Mientras la noche invitaba a
dormir plácidamente a muchos neoespartanos, cada quien bajo su respectivo
techo, una llamarada de fuego sorprendió con un apagón en la isla de margarita,
debido a una espantosa explosión que gracias a Dios no arrastro victimas, pero
si nos dejo mucho espacio para la reflexión sobre la vida misma de cada uno,
mientras “Morfeo” nos acompañaba.
Sucede una situación insólita en la Venezuela
del disparate, cuando se deja al descuido el mantenimiento y la preservación de
las principales unidades de servicio que abastece de luz eléctrica a todo el
territorio insular. Todos despiertos en la madrugada del sábado en total
desconocimiento de lo que pudo haber sido una tragedia de proporciones
descomunales.
El letargo fue por más de tres horas. Hubo trasladados de niños y
ancianos del sector La Isleta que presentaron asfixia y desespero por la
explosión. El sol complaciente iluminó a Margarita la mañana del sábado y con
el llegaron las noticias de Corpoelec y las permanentes fallas eléctricas. A
verdad, la unidad en la Planta Luisa Cáceres de Arismendi colapso, explotó
pasadas las dos de la mañana y se produjo un fuerte incendio.
Al parecer una
planta reguladora de voltaje se sobrecargo y en el recalentamiento vino la
explosión. Esta unidad tiene un tanque diesel con el cual se auto alimenta,
pero por la exposición continua de las llamas, producto del cortocircuito,
explota y origina el incendio. La magnitud se debió por la cantidad de
combustible que había en el interior del tanque diesel. La gran preocupación no
era la planta que se quemo, sino los 10 millones de litros de combustible que posee
la planta Luisa Cáceres para operar.
Hubo carestía de equipos de emergencia
para atender este tipo de situaciones y finalmente los bomberos estuvieron
hasta las seis de la mañana echando agua y controlo todo.
Todo lo ocurrido
tiene una lectura, si fue un sabotaje o falta de prevención, estamos frente a
un monumental riesgo en la Isla de Margarita, por los pobres niveles de
mantenimiento y protección que debe tener un servicio tan importante para la
vida de todos.
Estamos frente a una bomba de tiempo, dicho así sin temor a
exagerar. Mientras le niegan los recursos a Nueva Esparta para mantener la isla
en condiciones óptimas para atender a los residentes y visitantes, debemos
finalmente encomendarnos a Dios para no ser víctimas de la impericia y la
indolencia.
Hoy fue un incendio, que nos espera después si continúan estas
“fallas” que bien pudieran evitarse si se tomaran las debidas precauciones y
corregir a tiempo las dificultades.
Cómo podemos dormir confiados cuando no se
prevén situaciones tan delicadas como las acontecidas. Es tiempo de ser
condescendientes con el pueblo, dejar el orgullo político y el egoísmo y
dedicarnos a ayudarnos entre todos. De otra manera, tendríamos que pensar en
como morir, entre la delincuencia o una ráfaga de fuego. Sino, que Dios nos
ampare
susana.morffe@gmail.com
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