miércoles, 15 de agosto de 2012

ARGELIA RÍOS EL PRONTUARIO ELECTORAL

El apolillado cartapacio de promesas acumuladas es el principal enemigo de Chávez
Era previsible: después de catorce años y trece mediciones electorales, era razonable que la campaña del Presidente luciera errática y cambiadiza. Nunca antes Chávez se había subordinado ante las iniciativas de un contendor. Todas las mediciones comiciales eran un paseo para la revolución, que ahora juega al ensayo y error para plantarle cara a un curioso contendor de atributos inasibles, a quien no se le da nada mal la crítica a la mediocre gestión exaltada por los focos y cámaras de la maquinaria publicitaria roja.
Ajado por el paso ineluctable del tiempo, "el proceso" exhibe ahora dificultades para dominar el debate. Las cartas de las que siempre ha dispuesto están malogradas: el uso recurrente las ha deteriorado hasta volverlas infructuosas. El discurso del comandante no aporta ideas nuevas al tablero de la competencia: no hay una sola que no se haya planteado antes. Su libreto se ha teñido de sepia: el contenido de sus páginas es materia conocida por los venezolanos, que hoy presencian una disputa donde el gran histrión aparece latoso y repetitivo, cuando no cínico y desvergonzado frente a sus negligencias.
Los ajustes y reajustes que ha sufrido la campaña de Chávez en su primer mes, nos recuerdan la larga seguidilla de eventos electorales ocurridos desde 1998 hasta esta parte. Junto a todas esas jornadas, en las cuales se han desempolvado siempre las mismas promesas, las cadenas presidenciales también han contribuido a la corrosión de la oferta. El Presidente y su equipo saben que todo está dicho: saben que la revolución se encuentra oxidada y que es imposible ocultar los obstáculos con que se enfrentan para rejuvenecer su propuesta... El punto es clave. La reelección necesita justificarse: coronarla requiere dotar al electorado de un sólido abanico de razones que fundamenten el voto y encubran la apetencia continuista. Sin esas razones todo se reduce a la búsqueda y atesoramiento del poder por el poder.
Los propagandistas bolivarianos la tienen difícil para explicarle al auditorio nacional que la revolución, pese a su morosidad, merece un nuevo crédito. No basta decir que "ahora sí" se resolverán las asignaturas pendientes: catorce años después, y trece elecciones seguidas, comportan un problema serio. La revolución es un cliché monótono y previsible; es una rutina mecanizada cuyosound track es la voz de un hombre que habla incesantemente acerca de una sempiterna tierra prometida de la cual, transcurridos catorce largos años, sólo existe la vaguedad de la palabra mil veces empeñada... El apolillado cartapacio de promesas acumuladas es el principal enemigo de Chávez. Esa carpeta que Capriles airea en sus recorridos, es el prontuario electoral que lo amenaza.
Argelia.rios@gmail.com Twitter 
@Argeliarios

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