La realización de la encuesta en Venezuela está tan integrada
a una flamante industria de manipulación de conciencias como al negocio de
oferta de un servicio comercial. Algunas encuestadoras, operando bajo la égida
del gobierno acaudalado, intentan manipular la opinión pública en una escala
sin precedentes
La encuesta, si bien es un instrumento de configuración
científica, no puede ser neutral sobre todo cuando está referido al área
política. Su designio de contribuir a la elaboración de tácticas de opinión
para la toma de decisiones, a veces no muy ecuménicas, lo convierte en un
sombrío utensilio de manipulación. Investigar opiniones de grupos, por la razón
que fuere, sugiere el talante mental del encuestador pues ello implica una
promesa de acción futura o, lo que no es menos significativo, de provocar inacción
entre los electores que es lo que busca el régimen para incitar la abstención
el 7 de octubre.
La realización de la encuesta en Venezuela está tan integrada
a una flamante industria de manipulación de conciencias como al negocio de
oferta de un servicio comercial. Algunas encuestadoras, operando bajo la égida
del gobierno acaudalado, intentan manipular la opinión pública en una escala
sin precedentes. Lo cierto es que este avío de manejo de conciencias, al arrear
sus banderas hacia una ramplona comercialización, subvierte el necesario
equilibrio político. ¿No están manipuladas las encuestas en Venezuela? Algunos
agentes, muy elocuentes, no tienen recato al declarar que la privanza por el
candidato oficialista está dada por el fervor religioso del pueblo hacia él. Lo
que se busca en el fondo es incitar a los llamados irresolutos a favor del
supuesto ganador fundamentándose en la teoría del efecto arrastre; por cierto
hoy demolida a nivel mundial.
Sería de mucha utilidad para el país conocer los sondeos que
reflejen de manera explícita el ánimo colectivo sobre la ruina de hospitales y
ambulatorios públicos, el caos en las vías terrestres y subterráneas, la acción
criminal de bandas armadas que actúan a la libre, el alto costo de vida, la
escasez de viviendas, la carencia de escuelas, entre otras incidencias. En
sustitución de ello algunos insolentes no dudan en publicar mediciones basadas
en el sentimiento religioso hacia el devastador del país. Ello equivaldría a
aseverar que el pueblo venezolano está afectado por una masiva patología
masoquista.
La encuesta de opinión es un invento social que no debe
analizarse fuera del contexto institucional en cuyo seno funciona. En la
sociedad venezolana de hoy esa pesquisa implica un juicio difuso, por decir lo
menos, en manos del gobierno que la ha transformado en instrumento de maniobra
a su disposición no obstante el estado ruinoso del país. ¿Ha medido el régimen
a lo largo de 14 años el alcance de los estridentes conflictos creados por el
candidato que pretende repetir? De allí que el gobierno omita divulgar la
identidad de los patrocinadores de los sondeos que contrata.
Hoy nadie duda que las encuestas pro oficialistas se originan
en grupos marginales con propósitos claramente demagógicos. Todos sabemos que
el elevado costo de encuestas bien programadas se justifica cuando los
responsables de tomar decisiones se sirven de este instrumento de intercambio
reciproco para atender e identificar los deseos e inclinaciones del público.
Sin embargo no es así. Poco le importa al régimen la acumulación de viejos
conflictos y la creación de otros. Primero, porque no es su prioridad
resolverlos y, segundo, por su demostrada impericia y desbocada corrupción. En
sistemas ciertamente liberales los hacedores de política manejan las encuestas
para tomar decisiones racionales y democráticas; no para agredir.
La democracia exige, como lo está haciendo el futuro
presidente Capriles, que exista una comunicación eficaz y fidedigna entre
gobernantes y gobernados. Las pesquisas dignas permiten que el pueblo exprese
sus inquietudes sin temor a ser reprendidos por exigir sus derechos. ¿No es
acaso el chip zuliano un acto vengativo del poder central contra una región que
adversa al candidato repetido? El que tenga ojos.
miguelbm@movistar.net.ve
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