"Los derechos no están sujetos al voto público; una mayoría no tiene derecho a eliminar los derechos de una minoría; la función política de los derechos es precisamente la protección de las minorías frente a la opresión de las mayorías (y la minoría más minoritaria sobre la tierra es el individuo)."Ayn Rand, pensadora liberal norteamericana
SER HUMANO PRIMERA MINORIA |
En la década
de los 90, con el ex mandatario de facto Augusto Pinochet enquistado en la
Comandancia en Jefe, el país vio su naciente democracia amedrentada mediante Boinazos
y Ejercicios de enlace. Hoy, haciendo eco del golpismo, los asambleístas, los
pirómanos, los sindicalistas, los "reivindicadores sociales" y un
grupo de estudiantes intentan lo mismo que el patético Ejercicio de enlace:
poner de rodillas a las autoridades elegidas democráticamente hasta doblegar a
la democracia representativa.
El último
incidente ahora es la irrupción de nuevas tomas de escuelas municipales por
parte de un grupo de pelusones que esgrimen a sus amigos para impedir el normal
funcionamiento del año escolar, con el objetivo final de imponer un sistema
educacional soviético.
La toma de una
escuela es ilegítima y debe reprimirse inmediatamente por la fuerza mediante el
accionar de Carabineros, por instrucción del alcalde de la comuna.
Una toma no es
legítima
Los salvajes
aducen que la toma se decidió democráticamente, y que el 55% de los estudiantes
votó a favor. Con la desfachatez que brinda la ignorancia —más el desparpajo
propio de un púber—, argumentan que en una democracia la minoría acepta las
decisiones de la minoría. Y recordemos como una niñita le gritaba a los
ministros y autoridades que en una democracia las autoridades acatan lo que
ordena el pueblo. Todo esto es completamente ridículo, y sólo en una democracia
que vive una eterna edad del pavo como la nuestra es necesario repasar los más
elementales principios de una sociedad democrática representativa.
Primero, para
que sepan los pelusones, los derechos individuales jamás se han sometido a
escrutinio público y no son decididos, otorgados o removidos por votación
popular. Una mayoría no puede decidir que, por ejemplo, el mandamás de alguna
de estas curiosas asociaciones de secundarios (nadie sabe cómo se eligieron)
salga a pasear en pelota con un sombrero rosa sobre un palo de escoba como si
fuese vaquero del Far West. Del mismo modo, ninguno de estos púberes puede
decidir que un sólo alumno se quede sin acceso a sus clases, o que un profesor
no acuda a su puesto de trabajo. Eso es vulnerar sus derechos. Y los derechos,
escuchen bien palurdos, ¡no se deciden mediante votación!. Una minoría, giles,
no puede ver vulnerados sus derechos porque los decidió una mayoría.
Lo que sí
corresponde es que como forma de protesta cada uno de los estudiantes del 55%
que ganó se reste de las clases. Eso pueden hacerlo. Pueden incluso persuadir a
sus amigos para que se resten de las clases. Pero NO PUEDEN impedirle las
clases a otros.
El absurdo es
tan grande que estos cabritos no captan que ellos son una minoría, y que en
realidad, la mayoría del país eligió a Sebastián Piñera como presidente, y que
en una democracia los designados para tomar decisiones son nombrados mediante
sufragio universal. La cabra chica que desgañita alegando que el pueblo es el
soberano y que las autoridades acatan las decisiones del pueblo debe entender,
este es nuestro segundo punto, que las decisiones se toman mediante
representantes. No es el representante ni el vocero del pueblo el más
revoltoso, ni el que más causa desmanes ni el caudillo más choro.
Por supuesto
que el asambleísmo iba a ser consecuencia de lo anterior, ya que el asambleísmo
es la consecuencia de la frustración al ver que los representantes no hacen lo
que unos quieren. Esto es porque el respresentante de inmediato adquiere una
posición de responsabilidad. En el asambleísmo, no hay responsables, por eso
abunda el populismo y las ideas más ridículas. Escuché a un líder estudiantil
decir que "hay que reemplazar a este tipo (al Presidente Piñera) y que la
autoridad sean las juntas de vecinos".
Es estúpido
pedirle a Piñera que impulse un sistema cubano de educación, como pretenden los
niños. Si eso quieren, están sonados y tendrán que proponer un candidato
comunista en la próxima elección presidencial. Pero eso da lo mismo, ni Gladys
Marín sacó una votación suficiente para si quiera hacer valer sus propuestas,
porque el país hace rato que desechó un sistema tipo "Escuela Nacional
Unificada". Este gobierno, a pesar de sus innumerables errores, tiene
pleno derecho para imponer su agenda porque llegó al poder mediante una
votación. Si a alguien eso no le gusta, puede protestar, puede ponerse en
contacto con sus representantes, pero no puede vulnerar los derechos de una
minoría.
