La primera vez que salí fuera del país fue precisamente el
Viernes Negro de 1983. Asistía a un curso de capacitación técnica de un
software de comunicaciones para grandes sistemas de la compañía para la que
trabajaba. Esa semana había mucha confusión y rumores. La gente estaba muy
nerviosa y buscaban dólares en efectivo porque se decía que el 4,30
desaparecería. Y no estuvieron equivocados. Ese viernes histórico desapareció
en verdad mientras yo volaba rumbo al exterior. Me entere de todo el zaperoco
en Venezuela cuando mis tarjetas no funcionaron en un hotel de la célebre
Dallas, casi a media noche, y si no es porque la compañía en el exterior se
responsabilizó, hubiera dormido en la calle porque lo único que valía para
nosotros era el efectivo.
Y en verdad ese día todos los venezolanos nos
quedamos realmente en la calle en el exterior.
Luego de casi 30 años de ese episodio, y en otras
circunstancias, me siento en el mismo predicamento. Estoy de nuevo fuera del
país, en otro curso de capacitación técnica y la situación del país hace otra
vez que los venezolanos que viajamos por trabajo nos sintamos unos parias en el
exterior.
Nuestros medios de pago igualmente se redujeron al efectivo que te
lleves en los bolsillos. En lugar de mejorar, la situación ha empeorado
significativamente. ¿Y a quién afectó esta decisión? ¿A los políticos quienes
la tuvieron que tomar? No, a nosotros, a la gente común. A mí, que me encontraba
en una ciudad desconocida en el exterior, sintiéndome completamente en la
calle. ¿Fuimos acaso los ciudadanos comunes los responsables de ese desastre?
A este punto, cualquiera podría decirse, bueno, ¿y cuál es la
quejadera de este tipo? ¿Porque no se ha ido todavía? Esa es la salida fácil.
Porque a los venezolanos nos encantan las salidas fáciles. Después de ver fuera
de tu país que sales del hotel y estas en 15 minutos en el sitio de trabajo,
hay colas razonables, el servicio de transporte publico funciona y recogen la
basura, te hace decir ¿Y porque lo que disfruta cualquier ciudadano del mundo
no lo disfrutas tú en tu casa, Venezuela? No puede ser. Así que no es tan fácil
como decir me largo de aquí porque las cosas no funcionan. ¿Porque para un ciudadano
del mundo es normal llegar a su trabajo en 15 minutos y en Caracas debes salir
dos horas antes? Eso se llama calidad de vida. Tenemos que ver porque no
funcionan las cosas y actuar en consecuencia. ¿Y quién lo va a hacer?
Siempre me llama la atención cuando decimos, -y me incluyo
porque a veces me descubro en eso-, "hay que hacer", "deberían
arreglar eso", colocando siempre las cosas en un terreno difuso de
responsabilidad. "Alguien" debe arreglar, "alguien" debe
hacer. Eso nos ha matado porque al final nadie se ocupa. Y eso nos pasa en
todos los órdenes de nuestra vida, desde lo público hasta lo familiar.
Estas reflexiones siempre me asaltan cuando salgo de
Venezuela y comparo en carne y hueso que es lo que quiero para mí, para mi
familia, para mis amigos, para la gente que quiero, para mi país. El desastre
que tenemos en nuestra tierra versus cualquier otra nación con un estándar de
vida decente. Y eso me da ánimos para seguir, para aportar, para no decir me
rindo, para no decir me voy…
Y habiendo hecho esa acotación previa, aterrizo en lo que
vendrá. Los venezolanos tendremos que apelar a toda la venezolanidad de la que
dispongamos el próximo 8 de Octubre. No, no es un sentimiento derrotista. En
cualquiera de los dos casos tendremos que "echarle un camión" de
voluntad a lo que venga. Si gana Henrique,- y cobra-, como todos esperamos,
habrá un país destrozado que reconstruir. Habrá que detener en seco la matazón
en las calles. Habrá una PDVSA en ruinas que poner a producir y unas finanzas públicas
que rehacer. Pero también habrá optimismo y un futuro en el camino que promete
Henrique.
Pero eso no se hará solo. El país requerirá del concurso de
todos y en especial de sus mejores hijos para cambiar en muy corto tiempo una
realidad angustiante y que la gente sienta que realmente el país puede cambiar
en democracia. Es una deuda de años de nuestra dirigencia política. Se puede
lograr calidad de vida si hay dirigentes y gerencia publica eficientes. Quiero
estar en la primera fila de lo que a partir de ahora bautizaré como la
Oposición Civil. El rol que jugará esta oposición en los próximos años,
comenzando a partir del 8 de Octubre, será determinante.
Esa Oposición Civil no tiene que ver nada con los partidos
políticos ni pretende sustituirlos. Es la esencia ciudadana. Es la gente que
votó por un cambio el 12F y que sorprendió a todos los pronósticos de los
partidos. Si PJ cree que esos votos fueron de ellos, mejor que se dediquen a
otra cosa. La Oposición Civil es la sociedad civil en su papel protagónico de
los cambios, y su actuación en los asuntos públicos se manifiesta en su
participación activa y contralora de los principales actores públicos.
Siempre será opositora y les recordará permanentemente a esos
actores que existe un país anónimo al que les afectan las decisiones y las
políticas públicas que se apliquen a los ciudadanos. Son las personas de a pie
que no militan en partidos pero que son ciudadanos conscientes que viven y
quieren a su país, ONG’s que tienen sus espacios civiles, personalidades
generadoras de opinión sin vinculaciones ni rabos de paja, que están día a día
aportando su granito de arena para las cosas se hagan bien. De haber existido
antes esa participación decidida tal vez las cosas no hubieran llegado tan
lejos y Chávez no existiría en la escena política venezolana.
Ahora bien, si las cosas no salen como pensamos y Chávez se
alza con el triunfo, -fraude técnico dixit-, aceptado por esta oposición
política, veremos entonces un escenario muy diferente. ¿Quiénes se quedaran
para "echarle un camión" de voluntad a este país? Respuesta: la
Oposición Civil. Los que siempre estaremos y que no dejaremos que este país se
vaya por el caño porque unos políticos lo vendieron. No, no es un llamado a la
anti política. Es un llamado a jugar a la política de verdad. No eso que nos
llevó a este despeñadero y que le sirvió de justificativo a un militar golpista
en 1992 para romper su juramento. Esa Oposición Civil tendrá las formas que la
circunstancia amerite y se mimetizará en su mejor forma para recuperar la
democracia. Dios quiera que no tengamos que llegar allí, pero si llegamos, allí
estaremos…
Email:
luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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