la basura acumulada, revela un conflicto que políticamente se explica como la divergencia entre perspectivas sin cauce alguno que unifique criterios. Aunque en aras de la resolución, se dice jocosamente que la razón no la tiene “ni el uno ni el otro, sino ambos al mismo tiempo”. El caso es que se ha opinado desde los medios y entre vecinos, que el problema de la basura es “culpa del Alcalde de la ciudad”. Ante todo, debe obtenerse la información de primera fuente para así inferir opiniones ecuánimes. 
El problema de la basura en Mérida se inició en 2011 cuando al Alcaldía envía el proyecto de presupuesto a la Cámara Municipal para su consideración y debida aprobación. Al parecer, los Concejales gubernamentales vieron tal número de inconvenientes que desistieron de su aprobación. En su defecto, elaboraron otro lo cual no es de su competencia generándose así un primer atasco que derivó en fuertes diferencias con la Alcaldía. No hubo otra salida para la gerencia del Municipio, que la reconducción del presupuesto anterior. No obstante, se plantearon fórmulas de conciliación que terminaron acordando un nuevo presupuesto el cual nunca se concretó por cuanto fueron “extraviadas” las actas que demostrarían su realidad. El tiempo siguió su curso y había que procesar decisiones que se acumulaban encadenando importantes problemas. Algunas de estas determinaciones encauzaron soluciones. Otras, sólo animaron problemas hacinados. 
La basura fue uno de ellos. Sobre todo, luego que la empresa Urbaser se aproximaba a la finalización de su contrato con la Municipalidad en Junio 2012. La Alcaldía adopta entonces medidas dirigidas a paliar la problemática, pero la inercia de la basura colapsó las capacidades de recolección ya bastantes deficitarias. Había que decretar “emergencia  ambiental del Municipio”. La empresa Fospuca, que presta el mismo servicio para el municipio Chacao, quiso colaborar. Comenzaron a darse unos saltos en la acumulación de la basura lo cual indicó el tope de la misma. Esto fue aprovechado por afectos al gobierno para afear la ciudad regándola por calles y avenidas. Mientras esto sucedía, el Alcalde logró el apoyo de Cáritas de Venezuela, organización de la Iglesia Católica, y algunas empresas, comunidades y estudiantes de la ULA para solventar las consecuencias de ello. Se consiguió amainar un tanto la situación. 
No obstante, los adeptos al régimen han creído que ensuciando a Mérida se crucifica políticamente al Alcalde. Bajo esta premisa, lograron que un Tribunal Penal del Ambiente lo condenara de manera arbitraria, sin derecho a la defensa. Al mismo tiempo el gobierno central, ha hecho alarde de sus capacidades pero sin mayores resultados. Se ha incitado al Alcalde para que asuma decisiones contraproducentes que luego servirían de excusa al oficialismo para terminar de arremeter en su contra. Pero a pesar de todo, el administrador de la ciudad ha continuado resistiendo la vorágine de acciones que afectan la institucionalidad municipal. Es una oportunidad para demostrar que ante esta crisis de mera razón politiquera, hay obras que hablan y palabras que construyen.

@ajmonagas

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