El kirchnerismo ha continuado con la ruptura
de dos barreras constitucionales: la del derecho de propiedad y la patria
potestad de los padres sobre sus hijos. Otras rupturas están en marcha y es
posible que los próximos días aporten evidencias de una magnitud considerable.
En el primer caso, el principal instrumento es la AFIP, el ente recaudador de
impuestos, cuya operatividad política ha sido descubierta por la Casa Rosada.
El tema está lleno de ejemplos sucedidos y de medidas en plena ejecución además
de otras prometidas y planificadas según los trascendidos deslizados desde el
mismo gobierno.
La iliquidez y la exigencia de las primeras provincias por
recibir los recursos federales que les corresponden, aceleraron este proceso
llamado a generar definiciones políticas cuyo dibujo se inició tiempo atrás y
fue vaticinado desde el comienzo del modelo. Hoy ya tienen problemas para los
sueldos y encarar algunos gastos inevitables.
A esta altura de las circunstancias es
difícil establecer hasta dónde un ciudadano cualquiera puede ejercer las más
simples prerrogativas constitucionales en esta materia básica. La AFIP, cuyo
titular Echegaray se repone de un disgusto cardíaco provocado por las tensiones
en que debe desempeñarse, ha dictado numerosas medidas -y prometido otras- con
destino a varios sectores. Para no excedernos, nos detendremos en algunas
simples y rápidamente mensurables. Por ejemplo, el uso de las tarjetas de
crédito que responde a un contrato inicial entre el usuario y la tarjeta
seleccionada, acordado oportunamente y con todas las formalidades clásicas de
estos actos. Entre ellas, los límites del gasto -en el caso de las tarjetas de
crédito- que obedecen a los riesgos y necesidades evaluados entre las partes.
Pues bien, a partir de ahora, el titular de este medio de pago sólo podrá
gastar hasta un límite de mil pesos por una operación determinada con una misma
tarjeta. Así, si se compra un traje, éste deberá adquirirse por partes -es una
forma de describir el hecho- excepto que la venta se concrete mediante el uso
de dos o más tarjetas, según sea la capacidad de los clientes. Aún no estamos
en condiciones de comentar la reglamentación, si es que existe, pero sí podemos
dejar planteados los inconvenientes que aporta esta medida. Quienquiera sea
usuario de grandes o pocos gastos, deberá munirse de otros instrumentos
complementarios para concretar sus compras, porque hoy por hoy, los argentinos
no podemos excedernos de la cifra mencionada. Al margen, recordemos que también
existen en plaza tarjetas especiales para clientes también especiales, que
pueden gastar sin límite, un tema que hasta ahora no se sabe cómo quedará
resuelto. Dejemos por el momento librados a la imaginación de nuestros lectores
los problemas de este asunto tan original que también abarca a los extranjeros
que residen en el país -transitoria o permanentemente- y reflexionemos que este
asunto es premonitor de futuras dificultades de insospechados alcances. Por un
momento, nos asalta la figura de los cubanos, que deben recurrir a los servicios
de los turistas de buena voluntad para acceder a determinados productos para
los que están legalmente vedados.
Otro impedimento a la propiedad es la
decisión de un productor agropecuario, que debe informar con antelación las
superficies que tiene previsto destinar a su actividades, llenar las planillas
correspondientes y elevarlas en tiempo y forma a la AFIP, convertida en una
fiel guardiana de las recomendaciones del joven Axel Kicillof y, hoy por hoy,
convertida en un organismo mayor para los actos de gobierno. Ya lo tratamos en
su momento, pero éste es un asunto que acumula montañas de papeles y horas de
trámites y gestiones, sobre todo si las circunstancias obligan sobre la marcha
a modificar los proyectos.
En el ínterin, De la Sota, gobernador de Córdoba,
se mantiene en sus trece y sin dejarse tentar por variables que surgen del
Poder Central. Sus respuestas son “pagan o pagan” y como trasfondo aparece,
tenue por ahora, una cuestión cuya gravedad surge automática con su sola
mención: la unidad de la ex República Argentina. Tiempo atrás hablamos de esto
tan importante pero por ahora diremos que el activo y decidido cordobés no
descansa y este fin de semana largo -como también se dice al referirnos a la
movilidad del recuerdo institucional del Padre de la Patria- aceleró sus
conversaciones para crear un frente con exigencias similares. El de Corrientes
ya dio su respaldo expreso y, si bien otros gobernadores respondieron
afirmativamente a la inquietud de Cristina W. Fernández de Kirchner, es más que
sabido que en su intimidad -sobre todo el de Buenos Aires- también coinciden
con esta exigencia que afecta hondamente a la capacidad de maniobra financiera
por parte del gobierno central. Daniel Scioli nada hará por el momento para
presionar sobre la Casa Rosada o sobre Olivos y dejará que los problemas fluyan
y se acumulen en el horizonte kirchnerista -y en el horizonte institucional,
hay que decirlo- en tanto mejora día a día su imagen política y, por ende, la
de intención de voto para cuando llegue el momento. Por lo que vamos a decir al
final de este artículo, es probable y es posible que ese instante llegue más
temprano que tarde y no sólo porque se amplía la distancia favorable de Scioli
respecto de Cristina.
