jueves, 5 de julio de 2012

PEDRO PAÚL BELLO, ¿ INCOHERENCIA O PLAN?

¿Recuerdan las protestas de la llamada izquierda latinoamericana sobre el bloqueo del “Imperio” a Cuba? ¿Cómo explicar, entonces, el bloqueo que los gobiernos de ese tipo pretenden hacerle al Paraguay? ¿Se va a repetir la misma payasada que se montó a raíz del supuesto “golpe de estado” en Honduras? ¿Es que los Congresos valen solo cuando esa izquierda pre o procomunista los copa y, con ellos bajo su control, viola todas las normas constitucionales de los propios países y las disposiciones de organismos como la OEA o la CIDH cuando les conviene?
Estamos llegando a una muy peligrosa encrucijada en esta nuestra América Latina. Es indispensable, en este mismo momento, que los sectores democráticos de nuestras Naciones se unan y actúen, con gran seriedad, a fin de tomar medidas muy serias y eficaces, para defender, efectivamente, el sistema democrático de gobierno en el subcontinente, porque la amenaza, en su contra, es muy seria y extremadamente peligrosa. Así como esa izquierda se ha organizado en grupos como el UNASUR y ya, desde el año 2000 el Foro de Sao Paolo, los sectores democráticos deben reunirse para defender el sistema democrático hoy seriamente amenazado.
La democracia, mucho más allá de sistema de gobierno, es una actitud de vida humana de los pueblos. El objetivo fundamental de la democracia es el logro del Bien Común General, según el cual todos los ciudadanos, miembros de la Sociedad Política, tienen la responsabilidad de colaborar en la construcción de la Obra Común, en la cual tienen su cuota de participación y, también, su cuota de beneficios. En el fondo, el Bien Común significa el logro eficaz de una buena vida humana para todos y cada uno de los ciudadanos y, esa meta, puede ser impedida por quienes adversan a la democracia.
La democracia es naturalmente débil, pues en el seno de la Sociedad hay quienes se le oponen y tratan de sustituirla por regímenes autoritarios y totalitarios que, por la fuerza, pretenden destruirla con ofertas engañosas y falsas en sus formas y contenidos. Sin embargo, la democracia no les puede negar el derecho de pensar como les parezca o quieran, pero las personas que la sostienen, tienen el deber de impedir que sus enemigos la destruyan. El caso patético de la Alemania de Hitler y de la Rusia de Lenin y Stalin son realidades históricas ejemplares en ese sentido.

El origen de la conspiración antidemocrática, que hoy vivimos, tiene  --curiosamente—  su origen en la caída del muro de Berlín. En efecto, ese acontecimiento, tan importante de la Historia reciente, dejó al régimen tiránico de Cuba sin apoyo ni asidero para mantenerse en el poder. Fidel Castro, ante el fracaso norteamericano en el Vietnam trató de reproducir, en América Latina, el ejemplo vietnamita de la guerra asimétrica que fue la estrategia fundamental.  Ese ejemplo quiso reproducirlo en Suramérica, para lo cual ideó el plan de la “Media Luna” y, para ello, envió al Che Guevara para que se instalara en la selva boliviana, a fin de captar adeptos e iniciar un proceso subversivo que se proyectaría sobre las zonas orientales del Perú, Ecuador y Colombia, el occidente y sur de Venezuela y el norte del Brasil, cuyas poblaciones pobres y preteridas pensaba que se iban a adherir fácilmente. El proyecto, como se sabe, fracasó y el Che murió cuando fue sorprendido, en su refugio, por fuerzas militares bolivianas. La idea era, enfrentar esos países (que creyó caerían es sus manos) a los Estados Unidos, no con un nuevo Vietnam, sino con varios (dos, tres, cinco, diez Vietnam como una vez dijera Chávez).
Con la caída del Muro, Castro quedó desamparado. Su primer paso fue propiciar la fundación del Foro de Sao Paolo, donde se convocó toda la izquierda latinoamericana, desde las poco hasta la más radicales. Venezuela –objetivo fundamental de Castro, como lo trató en los años 60--  Colombia y el norte de Brasil eran sus piezas principales. Luego, Castro conoció a Chávez, la historia de su fracasado golpe el año 1992, y se dio cuenta de que era él su pieza adecuada. En efecto, la relación venezolana con el mundo petrolero del Medio Oriente, era el vínculo que podría levantar no solo un conflicto con los Estados Unidos, sino una suerte de guerra bi-hemisférica  en la que se enfrentarían el Sur pobre contra el Norte rico y el Oriente (especialmente el mundo musulmán) con el orgulloso Occidente que, supuestamente le despreciaba. Eso explica la intensidad y frecuencia de las relaciones políticas y económicas con países como Iraq (Hussein), Libia (Gheddafi), Iran (Admanidejab), etc.
De manera que no es un juego. Es la hora de actuar para defender nuestras democracias, garantizar la paz, el desarrollo y la libertad estable.
ppaulbello@gmail.com

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