sábado, 30 de junio de 2012

TRINO MÁRQUEZ, TRES PILARES DE LA CAMPAÑA CHAVISTA

La principal forma de ejercer el ventajismo es a través de la publicidad oficial. La propaganda gratuita y obligatoria que exige la ley Resorte constituye una forma encubierta de favorecer impunemente a Chávez. En ella no hay nada de institucional

La enfermedad del comandante y su imposibilidad de desplegar una campaña electoral como Dios manda, han determinado que la cruzada chavista se apoye en tres puntos fundamentales.

El ventajismo más obsceno que se haya visto en Venezuela y que, probablemente, no tenga parangón en ningún país del mundo, salvo en aquellos donde existen dictaduras militares desembozadas, que se cubren las partes púdicas con elecciones fraudulentas que buscan demostrar alguna legitimidad de origen. El ventajismo está asociado a un culto a la personalidad nauseabundo. La izquierda tradicionalmente critica estas prácticas grotescas, pero al parecer el cuestionamiento resulta más verbal que real. Fidel Castro y sus pupilos -Hugo Chávez, Daniel Ortega y Rafael Correa- no resisten el menor halago.

La principal forma de ejercer el ventajismo es a través de la publicidad oficial. La propaganda gratuita y obligatoria que exige la ley Resorte constituye una forma encubierta de favorecer impunemente a Chávez. En ella no hay nada de institucional. Es una publicidad totalmente parcializada que financian los medios de comunicación sin ningún costo para el chavismo. Representa un acto hegemónico de usurpación y confiscación antidemocrático y arbitrario, que tendría que ser rechazado por el CNE porque quebranta el equilibrio que debe existir en el proceso electoral. Por supuesto que la mayoría oficialista del organismo electoral hace mutis en el foro, lo mismo que ante las cadenas, cada vez más insolentes.

La otra columna de la campaña oficialista reside en las encuestas adulteradas. Estas persiguen demostrar la supuesta invencibilidad del caudillo y desmoralizar a los votantes de la oposición para que sientan desgano a la hora de votar. ¿Para qué hacerlo si ya Chávez ganó? Este es el mensaje enmascarado de esas encuestas amañadas, distorsionadas, realizadas por mercaderes o impostores maquillados con una supuesta autoridad científica, que buscan demostrar lo indemostrable, pues no existe ninguna prueba palpable, empírica, más allá de la abstracción de los cifras, de la supuesta superioridad numérica del candidato del continuismo. ¿Cuál marcha, cuál mitin, cuál concentración o movilización constata la hipotética ventaja estadística del aspirante del Gobierno? Ninguna. El hombre desde hace años no sale a recorrer las calles. ¿Es que acaso los dígitos tienen propiedades mágicas? Los números hay que cotejarlos con experiencias concretas, y estas no existen porque Chávez no puede darse baño de multitudes.

La propaganda desmedida e incontrolada y las encuestas han creado una realidad virtual, que tanto el régimen como sus acólitos tarifados quieren hacer pasar por realidades duras, contantes y sonantes. Sin embargo, la ficción difícilmente coincide con las realidades objetivas.

El otro eje de la batalla electoral chavista se afinca en los militares. Según la visión del caudillo, la institución armada forma un bloque monolítico en torno del teniente coronel. A falta de apoyo popular tangible, Hugo Chávez se desespera tratando de demostrar la lealtad de los hombres en armas. Se rodea de oficiales e insiste en hablar de “su” Fuerza Armada. Olvida un pequeño detalle: los militares son venezolanos que optaron por una profesión que los califica como especialistas en el campo de la seguridad y el manejo prudente de armas letales. Son profesionales al igual que los médicos, los ingenieros, los abogados o cualesquiera otros profesionales cuyos títulos fueron obtenidos en una universidad. A diferencia de las montoneras del siglo XIX, a partir de 1911 los militares venezolanos se convirtieron en especialistas integrantes de un cuerpo ordenado y disciplinado que acata las órdenes de la Constitución y el ordenamiento jurídico nacional e internacional. Difícilmente los militares van a involucrarse en una aventura suicida que se traduzca en asesinatos, desapariciones, torturas y crímenes de lesa humanidad. El Estatuto de Roma, la Carta Interamericana de los Derechos Humanos y todo el andamiaje jurídico internacional crea un marco normativo que los militares no van a atropellar, aunque Chávez aspire y proclame lo contario.

Para su estrategia abusadora Chávez dispone de ilimitados recursos financieros. Cuenta con la mirada complaciente de las rectoras del CNE y la complicidad de los poderes públicos que se consideran inmunes. Pero siempre hay que recordar a Pinochet y Daniel Ortega que perdieron elecciones y salieron del gobierno cuando más poderosos se sentían.


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