La
opinión general es que Venezuela fue el gran ganador de la cumbre de esta
semana en la que el país se incorporó oficialmente al bloque comercial del
Mercosur. Yo no coincido: creo el gran ganador fue Brasil.
Es
cierto que Chávez fue el centro de atención en la ceremonia celebrada el martes
en Brasilia, en la que, junto con la presidenta brasileña Dilma Rousseff, la
presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el presidente uruguayo
José Mujica, firmó la incorporación oficial al bloque comercial sudamericano.
Fue
el primer viaje oficial de Chávez al extranjero que no estaba relacionado con
su tratamiento de cáncer en Cuba desde que le diagnosticaron esa enfermedad
hace más de un año, y una importante victoria propagandística en momentos en
que está en campaña para ganar las elecciones presidenciales del 7 de octubre
en su país.
La
imagen sonriente de Chávez junto a los presidentes de los países más grandes de
Sudamérica no sólo lo ayudó a contrarrestar las críticas de que no está
físicamente apto para ser candidato a la presidencia, sino también para mostrar
que Venezuela no es un paria internacional cuyos únicos amigos son las
dictaduras de Cuba, Siria, Irán y Bielorrusia.
Además,
la incorporación de Venezuela al Mercosur le permitió a Chávez tratar de
venderle un nuevo sueño a los venezolanos, en un momento en que Venezuela
padece una inflación galopante, apagones de electricidad y un índice de
criminalidad sin precedentes.
“Se trata de la más grande oportunidad
histórica en 200 años en Venezuela”, proclamó Chávez en la ceremonia de
ampliación del Mercosur. “El Mercosur es sin duda la locomotora más grande para
garantizar nuestra independencia y acelerar nuestro desarrollo”.
Con
la integración de Venezuela, el Mercosur será “la quinta potencia mundial”,
agregó.
Pero
una mirada desapasionada a las grandiosas afirmaciones de Chávez y de los otros
presidentes en la ceremonia revela que el Mercosur corre el riesgo de seguir
los pasos de otros malogrados grupos de libre comercio latinoamericanos, como
la Alalc, en la década de 1960, y el Aladi, de la década de 1980.
Para
empezar, el comercio entre los miembros del Mercosur ha disminuido
significativamente en los últimos años.
Según
datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones
Unidas (CEPAL), el comercio entre los miembros del Mercosur, que representaba
el 25 por ciento del comercio del bloque con todo el mundo en 1998, cayó 15.2
por ciento el año pasado.
Esta
caída no se debe sólo al hecho de que los miembros del Mercosur han aumentado
drásticamente su comercio con China, sino también porque se están poniendo cada
vez más trabas comerciales entre ellos.
A
principios de este año, Argentina agregó casi 200 artículos —incluyendo laptops
y motocicletas— a la lista de importaciones procedentes de todo el mundo que
requieren licencias no-automáticas, lo que bloqueó también la entrada de
docenas de importaciones del Mercosur.
Brasil
contraatacó bloqueando la importación automática de varios productos
argentinos, incluyendo vinos y papas. Se calcula que el comercio entre Brasil y
Argentina, los dos miembros más grandes del bloque, caerá un 10 por ciento este
año.
En
cuanto a la afirmación de Chávez de que con la entrada de Venezuela el Mercosur
será “la quinta potencia mundial”, el hecho es que Brasil, por sí solo, ya es
la quinta o sexta economía más grande del mundo.
Cuando
pregunté a varios expertos si la entrada de Venezuela ayudará a resucitar al Mercosur,
casi todos se mostraron muy escépticos.
Venezuela
vive casi exclusivamente del petróleo, se ha quedado prácticamente sin
industrias competitivas debido a las desastrosas políticas económicas de
Chávez, e importa el 70 por ciento de los alimentos que consume. O sea, tiene
poco y nada que pueda exportar a sus compañeros del Mercosur, dijeron.
“Todo esto es teatro político”, me dijo el
experto en comercio de una importante institución regional.
Mi
opinión: El gran ganador con el ingreso de Venezuela al Mercosur no será
Venezuela sino Brasil, y en menor grado Argentina, que podrán venderle a
Venezuela alimentos y productos manufacturados con aranceles aduaneros
preferenciales.
Ya
el martes, Rousseff y Chávez firmaron un acuerdo por el que Venezuela compró
seis aviones comerciales Embraer E-190 hechos en Brasil con una opción de
compra de otros 14 jets por un total de más de $900 millones.
Claro
que podrían haber hecho esa transacción sin todo el show de la integración de
Venezuela al Mercosur, pero Chávez quería esa coreografía para venderles a los
votantes venezolanos la ilusión de que se están integrando a un floreciente
bloque comercial que les traerá una gran prosperidad. Como muchas otras cosas
en su país, fue bueno para Chávez, pero no para Venezuela.
aoppenheimer@elnuevoherald.com
@oppenheimera
http://www.elnuevoherald.com/2012/08/02/1266202/quien-gana-con-venezuela-en-mercosur.html
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