miércoles, 5 de septiembre de 2012

ALBERTO ARTEAGA SÁNCHEZ , MATAR POR MATAR,


Matar por matar: Porque matar no implica riesgos, ni sanciones, ya que la impunidad es absoluta

En Venezuela no solo es alarmante el número de homicidios por año -19.000 en 2011- sino las modalidades que ha asumido la violencia como hecho que a todos concierne, no simplemente como "sensación de inseguridad", sino como realidad que nos golpea de manera brutal.

Todos los días la prensa reseña casos de muertes violentas en circunstancias que deben llevarnos a la definitiva toma de decisiones en el ámbito de la Política Criminal: "Lo mataron para robarle el celular", "le dieron muerte a policía para quitarle su arma", "mujer quemó vivo a su exmarido por venganza", "lo mataron después de robarlo, aunque pedía clemencia", "le dispararon más de 20 veces y se llevaron su moto".

Podríamos multiplicar sin límites los titulares de las páginas de sucesos que todos los días golpean nuestra conciencia ciudadana y nos dan a entender que la vida vale tanto como una moto, un celular, un par de zapatos o, simplemente, la afirmación del poder.

Extremadamente grave es la banalización de la vida y de la muerte. Como en las guerras, lo que nos llama la atención no es encontrar a un muerto a la vuelta de la esquina, sino no encontrarlo.

Por otra parte, es necesario e importante resaltar e insistir en las modalidades de los homicidios, en sus motivaciones o móviles. Se mata por matar, porque la vida no vale nada, porque matar se ha convertido en un oficio, porque no es extraño que se cobre por matar y, lo más importante, porque matar no implica riesgos, ni sanciones, ya que la impunidad es absoluta. Nadie se atreve a denunciar, las víctimas sobrevivientes no hablan, los testigos no declaran, la policía y el Ministerio Público se encuentran amarrados y limitados en su labor investigativa y, en definitiva, los tribunales, sin pruebas, lo único que pueden hacer es alargar una prisión preventiva que funciona como pena o dejar en libertad a los imputados para que quede ratificado que el delito no tiene sanción alguna.

Como lo ha dicho, una y otra vez, el Padre Alejandro Moreno, insistiendo en dejar a un lado el académico planteamiento de las "causas" estructurales del delito y admitiendo, por supuesto, que la delincuencia y la violencia obedecen a múltiples factores -individuales y sociales-, hay una poderosa razón que abona el terreno del incremento desaforado del crimen: la inseguridad.

Ninguna sociedad ha descubierto la vacuna contra la violencia y si la descubriera -como en el cuento de Ramón y Cajal- habría que conseguir el antídoto, porque también desaparecerían otras manifestaciones humanas, pero, lo que si constituye una afirmación incontrovertible es que la segura, oportuna y adecuada sanción por el delito cometido es la fórmula más efectiva para que las manifestaciones antisociales disminuyan o se contengan entre límites razonables.

Por supuesto, el clima de absoluta impunidad y desprecio a la ley, que no cumple su función, lleva fácilmente a los extremos aberrantes del desprecio por la vida y a la puerta franca que legaliza la práctica la violencia.

Sin duda, se impone el rescate del valor de la vida, de la ley y que la colectividad perciba que el crimen no paga.

aas@arteagasanchez.com

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.