Desde antes de
que se hundiera la llamada “reforma a la justicia” en manos de la comisión de
conciliación, el representante a la Cámara Iván Cepeda, dirigente del partido
Polo Democrático (comunista), había sentenciado: “Hay que hacer una verdadera
reforma a la justicia, que democratice el acceso a los tribunales, que cuente
con los fondos necesarios para que haya justicia pronta y eficaz”.
La orden del
líder extremista fue acatada sin tardar por tres juristas de prestigio quienes
se pusieron a trabajar un texto que resumiera las ideas principales de un nuevo
proyecto de “verdadera reforma” a la justicia que conviniera al jefe de
Colombianos y Colombianas por la paz. Todo indica que los acuciosos juristas,
Yesid Reyes Alvarado, Julissa Mantilla y Rodrigo Uprimny, firmaron un texto que
resume esas ideas.
Juanita León, directora de una conocida página web,
dice que ellos entregaron al Gobierno su “informe final” hace un par de
semanas, pero que éste no le ha parado muchas bolas, hasta hoy. Parece que los
tres juristas hacen parte de una recién creada “Comisión Asesora del Estado
para el Diseño de la Política Criminal”.
La directora de La Silla Vacía resumió las ideas de esos asesores en un
artículo que muestra el alcance y el peligro de lo que ellos pretenden hacer.
La Silla Vacía
se presenta como un observador alerta de la realidad política colombiana. Esa página web debería haber criticado
abiertamente ese nuevo adefesio, pero no lo hizo. La única audacia cometida por
ella fue decir que esa propuesta, de ser adoptada, “cambiaría radicalmente la
forma en que Colombia aborda el delito”.
La propuesta
de los tres juristas es más que eso. En la ya larga lista de desafortunadas,
laxistas o francamente cínicas y pro criminales reformas de la justicia que
Colombia ha conocido y padecido en estos últimos años la de ahora es la más
escandalosa pues busca desproteger de una manera que no puede ser más
explícita a la sociedad y al Estado, y
proteger obviamente, por la vía de unas garantías exorbitantes, los intereses de las variantes criminales que
azotan el país.
Dejando de
lado la jerga justificadora utilizada por los redactores de la propuesta esto
es lo que allí aparece, punto por punto, a menos, claro está, que Juanita León haya malinterpretado y mal
resumido lo firmado por los tres eminentes juristas.
1. El artículo
primero del “informe final” entregado al Gobierno pretende congelar la creación
legislativa colombiana en materia penal. Aunque la delincuencia tome nuevas
formas y agrave sus crímenes el país no debe crear nuevos tipos de delitos, ni
adoptar nuevas sanciones, dicen los tres juristas. No podrá aumentar las penas
existentes.
2.
Despenalización total del aborto. El derecho a la vida de los seres más
preciosos e indefensos, el embrión humano y/o el bebé en el seno materno, será
abolido en Colombia. Esa propuesta es una expresión más de la cultura de muerte
que se ha venido apoderando de los círculos que se creen “progresistas”.
3. Los
crímenes y otros delitos cometidos por el narco-terrorismo colombiano no serán,
en cambio, objeto de sanciones penales. Esos crímenes serán catalogados como
“delito político” (las atrocidades cometidas bajo el pretexto de avanzar hacia
un futuro socialista-totalitario) y deben quedar, por lo tanto, exentos de
sanción.
4. Este
artículo propone expropiar al poder legislativo colombiano, al Congreso de la
República, de sus facultades
constitucionales para legislar en materia penal. El Senado y la Cámara de
Representantes serán convertidos en los esclavos de una misteriosa “comisión
superior de política criminal”, no elegida por nadie, que dependería únicamente
del poder presidencial y del ministro de justicia. Este artículo insiste contra
la creación de nuevos delitos y tipos penales.
5. Este artículo busca abolir definitivamente el
fuero militar. El grupito de juristas
dice estar contra el proyecto de ley que cursa en el Congreso y que busca reforzar el respeto y el empleo
de la norma constitucional sobre el fuero penal militar para proteger
jurídicamente a los militares y policías que combaten el crimen en todas sus
formas en Colombia. Los tres juristas pretenden desproteger jurídicamente aún
más a los servidores del Estado y a los miembros de la fuerza pública. Con ese
artículo los tres juristas pretenden consolidar la presunción de culpabilidad
de todos los miembros de la fuerza pública que existe de hecho hoy en Colombia.
6. Creación de un arsenal jurídico
anticapitalista. Las sanciones se deben extender, según los tres juristas, a
las empresas públicas y privadas y no sólo a los representantes legales de éstas.
Los tres juristas pretenden crear (contra lo que ellos mismos preconizan) un
nuevo delito: la “muerte corporativa”.
Toda empresa acusada (con falsas pruebas o no, como se estila hoy en
Colombia) de practicar la “corrupción” será desmantelada, o será puesta bajo
tutela o bajo la influencia del ente acusador, sin hablar de las sanciones
impuestas a su representante legal.
7. Respaldo
vigoroso al llamado “marco para la paz” del presidente Santos y de su escudero
Roy Barreras. Pero los tres juristas
quieren ir más lejos. Los criminales de guerra y los criminales autores de
crímenes de lesa humanidad deberán ser,
según ellos, eximidos de juicio y de
condena. Este artículo pretende abolir el sistema penal colombiano y
substituirlo por la llamada “justicia transicional” (consagración del principio
aberrante de que la sociedad democrática puede prescindir o poner entre
paréntesis la justicia).
8. Abolir la
actividad represiva contra los cultivos ilegales de donde se extraen la
cocaína, la heroína y la resina de cannabis. Sobre todo, abolición de la
erradicación manual de esos cultivos y de las operaciones de aspersión aérea de
los narco cultivos. Reemplazar eso con
una declaración verbal en la que se indica que quedan “prohibidas” las
exportaciones de cocaína. Los traficantes de droga quedarán paralizados ante
tal declaración verbal. Los llamados “laboratorios” y “cristalizaderos” si
podrán ser destruidos. ¡Uf !
9. Este artículo pide que el personal
diplomático de Colombia en las capitales extranjeras abogue por la abolición de
las sanciones contra el narcotráfico, adoptando la falsa retórica del “fracaso”
de la lucha contra el narcotráfico. Convertir a Colombia, de hecho, en vocera
de los narco-traficantes y de los narco-Estados que buscan el cese de la actividad
de los organismos del sistema internacional que coordinan la lucha contra el
tráfico de drogas. No sancionar ni criminalizar a los distribuidores de droga
bajo el pretexto de que sus stocks son “dosis personales”.
10. No juzgar
ni sancionar la delincuencia juvenil. Las ciudades colombianas donde el
fenómeno de la delincuencia juvenil sirve de vivero y de sector de
reclutamiento de las guerrillas y de las
bandas terroristas de todo calibre verán con interés este artículo
último, aparentemente anodino.
Si usted no
cree que estas lindezas hayan podido ser escritas y propuestas al alto Gobierno
le ruego leer entre líneas el artículo de Juanita León intitulado “Las 10
recomendaciones-bomba de la Comisión Asesora de Política Criminal”.
eduardo.mackenzie@wanadoo.fr
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