En julio de 2011, en entrevista a Qué Pasa, manifestó su intención de presentarse como candidato presidencial de la Concertación para las próximas elecciones chilenas de 2013.
Andrés Velasco no dejó a nadie indiferente
En el capítulo pasado de Tolerancia Cero, el ex ministro de
Finanzas de Bachelet y ahora precandidato presidencial remeció a la clase
opinante chilena al tocar un tema tabú: a la hora de nombrar cargos de gobierno,
priman los favores y las lealtades personales.
A esto le llamamos clientelismo político, que Wikipedia define
como el intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos
políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su
función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo
electoral.
La historia que narró el ex catedrático de Harvard fue breve
pero contundente. Antes de asumir como ministro, el senador Girardi le dice que
tiene una lista de gente para ocupar cargos en Hacienda. Velasco le contestó
que debían postular. Girardi, furioso, le prometió que en el Senado no votaría
por ninguno de sus proyectos, como así demuestra el prontuario de votaciones
del oscuro senador.
¿Es esta la forma que queremos administrar las cuestiones de
Estado? No, por supuesto que no. ¿Es el clientelismo un fenómeno de larga data
del cual nadie —hasta ahora— se había atrevido a siquiera mencionar? Sí, lo que
es patético. ¿Fue el clientelismo y todas estas malas prácticas lo que derrumbó
a la Concertación? Como sabemos, sí.
"Si son buenos, que postulen" / "¿Ah sí? Así nos
vamos entnces"
Michelle Bachelet culminó su gobierno con una alta popularidad.
La gestión económica de su mandato también fue elogiada por la ciudadanía.
Piñera ganó porque todo lo podrido de la Concertación ya no daba para más. Los
políticos y los pañales deben cambiarse con regularidad, y por las mismas
razones.
La respuesta del actual Presidente fue el "gabinete de
excelencia", que básicamente era gente destacada del mundo privado que
implantaría una "nueva forma de gobernar", antítesios de los
telefonazos de los caciques en las tiendas partidistas designando a dedo a sus
compadres. El Presidente Piñera, depositario él de la voluntad del electorado,
elegiría su gabinete conforme a su propio criterio, sin interferencia de
operadores políticos.
Esta situación fue anatema para los políticos de derecha, en
particular la ultraconservadora UDI, quienes no aguantaron esta "nueva
forma de gobernar" y mediante feroces amenazas e intentos de boicoteo,
además de escándalos públicos, lograron diezmar la "excelencia" y
llegaron bailando ricachá a La Moneda, para ahora ellos gozar de los beneficios
que antes sólo fueron privilegio de la Concerta.
Andrés Velasco ha remecido el terreno político al poner el dedo
en la llaga, ya que el clientelismo es el elefante en la habitación, el
problema que incluso Ricardo Lagos reconoció como un lastre que también lo
afectó en su momento.
No más clientelismo, please
Un país logra progresar cuando se institucionaliza, cuando es
bien gobernado, cuando es regido por leyes e instituciones que garanticen que
cada cual no sufra la arbitrariedad de sus pares o del gobernante; cuando cada
ciudadano puede gozar del fruto de su trabajo sin que sea confiscado por el
Estado, cuando la integridad y la seguridad están garantizadas, cuando se
respeta por sobre todo el derecho a propiedad.
Es imposible lograr lo anterior cuando el Estado es administrado
por un gobierno clientelista. Baste ver cómo Argentina es gobernada para darse
cuenta de lo nefasto de este vicio político, antesala de la corrupción.
¿Le conviene políticamente a Velasco esta disputa con Girardi? A
corto plazo, no. Ha ruborizado a sus ex camaradas y es compañeros de trabajo en
el gabinete de Bachelet. Con toda seguridad ha molestado incluso a la ex
presidenta y su entorno. Velasco dejó al descibierno las rencillas al interior
de la Concertación (la Alianza sólo puede admirar cómo la Concertación mantuvo
el orden a pesar de sus enormes conflictos).
Pero Velasco sólo podrá acceder a la presidencia si logra el
apoyo de la maquinaria partidista de la Concertación, y estas querellas sólo lo
perjudican. Por ahora.
A mediano plazo, se beneficiará. La Concertación necesita estos
remezones para por fin entender por qué se fue a la cresta. No fue el
neoliberalismo de Velasco. Fueron las malas prácticas de sus dirigentes, que
acabaron como meros cacicazgos que degeneraron en el engolosinamiento con el
poder. La ausencia de un proyecto republicano, y el conformarse con el puestito
y cómo mantenerlo, fueron casi lo único que aglutinaba a la Concertación.
Tus tareas
Andrés Velasco tiene un norme desafío por delante, y es el de
mostrarle al país que el vilipendiado "modelo chileno" no es una mera
herencia de Pinochet administrada por los políticos de la Concertación, como
afirmó el payaso que dirige la Confech.
Velasco es el mejor capacitado de la Concertación, o lo que queda
de ella, para explicarle a la ciudadanía que Chile ha progresado enormemente
gracias a todo lo que se viene construyendo desde el 11 de marzo de 1990, que
muy poco tiene que ver con el capitalismo clientelista de Pinochet (crony
capitalism, se llama).
El modelo chileno, que hace a esos marchantes pendejos rasgar
vestiduras, ha hecho que el sistema educacional chileno sea el mejor de la
región, y que cuatro de las diez mejores universidades sean chilenas, a pesar
que Chile es un país relativamente pequeño. ¿Es esto un fracaso? Difícilmente.
Además, hemos reducido la pobreza como nunca antes. Los chilenos hoy son más
prósperos que jamás antes en la historia del país. Chile está en los primeros
lugares de prácticamente todos los índices que cuentan. Pero el país necesita
seguir avanzando.
Urgentemente necesitamos reformas políticas, como eliminar el
binominal, algo que Velasco puede lograr sólo si une a la Concertación para
derrotar a los zánganos sobrerepresentados de la UDI que se benefician del
espurio sistema. Urgentemente necesitamos reformas sociales, como terminar con
la discriminación y apoyar el matrimonio homosexual, algo en lo que Piñera sólo
avanzó tímidamente. Urgentemente necesitamos acortar la brecha social, lo cual
felizmente Velasco ya analizó en profundidad y ha sido el único en dar en el
clavo (hablaremos de esto en un próximo post).
Y ahora, más encima, Velasco debe empezar a luchar contra el
populismo y las prácticas clientelistas arraigadas en la coalición que debiese
apoyarlo, y desafiar a los que quieren seguir barriendo la mugre bajo la
alfombra.
En esta arremetida, Velasco nos reveló nuevamente un carácter
iconoclasta. Debe seguir así hasta lograr el liderazgo que se merece en la
Concertación. Estaremos aquí para apoyarlo.
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