viernes, 10 de agosto de 2012

GERMAN CABRERA, TOP KITSCH Y PURISMO REVOLUCIONARIO

“Amor y Pasión por Chávez” no es el título de un bolero escrito por alguna insurrecta desaforada, es el slogan de vallas publicitarias que pululan en las carreteras de Portuguesa, Cojedes y Trujillo, firmadas por sus respectivos gobernadores. Especie de Top Kitsch Revolucionario aderezado con ambiguos ingredientes sexuales, demuestra el nivel de adulación  de los dirigentes oficialistas  que son capaces de exponer su recio machismo a la echadera de vaina de los amigotes que en privado comentarán: “Ñooo, ¡¡Lo único que te falta es darle un hijo!!”.
Sin embargo, en medio del cardumen de oportunistas que fungen como cabecillas del gobierno venezolano, tal vez existan aún algunos pocos puristas que, contra toda razón, crean estar haciendo una verdadera revolución.
Eso pensaba mientras leía en El Nacional, el artículo de Fabiola Zerpa, sobre la trayectoria política de Elías Jaua  y sus amigos: de Bandera Roja a la Unión de Jóvenes Revolucionarios, de allí a Unidad 77 y por último a importantes cargos de gobierno.
El gran problema del revolucionario purista es considerar que la humanidad sólo subsistirá a través de La Revolución Socialista. De allí que su objetivo existencial sea “Hacer La Revolución” como sea, aún  montándose sobre el primer disparate que perciba oportuno.
Una vez en las glorias del Poder y bajo el criterio de que “dentro de La Revolución todo, fuera de La Revolución nada”, el purista se vuelve ciego ante las  evidencias de ineficacia, corrupción, autoritarismo y abuso,  y termina siendo (como dice Sergio Ramírez) igual o peor a lo que combatió. La Revolución ya no será herramienta para el cambio sino objetivo en sí misma y perpetuarse en el poder la tarea fundamental.
Tanto nadar en aguas de la insurrección para ahogarse en la orilla del fascismo.
Actualmente Jaua es poderoso; Vicepresidente de la República y   Min. de Agricultura y Tierras coloca en cargos de dirección (Banco Agrícola, PDVAL, Agro Patria, INIA)  a sus compañeros de lucha de antaño, hoy cuarentones obnubilados, que afirman estar “convirtiendo sus sueños en Revolución”.
Resultado de sus políticas agrícolas “revolucionarias”, Venezuela ha dejado de ser un país  cuasi autosuficiente y exportador de alimentos para transformarse en importador compulsivo que cambia dólares petroleros por comida extranjera sin importarle un pito el destino de los productores nacionales. En su afán de erradicar “el capitalismo salvaje”, La Revolución roba fincas productivas, confisca empresas privadas y quiebra la industria nativa, mientras se desvive por demostrar su generosidad comprando a sus socios del Mercosur.
Es más fácil enfrentar a los oportunistas. Son, a la hora de la verdad, más flexibles y adaptables porque actúan conscientes de su avidez y su deshonor. Sólo pensarán en huir.
 Los puristas son más peligrosos, cegados por la ideología continúan embistiendo para justificar su existencia.
Como Robespierre, Pol Pot o el mismo Fidel terminan guillotinando o fusilando a todos aquellos que se le atraviesen, con la meta de construir una sociedad ideal  sobre las cenizas de lo que alguna vez fue un bello país.

                                                                    German_cabrera_t@yahoo.es
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