El oficialismo está desconcertado. Su candidato luce mal, sin
recursos que fortalezcan su retórica baratera y con la visión de una derrota
telegrafiada.
Pero aquí es donde está el peligro. Diseñan una estrategia que
pone de lado los votos, es decir que menosprecia la voluntad de cambio
existente en la nación.
Utilizando groseramente los medios oficiales convierten los números de algunas encuestadoras en instrumento para mantener la idea de la invencibilidad de Chávez. “Con 20 o 30 puntos de ventaja, no puede perder”. Exigen de antemano el reconocimiento de la derrota a la oposición y, en consecuencia, la aceptación del continuismo.
En el Alto Gobierno hay la convicción de que el CNE, la joya
de la corona para el gobierno, independientemente de los resultados, proclamará
el triunfo de su candidato. Cualquier reacción en contrario, así sea con las
actas de todas las mesas en la mano, será denunciado como subversivo intento
para crear inestabilidad. Tratan de convencer especialmente a las fuerzas
armadas, sobre la necesidad de cerrar filas ciegamente al lado de las cuatro
diosas del olimpo que integran el organismo.
Estas ideas se trasmiten como órdenes a la oficialidad.
Chávez no puede perder, hay que respetar y hacer respetar lo que diga el CNE e
impedir, por todos los medios, represión y violencia incluidos, las reacciones
de la oposición por justas que puedan ser. Para esta tarea tratan de organizar
las milicias, los colectivos, el Frente Francisco de Miranda, a los cubanos
cederristas y a toda la fauna paramilitar existente. No importan las
consecuencias. Lo importante es retener el poder a cualquier costo.
Pero, como dice el refrán, “una cosa piensa el burro y otra
el que lo va a montar”. Chávez perderá hasta en los cuarteles. El país está
harto y fatigado. Quiere un cambio en democracia y las mayorías encontraron el
camino. En el mundo militar hay alerta, apego a la Constitución y disposición
para hacerla respetar. En el mundo civil, hay claridad de objetivos, estrategia
definida, decisión de defender el triunfo y coraje para enfrentar a estos
piratas en cualquier terreno. Recordemos la canción de Serrat que dice, ¡“No
hay historia de piratas que tenga un final feliz”!
oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 6 de agosto de 2012
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