domingo, 12 de agosto de 2012

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, PROPUESTAS O CAMPO DE BATALLA.

En la sociedad moderna, a diferencia de la tradicional, la identidad personal y la identidad social no son la misma cosa, y por ende no existe una diferenciación grupal sino diferentes formas de comunicación a la luz de las respectivas funciones sociales y roles que ocupamos; propiciando que el hombre procure encontrar refugio mental fuera de la sociedad, con entera libertad para construir su propia identidad. En fin, identidad y sociedad se han separado y se rigen por leyes distintas.
En la referida separación, subyace la dificultad de hacer buen uso de la libertad para la construcción de identidad, dificultad que se acrecienta ante las claras diferencias en el patrimonio educativo de los integrantes de la sociedad, lo cual hace poco probable para un alto porcentaje de la población, el hacer uso del pensamiento divergente (información nueva, aislada cognitivamente de información previa), base de la creatividad que facilita combinar ideas; convirtiéndose de tal forma, en potenciales víctimas de la zanahoria retórica , muchas veces cargada de inescrupulosas intenciones.
Es así, como tras la quiebra del socialismo real, el marxismo se hundió en una inmensa crisis, dando paso a las teorías comunitaristas (como si estas fueran ideologías de izquierda), en detrimento de la libertad individual. De igual modo, y con ese derrumbe del socialismo, la vieja izquierda ha perdido el criterio para distinguirse de sus oponentes, pasando de: “Nosotros representamos el futuro, somos los progresistas; los demás representan el pasado, son los reaccionarios”; para anclarse ahora en una supuesta diferenciación moral: “Nosotros somos buenos, lo demás son malos”(majunches, cochinos, nazis, burgueses, etc.); todo ello, como mecanismo para intentar conducir hacia una supuesta moralización del mercado de opiniones, en un contexto de campo de batalla; y atribuyendo los malos resultados del proceso revolucionario a la acción de saboteadores, buscando culpables para no tener que acusarse a sí mismos.
Al propio tiempo, asumen que desacreditar al adversario es más importante que la oferta de una propuesta para la elevación del bienestar general; y para ello recurren tanto al campo moral: eres un inmoral dueño de tu conducta, como al campo cognitivo: no puede hacerlo bien dado su bajo nivel académico, y por ende debe ser considerado un irresponsable.
En un campo de batalla como el descrito, es donde desean participar algunos personajes primitivos, desconfiados y astutos (del perfil de A. Hitler), quienes ante una crisis de la democracia y bajo el mito de la traición de los partidos políticos, procuran hacerse del poder presentándose como idealistas y altruistas, con la subyacente zanahoria de saber valorar correctamente el sentir del pueblo.
En tal escenario, pueden estos personajes resultar electos presidentes, a pesar de rechazar la constitución y la democracia, para luego convertirse en dictadores por la vía de la legalidad que confiere una Asamblea Nacional confiscada.
En Venezuela, existe suficiente inteligencia, creatividad y camino para impedir el advenimiento de un totalitarismo encubierto de socialismo necesario.
observatorio2012@gmail.com                                 

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