Uno de los principios que comparten todos los organismos de inteligencia del mundo es el que “quien traiciona una vez, traiciona dos”. Bajo este principio se trata a quienes venden los secretos de sus países, tomando como cierto que si lo han hecho una vez lo volverán a hacer por las razones que sean, aunque primordialmente se trate de motivaciones pecuniarias. A tales traidores se les utiliza como a la caña de azúcar; se les exprime, se aprovecha el jugo y luego el bagazo va a la basura. Demás está decir que a estos personajes se les alaba hasta tener los resultados deseados y luego son objeto del más profundo desprecio para parte de sus manejadores…
Bajo esta misma figura aparecen los “traidores” que, lejos de serlo, entran en situación de infiltrados (los llamados “quintacolumnistas” en la guerra civil española) con el objeto de recoger las informaciones que sea posible para beneficio de su bando. Llamémoslos por su nombre: espías…
Inconcebible me parece que políticos veteranos, avezados en su oficio y en un momento tan singular de nuestra historia, hayan abierto la puerta a cuanto bicho con uña ha alegado haber sido “engañado” por el malhadado presaliente, ¿Nadie tuvo la previsión de prever la evidente y lógica ubicación de infiltrados en su medio…?
Y no uno, ni dos: Arias Cárdenas, David de Lima, Didalco Bolívar y William Ojeda, por solo nombrar cuatro develados en el momento en que el agónico estamento gubernamental lo consideró necesario. ¿Y piensan que son los únicos…? Habría que ser cretino para pensar algo así. Entre el enjambre de “engañados” seguramente no faltarán algunos más, recibidos como “demócratas” sin beneficio de inventario y quienes –gracias a la ¿ingenuidad? opositora- llevan las más precisas informaciones de lo tratado por la oposición a sus sustentadores monetarios. ¿Hace falta recordar lo descubierto en los países de Europa oriental a la caída de regímenes emparentados con el que nos desgobierna?
Y más inconcebible aún es que, con la experiencia que se tiene después de la demise del mundo “socialista” -más exactamente comunista aunque se le tema al uso de esa palabra por temor a la reacción de los “progresistas”- se acepte, de personas experimentadas en el mundo político, que fueron “engañados” por un “teniente coronel con mentalidad de sargento y edad mental de diez años” (Paco Vera, q. e. p. d, dixit) y que se extienda un manto de virginidad a todos estos “engañados”. ¿”Engañados”?, mucho lo dudo…, ahora, si es que no recibieron los nombramientos esperados entonces sí lo son. ¿Cuántos de esos “engañados” estarán a sueldo de los servicios de inteligencia cubanovenezolanos? No lo sé, pero hasta temo tratar de adivinarlo. ¿A alguien en la oposición se le ha ocurrido hacer un detallado screening de todos estos personajes? Si lo hiciera no sería de extrañar que terminara cantando, como Pedro Navaja, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”-
Más preocupante aún es el hecho de que, ante lo que parece una victoria opositora el 7 de octubre, quienes continúan “enconchados” en sus nuevas personae logren penetrar al nuevo gobierno y, desde dentro, trabajar intensamente por su fracaso. ¿Suena conocido? Ya Santayana lo dijo muy claramente: “quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Y no caigamos en la ilusión de que el nuevo gobierno resolvería los problemas heredados desde el día 1; son demasiadas y demasiado graves las cargas que recibirá y muchísimo lo que se deberá trabajar para comenzar a levantar al país de nuevo. Y un infiltrado, con el simple hecho de no hacer cumple su cometido.
Por solo poner un ejemplo, la reestructuración del servicio exterior y de la nueva política exterior será una labor de titanes. A todos los fines habrá que reemplazar a la vasta mayoría de los funcionarios nombrados por Chávez por su ineptitud y desconocimiento del área, y los nuevos funcionarios deberán acometer la laboriosa misión de volver a tejer el encaje de las relaciones deseables y convenientes que reemplacen a las del club de forajidos al cual pertenecemos actualmente.
Y si esto es en el campo de las relaciones internacionales, ¿cómo habrá de ser en campos como vialidad, salud, educación, industria petrolera, agropecuaria, por nombrar algunos, de vital importancia para la nación…? ¿Cómo quedarán las arcas de la república “bolivariana”? ¿Habrá con qué reconstruir o poder planificar lo que necesariamente habrá que hacerse? ¿Alguien tiene una noción del estado real de las finanzas públicas? ¿Existirán en algún lado cifras o estadísticas fidedignas…? ¿Se tomarán las cifras de Giordani, Merentes y Eljuri en serio…? ¿Se ha pensado en tomar las medidas necesarias para impedir la salida del país de tantos corruptos, someterlos a los juicios que el país clama y recuperar lo robado?
No me extrañaría comenzar a oír mil y un llamados a la conciliación, a la hermandad entre venezolanos, a olvidar nuestras “diferencias” y, así, propiciar un ambiente en el cual tanto sinvergüenza se saldría con la suya.
Pero, como ya lo ha demostrado Capriles, habrá que tener una mano muy dura con estos desalmados y hacerles pagar sus delitos conforme a las leyes de la nación. Infiltrados, corruptos, mentirosos… Si es que de verdad queremos una Venezuela grande, claro…
arlossadas@gmail.com
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