jueves, 5 de julio de 2012

JAIME REQUENA, SALVANDO LA CIVILIZACIÓN

        La tarea que se impuso el candidato oficialista de salvar de la ruina a la civilización toda ­la occidental y la oriental­ constituye el alfa-omega de su programa de gobierno. No tenemos mayores razones para dudar de su sinceridad sobre sus deseos de componer las cosas que andan mal en los otros países. Aunque, a decir verdad, preferiríamos que se nos resolvieran las nuestras que ­las más de las veces­ andan peor que las de ellos. Me refiero a cosas como nuestra seguridad o precarios servicios básicos, como educación, salud, luz, agua o transporte. Ello, para sólo reiterar sobre lo cotidiano.
    Conviene señalar que el Quijote de Sabaneta ya tiene varios quinquenios en ese ajetreo y que de salir favorecido con el voto popular el próximo 7 de octubre, quedaríamos atados a lo que monta a una desquiciada obsesión. Propone trabajar sobre cuatro o cinco campos, dentro de los cuales no resalta mucho lo de ciencia y tecnología, y menos se entiende su participación.
    Nos falla la comprensión y nos pistonea la lógica cuando tratamos de visualizar de qué manera las iniciativas en ciencia y tecnología venezolanas podrán evitar que la humanidad se venga a pique en el próximo sexenio. Tamaño reto intelectual tendría alguito de sentido, si los rojos-rojitos propusieran formar en el mejor nivel posible a nuestros jóvenes que desean abrazar la noble profesión de científicos, tecnólogos o innovadores y les brindásemos todas las oportunidades para su desarrollo profesional.
    En vez, Hugo Chávez Frías nos vuelve a proponer comprar bien caro otro satélite ensamblado por unos chinos educados fuera de su país, donde tuvieron la oportunidad de copiar la tecnología desarrollada por gigantes innovadores; quintaesencia del capitalismo salvaje que tanto nos quita el sueño, mientras que reitera su campaña en pos de normas para la denominación de origen de quesos telitas, empanadas o el uso de los gases intestinales de rumiantes.
    Aparte de lo anterior que resalta por su parroquialismo, no se visualiza cómo a partir de faenas de muy dudosos resultados, como las políticas puestas en práctica durante los tres periodos presidenciales pasados, junto a tejemanejes de naturaleza estrictamente local, como las que se están proponiendo, podrán lograr salvar a todo el planeta de su destrucción. Ello para no comentar acerca de lo poco democrático que es pretender cambiarle la vida a terceros, sin ni siquiera tener la cortesía de informarlos o buscar su conformidad para ello. ¿Qué opinión le merece al irlandés del norte el plan de nuestro Supremo Líder de convertir su granja en una comuna con sus vecinos del sur? 
Honestamente, me quedo con las propuestas de Henrique Capriles Radonski y su invitación a poner la casa en orden antes de pretender dar lecciones a quienes han sabido sacarle ventaja a quince años de desaciertos y retrocesos.
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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