El regreso de Didalco y Manuitt son el reflejo de que no
descarta una dura sorpresa. Los necesita
Allí está de nuevo sentado sobre las bayonetas, exhibiéndose
como un inveterado mandamás tercermundista... Allí está, como siempre,
contrariando con los hechos sus fanfarronadas de engañoso prócer democrático...
. Allí está, asfixiado en su codicia, exigiendo la adulancia y el apoyo
incondicional de una FAN a la que siente arisca y en espera... Nada ha cambiado
en él, salvo la maestría con que ahora se desenvuelve en el ejercicio de la
piratería patriótica. Es cierto que nadie se le compara: su impenitente
charlatanería no tiene parangones. Tampoco es posible competirle en
desvergüenza y arrogancia. Chávez es definitivamente superior en la vanidad y
la arbitrariedad: es el coloso de la intimidación y el chantaje... De eso habla
su campaña desde los cuarteles, a los cuales apela impedido de competir en la
calle, y sin ocultar su obsesión por la posibilidad de una "primavera
venezolana".
Desde su artificiosa majestad republicana, el comandante no
niega lo que quisiera hacer si la FAN estuviera claramente disponible en caso
de que los vientos de octubre soplaran en su contra. Lejos quedaron aquellas
homilías sobre la hermandad de los cuarteles con el pueblo desarmado. El Chávez
que se finge sobrado ante su contendor, necesita reafirmarse desde el Fuerte
Tiuna porque le acechan las dudas: lo que está viendo desde el Palacio
contrasta con las encuestas. Lo que ve es un resultado poco eficiente y
probablemente objetable, que podría ser el chispazo que incendie las
praderas... Por eso la campaña de Capriles comienza a generarle inquietud: él
mismo fue, en su momento, un fenómeno inusitado cuyo encanto era inescrutable
para la Venezuela de entonces.
El Capriles que nuestro mandón observa con aprehensión no es el
majunche de sus peroratas. El Capriles que le quita el sueño es un contrincante
angelado, a quien la calle está recibiendo con inesperada simpatía... Que su
contendor pueda caminar el país dejándose tocar por las masas, es un motivo de
angustia. Chávez tiene ya demasiado tiempo encerrado en su despacho; demasiado
tiempo gastado en comandar su imaginaria guerra de las galaxias. A eso
responden los tanques y fusiles con los que el Presidente se retrata: ya no
puede abrazarse al pueblo ni tocar el barro de la pobreza... Al atribulado
comandante, que ahora se abraza a la "chatarra" de la que una vez
abominó, solo le quedan los flashes encendidos en los cuarteles, desde donde
amenaza, inseguro de su cómoda victoria y del respaldo de sus camaradas
uniformados. Si no lo acorralara esa duda, no habría recurrido jamás a los malhechores
a quienes ha recibido de vuelta en la revolución bolivariana. El regreso de
Didalco y Manuitt son el reflejo de que no descarta una dura sorpresa. Los
necesita.
Argelia.rios@gmail.com
@Argeliarios
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