Llegó al poder en 1998 a caballo de los errores del pasado. Las clases políticas que protagonizaron los 40 años que trascurrieron desde la caída la dictadura de Pérez Jiménez fueron sometidas al escarnio público. No fue difícil hacer leña del árbol caído. El rendimiento de esos 8 períodos presidenciales dejaba mucho que desear. Ríos de dinero se habían gastado y la pobreza y el malestar no hacían más que crecer.
El discurso del otrora golpista frustrado era fácil de construir. Criticaba las decisiones de grupos cerrados que no atendían los problemas del pueblo. Lanzaba amenazas contra los corruptos que se habían hecho de los dineros públicos y dejado a la gente en la pobreza. Enumeraba los proyectos inconclusos y denunciaba cómo las esperanzas de los venezolanos habían quedado frustradas mientras se le daba más importancia a mantenerse en el poder que a un proyecto de país que sirviera a los intereses de sus habitantes.
Para erradicar los vicios y problemas del pasado, se hacía necesario refundar la República, emprender un nuevo rumbo que se hizo creer a los venezolanos estaría lleno de nuevas formas de hacer las cosas. Cuatro de cada cinco venezolanos creyeron que con el proceso constituyente se superarían las taras del pasado. Es como si una nueva clase política, virginal, se hacía del poder para trabajar denodadamente por la superación de los problemas que aquejaban a los venezolanos.
Las expectativas de los venezolanos se dispararon a niveles no vistos desde que Pérez fuera reelecto en 1988. El voluntarismo de nuestra gente fue explotado al máximo. Bastaba con decir que algo se iba a resolver para que el nuevo líder recibiera crédito de inmediato. Las esperanzas del pueblo adquirieron forma humana. Se materializaron en esa especie de Martín Valiente que prometía freír la cabeza de los adecos, perseguir a las cúpulas podridas, resolver los problemas de los venezolanos.
Si bien es cierto que este líder tuvo que enfrentar momentos de mucha dificultad, también lo es que es el presidente que ha disfrutado de mayor poder y capacidad de acción desde 1958 para acá. La pregunta que cabe hacerse es: ¿cuál es el balance de esa gestión en términos de esas esperanzas que logró capitalizar?
Y esta pregunta viene a cuento en momentos en que ese líder pide a los venezolanos al momento de presentarse a una cuarta elección consecutiva que lo elijan por seis años más para completar dos décadas en el poder. Pide esta persona lo que nadie se atrevió a pedir anteriormente. Hay varios problemas en esto. El primero que pide seguir en el poder sin rendir cuenta por todo el que ha disfrutado hasta el momento.
Y el balance tiene que comenzar por los problemas de 1998 que lo llevaron al poder. ¿Está el problema de la vivienda mejor que al llegar el presidente al poder? Definitivamente no. A última hora se dieron cuenta que el problema está ahí y mucho peor. De un déficit de un millón de unidades habitacionales se pasó a uno de más de tres. Y la misión que trata de resolver el problema no lo hará, si mantiene un desempeño parecido al actual, en menos de diez años. ¿Con que cara le dice el ahora cuatro veces candidato a la gente que cuenten con la solución del problema en los próximos seis años?
¿Qué de la inseguridad? Este problema se fue de madre desde hace mucho tiempo El presidente y sus ministros han sido totalmente incapaces en el manejo de este asunto. Cada vez que se anuncia un plan de seguridad (19 en total) vemos un recrudecimiento de la criminalidad. ¿Con que cara le dice el candidato oficialista a los familiares de las víctimas que solucionará este problema si hasta el momento ha fracasado escandalosamente?
Y de las obras de infraestructura que decimos. Muy poco de nuevo. Muy poco si se dice que este gobierno ha manejado un millón de millones de dólares que no se ven por ningún lado contribuyendo al desarrollo del país. ¿Dónde está red de trenes que cruzan el territorio nacional? ¿El metro de Maracaibo, o el de Valencia? ¿El segundo puente sobre el Lago de Maracaibo? ¿Con qué cara el presidente puede prometer que algo de esto entrará en funcionamiento en algún momento?
¿Con que cara le dice a los enfermos de cáncer que los hospitales funcionan? ¿Con que cara le dice a los aspirantes a universidades que los bachilleratos funcionan? ¿Con que cara le ofrece a los venezolanos una vida mejor?
¿Y la corrupción? ¿El tráfico de influencias? ¿Las decisiones tomadas entre gallos y medianoche sin consultar al pueblo? ¿Y el desconocimiento de la voluntad popular que rechazó los cambios que proponía a la mejor constitución del mundo? ¿Con qué cara?
Lo cierto es que perdió la gran oportunidad de modernizar a Venezuela y meterla de lleno en el siglo XXI. El país es hoy más dependiente de intereses internacionales. El país es hoy mucho más vulnerable que en el pasado con todo y la juguetería bélica rusa a la disposición.
@botellazo.
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