lunes, 3 de septiembre de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ABSURDA LÓGICA DE UNA TRAGEDIA AVISADA, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

No siempre los problemas pueden presagiarse. Sobre todo, aquellos determinados por la naturaleza. Hoy, ya existen alarmas que advierten la inminencia de un desastre. Los tsunami, por ejemplo, suelen predecirse gracias a la ingeniería de control y a la telemática. 

Sin embargo, hay situaciones que no tanto son susceptibles de dichos mecanismos. Aunque en cierta forma, puede tenerse lectura de manifestaciones y reacciones físicas o químicas que exceden valores normales de presión y temperatura. O de condiciones que revelen cambios bruscos o inesperados de la materia en proceso. Justamente, la revolución de las tecnologías de información aplicada a sistemas de procesamiento de combustibles o carburantes, al perfeccionamiento de tratamientos de cualquier medio físico-químico, cursos de catalizadores de energía o simplemente de almacenamiento de productos de la refinación de hidrocarburos o sus derivados, ha logrado dominar los riesgos que tiempo atrás dependían de la suerte o de alguna intervención extramuros.

Pero lo que no ha podido evitarse frente a la posibilidad de generar algún tipo de accidente técnico o desastre industrial, es cuando la improvisación, el barullo, la imprudencia o la desidia importuna desvirtúa cualquier realidad bajo la cual se supeditan no sólo procesos tecnológicos que resultan en la transformación de algún material indistintamente de su naturaleza. También, seres humanos comprometidos técnicamente con las razones que determinan las susodichas realidades. Es acá donde en verdad comienzan los problemas que terminan finalmente convirtiéndose en factores protagonistas de una tragedia. Tragedia que además, de alguna manera, es calculada de no respetarse los debidos protocolos de control, seguridad y protección que en cada caso sentencia la ingeniería de procesos y riesgos.

La tragedia de Amuay, tristemente, encarna esta situación caracterizada por la negligencia de una gerencia pública, representada en PDVSA, que poco o nada supo sobreponerse a las ya consabidas carencias o insuficiencias señaladas a través del Informe de Gestión Anual 2011 presentadas ante la Asamblea Nacional por el propio ministro-presidente de PDVSA quien, a pesar de la ineficiencia demostrada como responsable de una petrolera que confundió su visión y torció su misión, es aludido por el presidente (saliente) de la República cuya indolencia lo llevó al colmo de congratularlo. O sea, de elogiar su labor como quien, sin contemplación de ninguna especie, dispara a quema-ropa contra una concurrencia ocupada en entregar lo mejor de sí para provecho de una nación cuya vida depende del resultado del correspondiente trabajo de producción. Y lo peor es que tan macabro acto de ensalzamiento al despiadado ministro-verdugo, lo hace en nombre de un proyecto político anunciado bajo la insoportable bulla de una propaganda electorera que malogró el sentido de lo que simboliza el corazón para el sentimiento y esperanza del ser humano.

La tragedia de Amuay reflejó la improvisación como criterio utilizado por el régimen para resolver todo. Las bajas causadas por el siniestro, aparte de los estragos ocasionados a la población aledaña a la refinería, no parecieran haber importado más de lo que representa la oportunidad de destacar los “favores gubernamentales” cuando decide paliar el dolor no sólo de forma mediática. También, apelando a culpables externos de manera miserable. Pues debajo de tan cruda realidad, el régimen sigue empeñado en hacer de todo contratiempo un acto político con el macabro interés de expiar las culpas nuevas y acumuladas en catorce años de impudicia. El drama que vivió Amuay, tuvo un libreto elaborado bajo la absurda lógica de una tragedia avisada.

VENTANA DE PAPEL

GROSERA MANIPULACIÓN

Es iluso pensar que el mundo puede reponerse o derrumbarse sólo por voluntad de un individuo. Quien así lo crea, no sólo peca de ingenuo. Peor, luce inculto e ignorante. Sin embargo, la política del egoísmo anima posturas que cabalguen esa dirección. Esa política del personalismo, no es distinta de la que distingue al mal llamado socialismo del siglo XXI. Ya lo decía quien fuera Primer Ministro británico, Sir. Winston Churchill: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, la prédica de la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Cabe asomar esta advertencia después de haber escuchado al presidente (saliente) Hugo Chávez augurando un futuro negro para el país si pierde el 7-O. En lo concreto profirió que “si la burguesía volviera a gobernar Venezuela, se volvería a hundir la economía y el pueblo en la miseria (…) comenzaría un proceso de desestabilización porque la burguesía pretendería quitarle al pueblo lo que ha conseguido y el pueblo no lo permitiría” (Declaración desde Maracaibo de Hugo Chávez a Venezolana de Televisión, VTV, el pasado 22 de Julio). De hecho tan descocada insinuación no tiene otra intención que la de convencer que sólo su gestión tiene justificación como acto de gobierno.