Basta sólo un
estudiante en contra para que la toma, sea cual sea, se convierta en un acto
fascista. Y un acto inherentemente fascista, como la toma de un colegio, debe
ser rectificado mediante la fuerza policial, ya que constituye un legítimo acto
de fuerza ante una arbitrariedad ilegítima.
Con los
estudiantes fuera, encuentren la solución
Una vez
desalojadas las escuelas, se podrá avanzar hacia lo que este sitio propone. La
educación municipal, si es que tanto la quieren, debe ser gestionada
correctamente por el municipio, para ello se necesita dotar al alcalde y al
consejo municipal de los poderes necesarios para premiar buenos colegios y
clausurar los malos.
Nadie puede
impedirle a los padres su derecho a elegir entre una escuela municipal o una
privada, así como nadie puede impedir que alguien funde una escuela. Ante todo,
respeten el derecho a elegir y el derecho a emprender. Las escuelas municipales
deben competir con las privadas, y si los padres no pueden acceder a colegios
privados, en su calidad de contribuyente cada padre tiene derecho a que le
subsidien una escuela particular.
La discusión
debe plantearse en la instancia que tiene toda sociedad democrática, que es el
congreso de representantes de la ciudadanía. Los estudiantes, estúpidamente
(como es su costumbre) se restaron de esta instancia y ahora, por segunda vez,
lloriquean que se llega a acuerdos a espaldas de ellos. ¿Pretenden doblegar al
Congreso? Eso es equivalente, como sostuvimos anteriormente, a otro Ejercicio
de enlace. Eso sería inaceptable.
La política
tiene sus propios tiempos, sus principios son inescrutables, y requieren de una
habilidad especial. Los políticos llegan a acuerdos de forma que puede parecer
incomprensible, porque la política es un arte, no una ciencia. Por mucho que
lleguen 10, 20 o 30 mil estudiantes, con carteles, lienzos o cualquier
parafernalia, deben entender cómo funciona la política, y no es como ellos
creen. No se pega el puñetazo en la mesa, ni se amedrenta a los congresistas,
sino que se adoptan sus métodos sutiles y se entra al juego político. Deben
comprender ante todo que la política es el arte de ceder un poco para ganar
luego un poco más.
En todo este
muñequeo los estudiantes, predeciblemente, perdieron toda visibilidad, ya que
son niños, son jóvenes adolescentes o jóvenes hirsutos que ni siquiera se han
titulado. Por supuesto que con el ímpetu de su desconocimiento iban a perder el
rumbo, como lo advertimos el año pasado.
Lo importante
es que los políticos sí hagan su trabajo, y esto implica inmediatamente
desocupar las tomas. Este sitio hace un llamado formal a los alcaldes a
autorizar ahora ya el uso de la fuerza, si es que el diálogo no dio resultado
alguno.
Esto hace un
político consciente de su papel en una democracia representativa seria. No vaya
a ser cosa que terminen como en Argentina, donde un ministro de educación
elogia las tomas como "un triunfo de la democracia". Por lo que ha
explicado Chile Liberal, una toma es el fracaso de la democracia, es cuando
cualquiera manda porque pega el grito más fuerte. En nuestro sitio seguiremos
siendo los Caballeros Templarios de la democracia, defenderemos el orden
constitucional y la libertad individual, como ha sido nuestra costumbre. En
esta ocasión creemos estar en plena sintonía con la opinión pública, que sabe
que nuestro carácter e idiosincrasia nos lleva a rechazar el despelote y a
privilegiar el orden. Después de todo, Santiago no es Atenas ni Buenos Aires.
Finalmente,
volvemos a menifestar nuestro rechazo visceral a implantar una maquinaria
educativa estatal. El argumento lo proporcionó John Stuart Mill, un economista
y filósofo inglés:
Confiar la
instrucción pública al Estado constituye una perversa maquinación tendiente a
moldear la mente humana, de tal manera que no exista la menor diferencia de un
individuo a otro; el molde a tal efecto utilizado es el mas grato al régimen
político imperante, ya se trate de una monarquía, una teocracia, una
aristocracia, o bien a la opinión pública del momento; en la medida que tal
cometido se realiza con acierto y eficacia, queda instalado un despotismo sobre
la inteligencia de los hombres que más tarde, por natural evolución, somete a
su imperio el cuerpo mismo de la gente (Sobre la libertad, 1859)
chileliberal@gmail.com
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