El 31 de Julio
de este año Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, hubiera cumplido 100
años. Esta semana, mientras se discutía el escándalo de la falsificación de
firmas para la inscripción de partidos políticos, la incautación de bienes de
la revista Vanguardia, y mientras la Asamblea aprobaba una ley que le da un
inmenso poder discrecional a las autoridades sobre la propiedad privada,
recordé una de las principales enseñanzas de Friedman: difícilmente podrán
existir la libertad política y las libertades civiles sin libertad económica.
El Poder de Opción |
A diferencia
de lo que Naomi Klein y otros han dicho, Friedman consideraba que estos tres
tipos de libertades eran deseables.1 Él creía que las dictaduras eran malas y,
por ejemplo, predijo que la libertad económica conduciría a la libertad
política en el caso de Chile. Por otro lado, creía que era posible que una
sociedad con un Estado de Derecho sólido pueda gozar de libertad económica y
libertades civiles (de expresión y asociación, por ejemplo) sin tener libertad
política (elecciones para designar a sus gobernantes). Como ejemplo de esto
Friedman siempre mencionaba a Hong Kong, país que pasó de ser una colonia
inglesa pobre a ser uno de los países más ricos del mundo, teniendo un alto
grado de libertad económica y libertades civiles, pero sin libertad política.
En una
entrevista en 2002 Friedman explicó su percepción de la relación entre estas
tres libertades:
“se puede tener libertad económica y civil sin
tener libertad política, pero me parece dudoso que se pueda tener algún tipo de
libertad política efectiva sin tener libertad económica, sin tener alguna
fuente independiente de poder en oposición a la autoridad conferida”.2
A medida que
el Estado controla cada vez más la actividad económica, va adquiriendo más
poder para restringir también las libertades civiles y políticas.
Por ejemplo,
las “conquistas laborales” pueden servir para silenciar a quienes incomodan a
los gobernantes. Esta semana se incautaron bienes de Vanguardia con el pretexto
de varias violaciones al código laboral, como no haber contratado a
trabajadores discapacitados, entre otros cargos. Puede ser que Vanguardia haya
violado la ley laboral, pero es difícil creer que a todas las empresas se les
aplica esta ley con la misma severidad. Simplemente no habrían suficientes
policías para montar semejantes operativos.
Otro ejemplo
es lo que podría pasar con la Ley para la Defensa de los Derechos Laborales.
Esta confiere a las autoridades un inmenso poder discrecional sobre la
propiedad privada, pudiendo ejercer jurisdicción coactiva no solamente sobre el
deudor principal sino sobre sus herederos y accionistas, e incluso sobre
quienes se presume que son testaferros.
Estos son solo
dos ejemplos de cómo el control “del bolsillo” puede servir para controlar
efectivamente nuestras vidas. El creciente control del Estado ecuatoriano sobre
la economía, y la correspondiente pérdida de la libertad económica, ha derivado
en la pérdida de libertades civiles y está empezando a mermar libertades
políticas.
Ahora,
llegamos al desastre ocurrido con las firmas falsificadas en el Consejo
Nacional Electoral. ¿Qué clase de libertad política puede haber si este mismo
organismo supervisará la campaña electoral y contará los votos? ¿Qué libertad
política nos puede asegurar un CNE cuyos vocales todos se deben al oficialismo?
Este artículo
fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 3 de agosto de 2012.
Referencias:
1. Norberg,
Johan. “La doctrina Klein: El auge de la polémica del desastre”. ElCato.org. 9
de diciembre de 2008.
2. Entrevista
a Milton Friedman. “La libertad económica detrás de las escenas”. ElCato.org. 4
de octubre de 2002.
Gabriela
Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y
columnista de El Universo (Ecuador).
gcalderon@cato.org
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