Tremenda mentira. Falaz engaño éste. Es la única táctica bajo la cual enrumba su campaña electoral. No sólo mintiendo, sino además ofendiendo e insultando a quien no se rinda ante su opulencia. Pero para aludir a la violencia que prima las cárceles y calles del país, no exclama nada lo que pareciera traducir su consentimiento en que el miedo se imponga para así actuar desde sus trincheras. Todo esto incita gran repulsión cuyo resultado se verá reflejado a través del voto-castigo que recibirá el régimen en las urnas electorales. Es difícil soportar un gobernante que todo lo vea con una grosera manipulación.

¿SIMULACRO O PICARDÍA ELECTORAL?

La ciencia política ha tomado de otras disciplinas, no sólo términos. También procesos. Hoy se habla de ingeniería electoral tanto como de organización electoral. La Administración, por ejemplo, ha proporcionado tanto conceptos, como métodos de los que se vale la praxis política para medir el impacto de determinados efectos. Entre otros, los que implica una elección. Precisamente, para graduar y evaluar el comportamiento de variables que pudieran alterar el curso regular del proceso de votación. Sobre todo, cuando el mismo está dirigido por sistemas telemáticos que conducen datos en tiempo real lo cual afianza la seguridad y rapidez que dicho proceso exige.

Este domingo, el Consejo Nacional Electoral, volvió a montar el simulacro electoral luego de haberlo aplazado por obvias razones de solidaridad con quienes perdieron su vida en el desastre de Amuay el pasado sábado. Aunque debe asumirse que el mismo verificará procedimientos relacionados con la instalación de las mesas, operatividad de la herradura del cómo votar, tiempos para sufragar, mecanismos de contingencia para subsanar cualquier falla en los equipos de la plataforma automatizada, sistema de transmisión, mecanismos del voto y del escrutinio. Aún así, no deja de ser oportuno observar cualquier desliz que pueda infiltrarse como parte de una logística la cual sólo será velada por funcionarios electorales y del Ministerio Público. Que dicho evento electoral no vaya a arrojar resultados de la participación esperada, ni tampoco actas de totalización, no significa que pueda encubrir alguna oscura y maniobrada intención. Así que hay que estar “ojo a visor” para evitar la duda de si es simulacro o picardía electoral.

¿CIUDAD BASURA?

El desarrollo urbanístico ha contextualizado distintos conceptos para referir ciudades según su utilidad, propósito y relación con condiciones colaterales. La ciencia ficción, por su lado, ha tendido al mismo objetivo. Acuñó el término “ciudad gótica” para reseñar el emplazamiento urbano propio para historiar las aventuras de Batman, el hombre murciélago. El populismo, no se ha quedado atrás. Ha logrado calificar ciudades con el fin de ubicarlas de acuerdo al alcance de los beneficios que arroje a intereses políticos en curso. Al momento actual, se maneja una tipología bastante significativa. Por ejemplo, se tienen ciudades dormitorios, itinerantes o flotantes, alcabalas, etc. Sin embargo dado el impacto de latentes problemas, recién se estableció una denominación para destacar aquellas urbes que han apostado a la contaminación ambiental a través de la basura que acumulan sus calles y principales edificaciones.

Ahora no sólo es Caracas. Mérida siguió su ejemplo. Tanto que las Cinco Águilas Blancas, apestan a kilómetros de distancia. Ahora se habla de las Cinco Águilas Negras, además enfermizas por la peste que provoca la inmundicia que adorna a Mérida. Y no es porque no quiera entenderse la discordia entre factores políticos, sumado al equivocado afán por retener el poder que igualmente tiene enfermo a estos gobernantes. Lo que no se admite es la ausencia de voluntad y carencia de higiene, inclusive de estética y ética pública, para actuar en función de lucir a Mérida como la Ciudad de Los Caballeros pulcros y educados. ¿O es que ahora Mérida es Ciudad Basura?

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