AUTOCRACIAS Y GOLPES
La eyección de Fernando Lugo en Paraguay remueve los problemas
de América Latina. En el siglo pasado estaban claros los conceptos de
dictadura, democracia y golpes de estado; el cambio de época ha traído nuevas
ideas sobre los temas: hay caídas de presidentes que parecen golpes y no lo
son; hay defenestraciones que parecen constitucionales y no lo son; hay
presidentes que usan formas democráticas y son autócratas; hay gobernantes
autoritarios en su estilo pero que son demócratas porque el sistema los logra controlar.
Lo que era claro ahora es confuso y lo peor que se puede hacer es utilizar
viejas categorías para entender lo que acontece. ¿Chávez es un dictador o no?
Si lo es, ¿a los dictadores no se les derroca? Si nadie plantea su
derrocamiento sino solo su reemplazo por vía electoral, ¿quiere decir que se le
debe el respeto como a todo demócrata? ¿Cuál es el juego verdadero?
LA VIEJA HISTORIA.
Hay un artículo ya clásico de Arturo Valenzuela, profesor de
Georgetown University y ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos en EEUU,
"Latin American presidencies interrupted", en el que analiza cómo
entre 1985 y 2004 hubo 15 presidencias que no se completaron. Sin incluir el
caso de Chávez en 2002, ni tres de los cinco presidentes que se sucedieron en
un mes cuando en Argentina Fernando de la Rúa renunció, ni el de Carlos Mesa
Gisbert que era vicepresidente y sucedió a Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia
(Mesa también fue obligado a salir del cargo). A esos 15 casos hay que añadir
los más recientes de Manuel Zelaya en Honduras y de Fernando Lugo en Paraguay.
Valenzuela cita a Scott Palmer de Boston University quien afirma
que "entre 1930 y 1980, los 37 países que forman América Latina
atravesaron 277 cambios de gobierno, 104 de los cuales (37,5%) tuvieron lugar
por medio de un golpe militar. Contrariamente, desde 1980 a 1990, sólo 7 de los
37 cambios de gobierno en la región tuvieron lugar a través de intervenciones
militares, dos de las cuales pueden ser descritas como claramente
antidemocráticas en sus intenciones. El número total de golpes fue el más bajo
para cualquier década en la historia de América Latina desde la
independencia..."
Lo que se observa es que los golpes clásicos escasean y lo que
se impone para destituir presidentes es el mecanismo de acortar sus mandatos.
La destitución de Carlos Andrés Pérez es para muchos un golpe de estado con una
hoja de parra constitucional, para otros es el ejercicio impoluto de los
mecanismos previstos por el ordenamiento jurídico; un proceso mucho más claro
es el de la destitución de Fernando Lugo (expresamente previsto en la
Constitución de Paraguay sin necesidad de juicio ante tribunales) y suscita
controversias similares.
RAZONES PARA LA GUILLOTINA.
Hay dos elementos cruciales que están detrás de esas interrupciones.
El primero consiste en que varios de los presidentes democráticamente electos
se convierten en autócratas y así se proponen impedir a toda costa su reemplazo
en el poder, por tanto las elecciones como mecanismo de relevo se anulan total
o parcialmente. Estos casos de semidemocracias, semiautoritarismos,
neoautoritarismos, autocracias competitivas o neodictaduras han sido
ampliamente estudiado y Chávez es apenas una peripecia reciente y escandalosa.
El segundo elemento crucial es que las instituciones no
funcionan bien o no funcionan. En estos, las sociedades no encuentran formas de
procesar las demandas a través de mecanismos establecidos, aun con presidentes
democráticos; entonces prescinden de las instituciones que son más obstáculos
que senderos para las soluciones.
Puede no gustar, pero los instrumentos constitucionales -o que
guardan la apariencia de tales- son los recursos que usan las sociedades, a
veces de manera forzada, para destronar demócratas devenidos en autócratas o
demócratas incompetentes o demócratas en marcos institucionales inoperantes.
NOTA PERSONAL Y LA REVISTA EXCESO.
El lector me excusará por emplear un espacio de análisis
político para una nota de relevancia personal, aunque se refiere al tema de la
justicia.
En la edición que circula de la revista Exceso hay un reportaje
sobre el caso de mi hermana, Odila Margarita.
Ella trabajaba en Fogade en el área de relaciones públicas en un
modesto puesto desde los tiempos de Esther de Margulis que la apreció mucho. En
el actual gobierno algunos le habían hecho la vida imposible por ser mi
hermana: la señalaron de ser parte de "la oposición radical" sin que
ella tuviera ninguna participación política. Debo exceptuar de esa intolerancia
a los amigos que cultivó en la institución y también a varios directivos de
Fogade, entre quienes destaco a Helena Salcedo y Rómulo Henríquez, mis amigos
de otras épocas; Milagros Zapata y el entonces presidente de la institución
Humberto Ortega Díaz.
Hace cuatro años, el 23 de junio de 2008, ella se fue a operar
de una hernia discal en la clínica Leopoldo Aguerrevere. Ese día murió. A los
45 años de edad. Pensamos que era una tragedia producto de las terribles
casualidades de la vida y por eso se procedió a la cremación. Sin embargo, me
dirigí a la clínica y en reunión con sus directivos y el médico, mi hermano
Mario, mi cuñado y yo solicitamos la historia clínica; a partir de entonces,
Mario se puso a estudiar el caso; él es médico cardiólogo, profesor por muchos
años de Fisiopatología en la Escuela Vargas, con experiencia en el tema de las
hemorragias y allí se descubrió lo que ocurrió: en la operación le fueron
cortados y lacerados vasos sanguíneos; el médico no lo advirtió a tiempo, a
pesar de los indicios existentes por la caída de su tensión arterial, mi
hermana tuvo una hemorragia interna incontenible, se llenó de sangre su cavidad
abdominal y murió. Llamaron a un médico de emergencia que venía ¡desde Cotiza!,
casi al mediodía; cuando llegó, ya era demasiado tarde. Tal vez ya era tarde
cuando lo llamaron.
Con nuestro abogado, Javier Iranzo Heinz, solicitamos al
Ministerio Público iniciar una investigación. A pesar de las demoras, así se
hizo. Finalmente el juez inició el juicio contra el médico Alejandro Márquez;
sin embargo, ha habido dos apelaciones de sus abogados. La última es la que más
ha afectado el juicio, porque resulta que la Sala 7, al conocer del recurso del
médico, solicitó al tribunal de Juicio que le remitiera el expediente y poco
después de recibirse por la Sala, destituyeron a uno de los magistrados
integrantes por lo que hubo que esperar a que lo reemplazaran, lo que ocurrió
hace cerca de un mes, pese a lo cual aún no se han pronunciado sobre la
apelación y por ende el expediente sigue la Sala 7.
Cuando hay muchas muertes, hay estadísticas. Cuando hay una
muerte, hay dolor irreparable. Estas líneas de contenido personal no quieren
promover ni venganza ni lástima: sólo justicia.
@carlosblancog
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