No
siempre los problemas pueden presagiarse. Sobre todo, aquellos determinados por
la naturaleza. Hoy, ya existen alarmas que advierten la inminencia de un
desastre. Los tsunami, por ejemplo, suelen predecirse gracias a la ingeniería
de control y a la telemática.
Sin embargo, hay situaciones que no tanto son
susceptibles de dichos mecanismos. Aunque en cierta forma, puede tenerse
lectura de manifestaciones y reacciones físicas o químicas que exceden valores
normales de presión y temperatura. O de condiciones que revelen cambios bruscos
o inesperados de la materia en proceso. Justamente, la revolución de las
tecnologías de información aplicada a sistemas de procesamiento de combustibles
o carburantes, al perfeccionamiento de tratamientos de cualquier medio físico-químico,
cursos de catalizadores de energía o simplemente de almacenamiento de productos
de la refinación de hidrocarburos o sus derivados, ha logrado dominar los
riesgos que tiempo atrás dependían de la suerte o de alguna intervención
extramuros.
Pero
lo que no ha podido evitarse frente a la posibilidad de generar algún tipo de
accidente técnico o desastre industrial, es cuando la improvisación, el
barullo, la imprudencia o la desidia importuna desvirtúa cualquier realidad
bajo la cual se supeditan no sólo procesos tecnológicos que resultan en la
transformación de algún material indistintamente de su naturaleza. También,
seres humanos comprometidos técnicamente con las razones que determinan las
susodichas realidades. Es acá donde en verdad comienzan los problemas que
terminan finalmente convirtiéndose en factores protagonistas de una tragedia.
Tragedia que además, de alguna manera, es calculada de no respetarse los
debidos protocolos de control, seguridad y protección que en cada caso
sentencia la ingeniería de procesos y riesgos.
La
tragedia de Amuay, tristemente, encarna esta situación caracterizada por la
negligencia de una gerencia pública, representada en PDVSA, que poco o nada
supo sobreponerse a las ya consabidas carencias o insuficiencias señaladas a
través del Informe de Gestión Anual 2011 presentadas ante la Asamblea Nacional
por el propio ministro-presidente de PDVSA quien, a pesar de la ineficiencia
demostrada como responsable de una petrolera que confundió su visión y torció
su misión, es aludido por el presidente (saliente) de la República cuya
indolencia lo llevó al colmo de congratularlo. O sea, de elogiar su labor como
quien, sin contemplación de ninguna especie, dispara a quema-ropa contra una
concurrencia ocupada en entregar lo mejor de sí para provecho de una nación
cuya vida depende del resultado del correspondiente trabajo de producción. Y lo
peor es que tan macabro acto de ensalzamiento al despiadado ministro-verdugo,
lo hace en nombre de un proyecto político anunciado bajo la insoportable bulla
de una propaganda electorera que malogró el sentido de lo que simboliza el
corazón para el sentimiento y esperanza del ser humano.
La
tragedia de Amuay reflejó la improvisación como criterio utilizado por el
régimen para resolver todo. Las bajas causadas por el siniestro, aparte de los
estragos ocasionados a la población aledaña a la refinería, no parecieran haber
importado más de lo que representa la oportunidad de destacar los “favores
gubernamentales” cuando decide paliar el dolor no sólo de forma mediática.
También, apelando a culpables externos de manera miserable. Pues debajo de tan
cruda realidad, el régimen sigue empeñado en hacer de todo contratiempo un acto
político con el macabro interés de expiar las culpas nuevas y acumuladas en
catorce años de impudicia. El drama que vivió Amuay, tuvo un libreto elaborado
bajo la absurda lógica de una tragedia avisada.
VENTANA DE PAPEL
GROSERA
MANIPULACIÓN
Es
iluso pensar que el mundo puede reponerse o derrumbarse sólo por voluntad de un
individuo. Quien así lo crea, no sólo peca de ingenuo. Peor, luce inculto e
ignorante. Sin embargo, la política del egoísmo anima posturas que cabalguen
esa dirección. Esa política del personalismo, no es distinta de la que
distingue al mal llamado socialismo del siglo XXI. Ya lo decía quien fuera
Primer Ministro británico, Sir. Winston Churchill: “El socialismo es la
filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, la prédica de la envidia. Su
virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.
