"El país, después de 14 años, quiere despojarse de se inmenso bostezo que sale de Miraflores"
¿Tarifa mínima o máxima?
El viernes, muy temprano, una llamada atajó mi tranquila modorra matutina. Era la voz rumorosa, como de agua entre los pedregullos de un río merideño, de Dolores, mi confidente roja. El ronco susurro bastó para disipar mi pereza y saber que la camarada había dispuesto verme para pasarme el parte de guerra. Su guerra; la que libra con sus escrúpulos y con su amor irracional por el paciente inglés de Sabaneta.
Me anunció que El Químico pasaría por mí y antes de concluir una demorada conversa telefónica, ya el bochorno de las camionetas blindadas y los escapes en sordina de las motos de alta cilindrada, anunciaban que las fuerzas del orden sitiaban mi morada. Esta vez El Químico me hizo una extraña petición; consistente en que me colocara una capucha. Estuvimos en el paseo por un tiempo infinito, pero apenas sentí que descendíamos por una rampa fui invitado a volver a la claridad. No sé si estaba en el Country Club pero parecía. Apenas descendí del carro medio aturdido, hizo su aparición Dolores, venía de la piscina de esta formidable casa escarlata; resplandeciente, con esa piel que parece haberse robado trozos de sol, con oriente de zanahoria, naranja y cobre, mientras paseaba el monumento de su cuerpo sobre esas columnas que son sus piernas, que se resuelven al final en los pies preciosos que han enloquecido a más de una unidad blindada. El próspero empresario o el poderoso general que la corteja no se dejaba ver, apenas el celaje de un poder desparramado en mármoles, tan lejanos del modesto apartamento de Santa Mónica... en fin, Dolores es Dolores, la mujer que maneja más hilos que un titiritero revolucionario.
EL GENERAL DESCONTENTO O EL DESCONTENTO GENERAL.
Mientras se seca el pelo al estilo de mujer de raza, moviendo la cabeza de lado a lado, lanzando miríadas de gotas sobre el mundo en sequía, cuenta el malestar de la gente de uniforme. Adopta una posición casi marcial, de la cintura para arriba, para afirmar: "Por fin ustedes nos llevan una ventaja -que puede ser decisiva- dentro del animus militari", para proseguir, "el debate interno, aunque soterrado, es sobre quiénes ascienden con Hugo y quiénes ascenderían con Capriles. A pesar de que formar parte de los cargos civiles en la Administración Pública ha representado una gran ventaja económica y de influencias, se ha creado un problema serio porque esos son los que más ascienden; en cambio no lo hacen con la misma frecuencia los oficiales de los cuarteles".
-Pero esa situación no parece importarle mucho a Chávez, digo. Con tal de tener cebados a los principales oficiales, el resto no tiene mucho peso...
-Te equivocas; ahora los capitanes, mayores y comandantes, y hasta coroneles que los han retrasado, que son militares-militares, miran con esperanza un nuevo gobierno.
-Me sorprende que existan esas simpatías por la oposición, le lanzo provocadoramente, mientras observo el giro copernicano que hace Dolores con sus piernas de miliciana atrevida.
-No. Sabes bien que en la gente de los cuarteles hay hastío en relación con el gobierno, pero no hay simpatías por los políticos de oposición, ni siquiera ven todavía a tu candidato como Comandante en Jefe; pero no hay duda de que en un nuevo gobierno los ascensos se lograrán en los cuarteles y no en los cargos civiles de los políticos... La real tragedia interna consiste en que los oficiales son despreciados por los cubanos, por los iraníes, por los radicales de izquierda, y por muchos opositores de a pie que los ven como serviles sin comprender su recóndita situación profesional. Hasta por los chinos que construyen viviendas en el Fuerte sólo con obreros chinos. Y por funcionarios de inteligencia que hacen pasar a generales por detectores de metales.
TARIFA MÍNIMA.
El tema militar fascina a Dolores. Ella tiene vara alta en la oficialidad escarlata que sabe que una palabra suya al oído del Sultán puede favorecer o hundir. En cierto modo ha variado desde sus furores iniciales, fundados en una estrechísima e insondable relación personal con "Hugo", hasta esta especie de desencanto que, sin embargo, no la lleva a la otra orilla del río. "Yo de derecha; jamás", dice como si en verdad pensara que el bochinche rojo es de izquierda; en seguida sus afirmaciones son desmentidas por una sonrisa que en la pulpa de sus labios se disuelve en tristeza.
-El drama es que hay quienes quieren alzarse aun si Hugo es derrotado con los votos, suspira la generala.
Ante mi rictus escéptico, continúa: "Los oficiales medios prefieren pagar "la Tarifa Mínima -es decir, los Tribunales Militares- por insubordinación, que son apenas unos pocos años de pena, a la Tarifa Máxima que es dispararle al pueblo; lo que, de acuerdo al Estatuto de Roma, configura delito imprescriptible por violación de derechos humanos". Advierto que el tema de impedir el resultado electoral no es muy popular entre los militares. La camarada me dice que los militares saben sacar cuentas y que por lo generales no hay que preocuparse demasiado: "si quisieran no podrían, porque la cadena de mando es demasiado larga como para que no ocurra un cortocircuito en algún eslabón, si se dan órdenes ilegales".
QUIEREN, PERO, ¿PODRÁN?
Ya Chávez no da más, le digo a mi confidente. No es sólo la enfermedad sino el aburrimiento que provoca. Hasta en los refugios, lo primero que hacen los que allí sobreviven es buscarse una conexión por cable para ver televisión. El país huye de Chávez. No es que los venezolanos se hayan vuelto opositores (unos sí y otros no), sino que después de 14 años quieren despojarse de ese inmenso bostezo lleno de bacterias y halitosis que emana desde Miraflores; más de lo que Hitler, Pérez Jiménez y otros estuvieron en el poder.
-Es posible que tengas razón, pero no les será fácil. Los militares tienen frenos pero los colectivos armados no y a algunos de éstos se les han facilitado una especie de "parques" ambulantes para cuando la revolución los necesite...
-Dolores -protesto- esos colectivos armados no resisten una acción institucional de la FAN.
-La única salida de ustedes y que le preocupa a Hugo es que el CNE se divida no 4 a 1, sino 3 a 2: tres pueden proclamar a uno y dos a otro. Hay una camarada electoral que prefiere pagar la Tarifa Mínima también...
Lo que se observa después de esta cita tristona es que lo que Chávez llegó a representar en 1998, un deseo voraz por el cambio, se disuelve en el desaliento. Mientras, Capriles se transforma en esperanza. Lo quieren parar mediante la violencia y muchos de los que podrían ejercerla, no están dispuestos. Dolores y yo nos quedamos abrazados un largo rato como si un próximo reencuentro estuviera en duda. Ella sabe lo que viene; yo también...
Twitter @carlosblancog
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