Entre otras cosas, esto quiere decir que, pese
al lanzamiento de una campaña propagandística cada vez menos tenue en favor de
una reforma constitucional que facilite tamaña medida, Cristina ve cada vez más
lejana la posibilidad de una reelección, pese a los números que arrojan las
encuestas que la desvelan y a que el colaborador que más influye en la
presidencia, el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini, se exprime la
imaginación para encontrar nuevas medidas que le permitan maniobrar
políticamente. Como en él prima su ideología maoísta -o trotskista, da lo
mismo- cada vez tiene más trabajo para decidir un curso de acción más o menos
aceptable. Y lo decimos así porque es un hombre inteligente que no puede
ignorar que todas las medidas adoptadas para lograr impactos políticos e
invertir el retroceso en que se desenvuelve el gobierno siempre terminaron mal
y, en los hechos, se volvieron en contra del oficialismo, como si fuera una
verdadera maldición. Como es sabido, cuando surgen estas situaciones casi
siempre son imparables, los resultados profundizan su contenido negativo y
hasta surge una suerte de contagio que para muchos se convierte en un sino de
mala suerte, merecido o no.
Así son las cosas y esto ocurre en cualquier
circunstancia parecida. Según parece, el pesimismo cunde entre los más serenos
y capaces, sobre todo debido a otros componentes de la situación. Por su
importancia, vamos a repetir uno de ellos: el estado de la salud mental de la
presidente. Aparentemente, más alicaída que nunca por la forma en que afecta a
su pequeña familia el alejamiento de Florencia, que decidió quedarse en el
exterior, y el descontrol de Máximo que, dicen, estaría realmente muy enfermo,
Cristina entiende una parte de este escenario descendente, enfermizo e
inestable, pero antes de llegar a las prometidas señales adicionales a lo que
sostenemos, no podemos pasar por alto la gravedad de las incursiones de La
Cámpora, cuyos jefes bien remunerados -y no Máximo por las razones expuestas-
han resuelto en una verdadera acción de amedrentamiento, influir política e ideológicamente
en los jóvenes estudiantes hablándoles loas de las presuntas bondades del
kirchnerismo. ¿Cómo podrá influir la opinión de los imberbes de los jardines de
infantes que visitan los camporistas y que provocan la indignación de los
padres? Todo esto ya es sabido y nos exime de más detalles, pero el caso es que
ahora estos jóvenes bien remunerados han resuelto invadir -¿qué otro vocablo
podemos utilizar?- a las clínicas de salud mental, cualquiera sea su nivel e
importancia, pero casi exclusivamente a las privadas. Allí exigen a la
administración -por cierto, en algún momento se desliza la temida palabra
formada por las siglas de la AFIP- para pedir la lista de pacientes, indagar
acerca de sus condiciones socioeconómicas y ofrecer reparos sin sustento ni
derecho alguno, respecto de quienes podrían ser dados de alta y devueltos a las
familias que corren con los gastos de tratamientos e internación. Curiosamente,
hubo ocasiones en que se detuvieron a evaluar los tristes problemas de intentos
de suicidio y por ahora propician que estos pacientes sean devueltos a sus
casas, sin reparar en que siempre intervienen los jueces en estos problemas. En
realidad, una insólita provocación.
Esta curiosidad escandalosa que nos lleva a
comentar con este contenido un análisis político que debería tener otras
andaduras, sólo puede obedecer a la necesidad de amedrentar en función de
alguna desconocida estrategia, pero como lo sostuvimos más arriba, sólo genera
reacciones adversas, enojos justificados que se suman a los que derivan de los
piquetes, el delictivo Batallón Combatiente -o Vatayón Militante- la basura
acumulada, la congestión del tráfico por el corte de calles o rutas y algo en
lo que debemos insistir: la agobiante inseguridad y la muerte artera de
víctimas civiles o policiales, de gendarmes sacados de sus lugares de trabajo,
lo que favorece al narcotráfico, y otro largo listado de calamidades
características de una Argentina que se prepara para las elecciones parciales
del año que viene con sus partidos políticos destrozados, disminuidos,
divididos, casi siempre mudos y obviamente agotados. Por supuesto, siempre hay
excepciones que se destacan, aunque casi siempre son los mismos y escasos
dirigentes que lo hacen.
Vayamos ahora a lo prometido. Fuentes más que
seguras nos comentaron que durante las últimas horas la presidente Cristina
mantuvo prolongadas reuniones con escribanos y contadores, con quienes
consideró la situación de sus propiedades, especialmente las adquiridas a
partir de la llegada al poder. Como se sabe, su fortuna creció notablemente, en
especial la que es más fácil reconocer a través de sus bienes físicos. Como no
podía ser de otra manera, lo hablado se mantiene en el más absoluto secreto,
pero coincidentemente noticias llegadas de El Calafate aseguran que existen
demoras en el pago de los sueldos y que no cierran los números respecto de la
rentabilidad financiera de la hotelería que en esa zona controla el
kirchnerismo. No habría preocupación económica pero, como se sabe, las formas
sí quedan alteradas. Y de esto hace mucho.
tabano@carlosmanuelacuna.com.ar
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