Chávez
cree que el cacerolazo de El Valle se lo dieron los chavistas
“¿Por qué nosotros tenemos que impedir las
caminatas de Capriles en los barrios de Caracas a plomazo limpio y a mi me
reciben en El Valle con un cacerolazo, que sucedió en Quíbor con un supuesto
ventarrón que casi le cuesta la vida a los camaradas Luís Reyes Reyes, Farruco
Sesto y Luís Plaza y qué con estos dolores de espalda, piernas y brazos que no
me abandonan ni un solo momento y no hay calmantes, menjurjes ni oraciones que
me los quiten?”
Preguntas
que acosan a media mañana del viernes a un presidente-comandante y candidato
oficialista de un país sudamericano que trata a toda de costa de evitar una
avalancha de votos que viene a sacarlo del poder el próximo 7 de octubre.
Piensa
en la palabra “avalancha” que es sinónimo de alud, terremoto, deslave, tsunami,
inundación, y de fuerza incontenible frente a la cual hay que correr o dejarse
aplastar, y lo que lo abruma es “una sensación” de impotencia, fragilidad y
miedo que no sabe por qué le hace derramar unas pocas lágrimas.
Amaneció
intoxicado de bromazepam (Lexotanil), alprazolam (Tafil) (causante de la muerte
de Lina Ron), litio, esteroides, pero se siente lúcido, ultra lúcido, tan
lúcido que vuelve a repasar los acontecimientos de las últimas 24 horas y una
pregunta le explota en la mente cómo si viniera a morder y hacer añicos lo que
queda de su precaria estabilidad emocional:
“¿Y si fuera una conspiración, pero no de la
oposición, ni de grupos espontáneos, ni de accidentes de la naturaleza, sino un
complot de dentro, de lo íntimo e interno del “Comando Carabobo”. Hum…es como
para decir…yo no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan”.
Entra
una llamada por el propio celular del jefe de Estado, por el que solo conocen y
usan los ministros de más confianza, los “patria o muerte”, los “hasta el fin”,
y oye una voz azorada: “Es Faruco Sexto, presidente, casi me matan presidente,
me cayó encima una pantalla gigante de televisión y casi me mata. La estoy
contando de vaina”.
“Pero, usted estaba dónde ¿en Quíbor?”
responde Chávez “¿Dónde casi matan a Reyes Reyes y al alcalde, Luís Plaza, del
Municipio Jiménez, y a un Valenzuela, de la Cámara Municipal? Dime, cómo están
ellos?… Porque salieron muy mal heridos
“Si presidente, pero ya están fuera de
peligro” sigue Farruco “Pero fue como una cosa del demonio: un sol radiante, ni
una nube en el cielo, ni una brisa y se desata un ciclón o tornado (eso que
llaman los gringos “un twister”) y se lleva toldos, tarimas, sillas, mesas,
sale herido Reyes Reyes, el alcalde y a mi casi me mata una pantalla gigante de
televisión…Ave María Purísima!”
“Farruco, me está contando cosas muy graves”
farfulló el presidente “Eso repotencia la teoría de Fidel de que los
imperialistas están provocando terremotos, tsumanis, deslaves y propagando
enfermedades como el cáncer y el sida para acabar con la revolución. Ministro,
váyase a “Clínicas Caracas”, a “La Floresta” y o la “Santa Sofía” para que me
le hagan una revisión, la más completa. Y yo me encargo de lo demás”.
Once
de la mañana y ahora hay un hombre enfermo dando vueltas por una habitación en
Miraflores, entrado en peso y en años, encorvado, y susurrando: “Caceroliado en
El Valle, tragedia en Quíbor, bajando en las encuestas y una sarta de
incompetentes y corruptos que no son capaces de llevar 3 mil personas a una
caravana, y permiten que “Globovisión”, “La Patilla”, “El Diario de Caracas”,
“Confirmado” y “Noticiasclic” me hagan fotos y videos que ruedan por el mundo y
me exponen al escarnio público”.
Pero
se le prende un bombillo, da un salto (en el vacío) y manda a buscar a los
superagentes de inteligencia cubano, ruso y bielorruso (“aquellos Malmierca,
Rubashenko e Ivanov que le resolvieron el problema del diagnóstico robado de
una caja fuerte en Miraflores y entregado al periodista norteamericano, Dan
Rather”) para que le contesten la pregunta: “¿Quién fue el traidor miembro, o
cercano, al “Comando Carabobo” que montó la emboscada del cacerolazo en El
Valle?”.
Una
hora después se arrellanan en un sofá del despacho presidencial los 3
superagentes, y observan con sorpresa a un presidente Chávez que los recibe
rebosante de salud, perfectamente peinado, con su irremplazable Scutaro,
guarnecido ahora con una corbata Luìs Vuiton y unos zapatos Valentino, que los
ve impaciente, como esperando respuestas.
Lo
que le dispara el bielorruso, Alexei Rubashenko, sin embargo, es otra pregunta:
“Presidente ¿de dónde saca que el cacerolazo
es una emboscada montada por el “Comando Carabobo” y no por la oposición?”
“Jajajá” explota Chávez “¿cómo se le ocurre
pensar Rubashenko que esos majunches y balurdos van a estar haciendo
cacerolazos? Pero si no son capaces de enfrentar a unas pobres barricadas que
les montan mis muchachos cuando aparecen en cualquier barrio de Caracas ¿cómo
van a estar haciendo cacerolazos?
