Mientras alrededor de mil millones de personas sufren
malnutrición, el consumo de alimentos en el planeta ha aumentado un 15% por la
explosión demográfica. La pobreza no disminuye y la población de los países
ricos está cada vez más gorda y desperdicia más. La obesidad se ha convertido
en una epidemia que perjudica también la salud del planeta.
Las personas con sobrepeso necesitan más cantidad de energía
para moverse. Cerca de 111 millones de personas podrían alimentarse con lo que
consumen de más los adultos con sobrepeso. Esos excesos servirían para cubrir
las necesidades nutricionales de los países más pobres.
“La producción mundial de alimentos daría para comer a toda la
población, pero el acceso es desigual”, afirma Amador Gómez miembro de Acción
Contra el Hambre. Mientras la obesidad es uno de los principales factores de
muerte en una parte del mundo, en la otra mueren millones de desnutrición.
Al reparto desigual de alimentos se suma el crecimiento
descontrolado de la demografía. La población mundial alcanza hoy los 7.000
millones de habitantes, las previsiones estiman que en 2050 la cifra rondará
los 9.500 millones. Sin un consumo más sensato, sin educar a los más pequeños, sin
concienciar a todos los pueblos del problema de la explosión demográfica, la
vida en el planeta se hará insostenible.
“La lucha contra la gordura puede ser crucial para la seguridad
alimentaria y la sostenibilidad ecológica”, se afirma en un estudio de la
Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. La batalla empieza en la
educación: enseñar a los más pequeños a comer en función de sus necesidades;
evitar el derroche de alimentos que genera millones de toneladas de
desperdicios de productos comestibles; erradicar los hábitos de consumo voraces
e innecesarios. De tal manera, que la balanza se lograra equilibrar y se
cubrieran las necesidades alimenticias de la población.
“La educación es clave para que las nuevas generaciones
entiendan que el actual es un mal modo de desarrollo y un mal modo de vida”,
afirma Francisco García Novo, catedrático de la Universidad de Sevilla. Un
estilo de vida en el que predominan los excesos y el despilfarro y que tiene
consecuencias. Cada año fallecen alrededor de 2,8 millones de personas adultas
como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. En 2010, alrededor de 40
millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso.
La obesidad se ha convertido en el “enemigo público número uno”
de los países desarrollados, en palabras de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos. Sin embargo, las pautas de consumo desmedido se
empiezan a extender por los países empobrecidos. Millones de teléfonos móviles
y comida basura comienzan a invadir los hogares más pobres. En dichos países no
existen políticas de planificación familiar ni de prevención de embarazos
tempranos. Un binomio peligroso que sólo se puede combatir desde la educación.
“El doble debate sobre población y consumo es un asunto que nos
afecta a todos, países desarrollados y en desarrollo, y debemos asumir nuestra
responsabilidad colectiva”, afirman los presidentes del Global Network of
Science Academies.
La lucha contra la obesidad no sólo se debe centrar en los
alimentos, se tiene que educar sobre el consumo. Al mundo le sobran toneladas
de peso, pero la balanza no está equilibrada. Los países ricos crean excedentes
de producción que se pudren en los contenedores y alteran los precios en el
mercado. El envío de esos excedentes a países empobrecidos no resuelve el
problema del hambre y se convierte en un despilfarro de energía y de recursos
por lo que cuesta transportarlos.
Somos responsables de un consumo desaforado al que debemos poner
fecha de caducidad. Empezar por comprender que no necesitamos tantos alimentos,
tantos teléfonos, tantos coches, ropas, y demás productos. Y educar a los más
pequeños en la idea de que tener más no es mejor. Sino que lo mejor es tener en
la justa medida.
El ritmo de consumo exacerbado e insensato de los países ricos y
el crecimiento de la población en los países empobrecidos amenazan la
sostenibilidad del planeta, sobreexplotado y sobrepoblado. Es responsabilidad
de todos dar un respiro al mundo. No necesitamos todo lo que consumimos. No
necesitamos vivir así.
ccs@solidarios.org.es
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