Pero he aquí que más fuerza que su neverota recién adquirida lleva medio día apagada, ¡un regalo de Don Regalón! ¿Y su reluciente camionetanga? Parada en el garaje porque Cadivi no le garantiza el repuesto que la pondría de nuevo en las calles, después de seis meses varada
Hay mitos recientes y hay mitos antiguos. Quizás el más antiguo al que los venezolanos se aferran sea el de conseguir real fácil y pronto. Eso nació con la llegada de los primeros conquistadores españoles y no murió, sino que se mantuvo en "hibernación", durante la Colonia. Se trata de la combinación de dos experiencias singulares: "la búsqueda del Dorado", que nos convirtió en una sociedad andariega desde el comienzo (el fulano Dorado no aparecía por ningún lado, a pesar de agotarnos buscándolo... ) y, no faltaba más, el asentamiento en la isla de Cubagua.
Detengámonos allí por un momento. Los primeros conquistadores españoles descubren que, en las costas de una isla perdida en el oriente de "Tierra Firme", hay perlas. Rápido construyen un poblado al que bautizaron Nueva Cádiz, y ponen a expertos nadadores indígenas a extraer perlas mientras ellos la comercializaban. Comenzaba así el "saca-y-saca" venezolano que rápido se agota, que nunca nos ha abandonado.
Si el Dorado era el "negoción" (los venezolanos parecen huir del negocio, eso es para los musiús, afirman), Cubagua fue la "extracción". En ambos casos, la riqueza está allí, no hay que trabajarla, no hay que producirla. Es más, si podemos, que lo hagan los extranjeros y nos den las "regalías" que les impongamos, que "pa'eso esa vaina es nuestra... ".
A partir de aquel momento -"preñado de ominosos signos para el futuro"- los venezolanos le han asignado poderes mágicos a "los reales". Y a quien los tiene le acreditamos todo tipo de posibilidades y venturas. El ricachón, entones, todo lo puede y ello muchas veces lo hace un "blanco" fenomenal de cuanto malhechor pasa por la comarca.
Quedémonos por de pronto con la imagen de que "los reales" logran lo que quieren: mujeres, carros, man-siones, viajes y juerga permanente. Lo interesante es cuando los reales se convierten en las "cimientos" de un mito político: con real todo se consigue, sobre todo los votos de una población a la que le llegan aunque sean migajas. Hoy ese "mito" produce un veredicto contundente: "¡Chávez va a ganar porque tiene muuucho real!, sentencian los expertos.
Permítanme un cuento esclarecedor. Corría el año 1978 y ya la Gran Venezuela del primer Pérez había producido una sociedad ahíta de billetes, pero también de problemas desconocidos hasta entonces. Como sentenciaba Ramón Piñango: "si a un Ministerio cualquiera se le dificulta ejecutar un presupuesto modesto, pero funcional, ¿se imaginan cuando se lo multiplican por 10"?
Un ejecutivo adeco, de esos que balbuceaban sus primeras "políticas públicas", comentó sin vacilar ante la anuencia de quienes le rodeaban: "los adecos van a ganar porque CAP ha lanzado mucho real a la calle". Cuando tomé la palabra dije más o menos lo siguiente: "tú estas suponiendo que la gente adjudica su recién adquirida riqueza al Gobierno y eso no suele suceder; pero lo que sí acontece con frecuencia es que, cuando su recién adquirida avioneta no puede arrancar por problemas de aeropuerto y de burocracia, la culpa, esa sí, se la asignan enterita al Gobierno". A los meses ganó Luis Herrera Campins, propinando una segunda derrota a los adecos.
El mito afirma lo mismo acerca del mejor heredero de los adecos: mucho real en la calle, Mercal, Maiquetía a reventar y camionetangas de todas las marcas copando calles y carreteras. Y el votante racional y agradecido recordando a su gran derrochador ese domingo, como si fuesen del Foro de Sao Paulo.
Pero he aquí que más fuerza que su neverota recién adquirida lleva medio día apagada, ¡un regalo de Don Regalón! ¿Y su reluciente camionetanga? Parada en el garaje porque Cadivi no le garantiza el repuesto que la pondría de nuevo en las calles, después de seis meses varada... Por eso tiene que coger un "aeroejecutivo" para que lo lleve desde Caracas a Valencia... en cómodas 8 o 10 horas, mientras su sobrino es "ruleteado" por las urbanizaciones de Maracay, sin enterarse de la misión "A toda vida", mientras los atracadores están a todo pulmón desvalijándolo.
Pero ¿es que los reales no pueden ponerse en afiches, camiones-carrozas, mítines rodantes y demás parafernalia chavista de elecciones? Por supuesto que sí. Lo que no está seguro es que esa inversión produzca votos por borbotones el 7 de octubre, sobre todo si la gente cree que deberían ponerse a trabajar para dar luz, agua corriente, y caminos reparados. Y la gente ve, oye y se molesta, y es eso lo que recoge el Correcaminos por donde quiera que pasa y con besos le reciben.
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