“Presidente” interviene Calixto Malmierca “¿y
si se trató de un cacerolazo espontáneo, la reacción de alguna gente
descontenta que dijo:”Vamos a provechar la presencia de Chávez y a
cacerolearlo?”
Chávez
vio al cubano de hito y en hito y dijo: “Esa hipótesis es más coherente y sería
la respuesta si los cuerpos de seguridad no supieran quién vive en cada uno de
los apartamentos de El Valle, la filiación política de cada familia y miembro
de cada familia y dónde estaban y que hacían durante las horas en que se
sucedieron los acontecimientos”
“De modo” dijo el ruso Ivanov que intervenía
por primera vez “que alguien que conocía esa información la ignoró (o la
ocultó) para facilitar que grupos que podían ser del gobierno o la oposición
llevaran a cabo su fechoría”
“Exacto, camarada Ivanov” dijo el
comandante-presidente “pero olvídese de la oposición, esos majunches no son tan
sofisticados, fue gente infiltrada, un agente del enemigo infiltrado, pero…
¿quién?
Un
silencio largo, asfixiante, denso, de lo que caen con el peso o fuerza del
plomo derretido:
“Yo tengo un nombre presidente, uno que no
deja dudas” dijo Malmierca, “pero escuche que lo va a sacudir: Juan Barreto”
Más
silencio, más plomo derretido, más asfixia y la voz de Chávez sombría,
patibularia, como quien se prepara a anunciar una sentencia a muerte:
“No, no me sorprende, lo sospechaba, años de
militancia en El Valle, compinches, amigos, seguidores, apartamento y ahora con
amiguetes en la oposición: de editores de periódicos, conductores de programas
en televisión, en radio, todos amigos y relacionados con la campaña del
majunche mayor, incorporado al “Comando Carabobo” por Jorge Rodríguez y que
para controlar al “Colectivo La Piedrita”, pero déjenme llamar al general
Rodríguez Torres para que lo detengan en el acto”.
“Presidente” salta Malmierca “Nunca dé esa
orden: estamos manejando una hipótesis y hay que comprobarla: vamos a esperar
el mitin del “23 de Enero” que está programado para dentro de dos semanas, y
creo que ahí tenemos la oportunidad de comprobar o descartar”.
Chávez
asiente, recoge unos papeles, como de quien se va a retirar y pregunta:
“Camaradas, ¿conocen ustedes al “Gato” Briceño?
“Claro presidente” responde Rubashenko
“nosotros conocemos a todos los animales de la revolución: a los gatos, a los
chivos, a los perros y sobre todo a los patos. Porque ¡ah, revolución para
tener patos!”.
“Si” dijo Chàvez “ muchos patos y todos son
unos traidores” se paró para retirarse… “Entonces señores, muchas gracias…Otra
vez la eficiencia, la rapidez y la lógica llegando al nombre del culpable.
Desgraciadamente no podrán ayudarme en el segundo caso que quiero resolver hoy
y no me queda sino despedirlos”,
“¿Cuál presidente?”, saltó Rubashenko “la
intuición detectivesca no conoce límites, no por nada se dice que inventamos la
lógica simbólica, hable que podemos dar sorpresas en espionaje nuclear y fraude
electrónico”
“No amigos, no creo que puedan ayudarme desvelando
el misterio del ciclón de Quíbor donde casi pierden la vida el ministro Reyes
Reyes, el ministro Farruco Sesto y el alcalde del municipio Jiménez: esto es
sobre un fenómeno natural que emerge de la nada y produce tal tipo de desastre
que pienso es para una inteligencia de otro tipo” terminó Chávez
“¿Del cuarto tipo quizá?” dijo Rubashenko
“¿videntes, parasicólogos, médiums, omniaudientes?”
“No exactamente “dijo Chàvez “ pero si de
santeros, shamanes, paleros, gente que lee la oujia, los caracacoles, el tabaco
y anda por el más allá”
“Presidente” estalló Ivanov en una carcajada
“esos vagamundos conspiradores no tiene que buscarlos sino en el INAMEH, porque
ellos tenían que saber que había un ciclón en el ambiente, anunciándose en la
bioesfera y no dijeron nada. A esos los llamaba el camarada Stalin
“conspiradores cósmicos ”.
El
comandante-presidente puso tamaños ojos, anotó en una libreta, y comentó:
“Ustedes son invaluables, camaradas, el INAMEH y no se me había ocurrido, ya
mando a interrogarlos en el SEBIN, y por el propio Rodríguez Torres, a esos
pitiyanquis caprilistas. Que los espíritus de la sabana me los bendiga,
muchachos y pídanle a El Aissami todo lo que necesiten. Camaradas Rubashenko e
Ivanov: Dusvidania. Camarada Malmierca: Patria, socialismo o muerte”.
Las
dos de la tarde cuando los tres detectives abordan sus naves en el garaje del
sótano de Miraflores para irse a almorzar a alguno de los lujosos restaurantes
del Este de Caracas. Desde su Audi, Ivanov, le comenta en ruso a Rubashenko que
ya abre la puerta del Camry:
“Alexei: Este presidente Chávez es el propio
“Míster Jeckil y Míster Hide”: cuando quiere simular que está enfermo luce como
un moribundo, pero si se trata de parecer sano, nadie puede imaginar que tiene
cáncer y morirá en poco tiempo”
“Le gusta jugar con los extremos” respondió
Alexei “que en este caso pueden conducir a la derrota o al manicomio”
“O a los dos” dijo ruso y enfiló hacia la
salida del estacionamiento que se pierde por la avenida Urdaneta.
@MmalaverM
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