Cabe
asomar esta advertencia después de haber escuchado al presidente (saliente)
Hugo Chávez augurando un futuro negro para el país si pierde el 7-O. En lo
concreto profirió que “si la burguesía volviera a gobernar Venezuela, se
volvería a hundir la economía y el pueblo en la miseria (…) comenzaría un
proceso de desestabilización porque la burguesía pretendería quitarle al pueblo
lo que ha conseguido y el pueblo no lo permitiría” (Declaración desde Maracaibo
de Hugo Chávez a Venezolana de Televisión, VTV, el pasado 22 de Julio). De
hecho tan descocada insinuación no tiene otra intención que la de convencer que
sólo su gestión tiene justificación como acto de gobierno.
Tremenda
mentira. Falaz engaño éste. Es la única táctica bajo la cual enrumba su campaña
electoral. No sólo mintiendo, sino además ofendiendo e insultando a quien no se
rinda ante su opulencia. Pero para aludir a la violencia que prima las cárceles
y calles del país, no exclama nada lo que pareciera traducir su consentimiento
en que el miedo se imponga para así actuar desde sus trincheras. Todo esto
incita gran repulsión cuyo resultado se verá reflejado a través del
voto-castigo que recibirá el régimen en las urnas electorales. Es difícil
soportar un gobernante que todo lo vea con una grosera manipulación.
¿SIMULACRO
O PICARDÍA ELECTORAL?
La
ciencia política ha tomado de otras disciplinas, no sólo términos. También
procesos. Hoy se habla de ingeniería electoral tanto como de organización
electoral. La Administración, por ejemplo, ha proporcionado tanto conceptos,
como métodos de los que se vale la praxis política para medir el impacto de
determinados efectos. Entre otros, los que implica una elección. Precisamente,
para graduar y evaluar el comportamiento de variables que pudieran alterar el curso
regular del proceso de votación. Sobre todo, cuando el mismo está dirigido por
sistemas telemáticos que conducen datos en tiempo real lo cual afianza la
seguridad y rapidez que dicho proceso exige.
Este
domingo, el Consejo Nacional Electoral, volvió a montar el simulacro electoral
luego de haberlo aplazado por obvias razones de solidaridad con quienes
perdieron su vida en el desastre de Amuay el pasado sábado. Aunque debe
asumirse que el mismo verificará procedimientos relacionados con la instalación
de las mesas, operatividad de la herradura del cómo votar, tiempos para
sufragar, mecanismos de contingencia para subsanar cualquier falla en los
equipos de la plataforma automatizada, sistema de transmisión, mecanismos del
voto y del escrutinio. Aún así, no deja de ser oportuno observar cualquier
desliz que pueda infiltrarse como parte de una logística la cual sólo será
velada por funcionarios electorales y del Ministerio Público. Que dicho evento
electoral no vaya a arrojar resultados de la participación esperada, ni tampoco
actas de totalización, no significa que pueda encubrir alguna oscura y
maniobrada intención. Así que hay que estar “ojo a visor” para evitar la duda
de si es simulacro o picardía electoral.
¿CIUDAD
BASURA?
El
desarrollo urbanístico ha contextualizado distintos conceptos para referir
ciudades según su utilidad, propósito y relación con condiciones colaterales.
La ciencia ficción, por su lado, ha tendido al mismo objetivo. Acuñó el término
“ciudad gótica” para reseñar el emplazamiento urbano propio para historiar las
aventuras de Batman, el hombre murciélago. El populismo, no se ha quedado
atrás. Ha logrado calificar ciudades con el fin de ubicarlas de acuerdo al
alcance de los beneficios que arroje a intereses políticos en curso. Al momento
actual, se maneja una tipología bastante significativa. Por ejemplo, se tienen
ciudades dormitorios, itinerantes o flotantes, alcabalas, etc. Sin embargo dado
el impacto de latentes problemas, recién se estableció una denominación para
destacar aquellas urbes que han apostado a la contaminación ambiental a través
de la basura que acumulan sus calles y principales edificaciones.
Ahora
no sólo es Caracas. Mérida siguió su ejemplo. Tanto que las Cinco Águilas
Blancas, apestan a kilómetros de distancia. Ahora se habla de las Cinco Águilas
Negras, además enfermizas por la peste que provoca la inmundicia que adorna a
Mérida. Y no es porque no quiera entenderse la discordia entre factores
políticos, sumado al equivocado afán por retener el poder que igualmente tiene
enfermo a estos gobernantes. Lo que no se admite es la ausencia de voluntad y
carencia de higiene, inclusive de estética y ética pública, para actuar en
función de lucir a Mérida como la Ciudad de Los Caballeros pulcros y educados. ¿O es que ahora Mérida es Ciudad Basura?
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