Desde que se inició esta revolución verborreica, los epítetos,
calificativos, descalificaciones y agresiones no han escaseado y se han
sembrado por toda Venezuela.
La propiedad intelectual de la adjetivización
negativa de la política le pertenece por entero a Chávez quien en forma
permanente ha nutrido el "imaginario" del discurso chavista con toda
clase de improperios contra quienes son considerados como enemigos y no como
adversarios políticos, como se acostumbraba antes.
Cocinado en los hornos del resentimiento más patológico, ha
surgido de boca del jefe de la revolución bolivariana la denominación
"apátrida", claramente humillante hacia aquellos que no profesamos
simpatías hacia el proyecto que él encarna y que hasta ahora ha resultado un
fiasco que oscila de barranco en barranco.
Con el ofensivo puntapié de "apátrida" quiere
significar el Jefe del Estado venezolano que más de la mitad de los venezolanos
que se le oponen no tienen patria y si la tienen no es Venezuela sino el
"Imperio" mismo. Y de esta manera y en forma sistemática y cruel
Chávez ha condenado a más de 14 millones de personas a una condición de
ciudadanos sin patria, lo que equivale a no tener ninguna clase de derechos,
incluido el más venezolano de todos, como es derecho al pataleo.
Niños, adolescentes, estudiantes, amas de casa, trabajadores de
todas las clases sociales y creencias que no simpatizan con Chávez se resienten
frente al permanente y terrible insulto que profesa el Presidente de la
República habitualmente en cadena nacional, contra humildes ciudadanos que no
le han comprado su maltrecha revolución.
Pero cuando uno analiza la presencia extranjera desmedida en el
territorio venezolano de un ejército de más de cincuenta mil cubanos camuflados
de médicos y otros oficios, uno siente que la condición de apátrida le
pertenece por entero a Chávez, quien además le entrega a Cuba más de 100 mil
barriles diarios de petróleo sin recibir la paga correspondiente.
Similar cuestión ocurre cuando se piensa en el enorme crédito
otorgado por China a Venezuela, lo cual más que un préstamo es una compra a
largo plazo de nuestro territorio y su gente por lo impagable que resulta el
mismo, y que requeriría más de tres generaciones de venezolanos para saldarlo.
El apátrida otra vez no puede ser otro que el mismo Chávez.
De igual manera está la terrible situación denunciada en días
recientes en elMiami Herald: el Dictador de Irán cuenta con puerto privado en
Paraguaná, estado Falcón, para realizar ensayos misilísticos de mediano
alcance. Esto de ser cierto, es una contundente prueba y entrega de la patria a
potencias extranjeras.
Y qué decir de nuestra reclamación territorial con Guyana donde
el Presidente se hace el loco, deja pasar y no hace nada para devolverle a
Venezuela importante porción que históricamente nos pertenece.
El último invento del Jefe de Estado además del "vengan con
Chávez y tendrán patria", es decir algo como que "quien no es
chavista no es venezolano", lo cual colma el vaso de la insolencia que
discurre contra natura, en quien se supone como Chávez, debe ser un ejemplo para
todos los ciudadanos y gobernar sin discriminación alguna.
Con todas estas evidencias preguntarse no es ocioso: ¿Apátrida
yo?
@jcajias
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