lunes, 18 de junio de 2012

SUSANA MORFFE, LA ISLA DEL FUEGO

Mientras la noche invitaba a dormir plácidamente a muchos neoespartanos, cada quien bajo su respectivo techo, una llamarada de fuego sorprendió con un apagón en la isla de margarita, debido a una espantosa explosión que gracias a Dios no arrastro victimas, pero si nos dejo mucho espacio para la reflexión sobre la vida misma de cada uno, mientras “Morfeo” nos acompañaba. 

Sucede una situación insólita en la Venezuela del disparate, cuando se deja al descuido el mantenimiento y la preservación de las principales unidades de servicio que abastece de luz eléctrica a todo el territorio insular. Todos despiertos en la madrugada del sábado en total desconocimiento de lo que pudo haber sido una tragedia de proporciones descomunales. 

El letargo fue por más de tres horas. Hubo trasladados de niños y ancianos del sector La Isleta que presentaron asfixia y desespero por la explosión. El sol complaciente iluminó a Margarita la mañana del sábado y con el llegaron las noticias de Corpoelec y las permanentes fallas eléctricas. A verdad, la unidad en la Planta Luisa Cáceres de Arismendi colapso, explotó pasadas las dos de la mañana y se produjo un fuerte incendio. 

Al parecer una planta reguladora de voltaje se sobrecargo y en el recalentamiento vino la explosión. Esta unidad tiene un tanque diesel con el cual se auto alimenta, pero por la exposición continua de las llamas, producto del cortocircuito, explota y origina el incendio. La magnitud se debió por la cantidad de combustible que había en el interior del tanque diesel. La gran preocupación no era la planta que se quemo, sino los 10 millones de litros de combustible que posee la planta Luisa Cáceres para operar. 

Hubo carestía de equipos de emergencia para atender este tipo de situaciones y finalmente los bomberos estuvieron hasta las seis de la mañana echando agua y controlo todo. 

Todo lo ocurrido tiene una lectura, si fue un sabotaje o falta de prevención, estamos frente a un monumental riesgo en la Isla de Margarita, por los pobres niveles de mantenimiento y protección que debe tener un servicio tan importante para la vida de todos. 

Estamos frente a una bomba de tiempo, dicho así sin temor a exagerar. Mientras le niegan los recursos a Nueva Esparta para mantener la isla en condiciones óptimas para atender a los residentes y visitantes, debemos finalmente encomendarnos a Dios para no ser víctimas de la impericia y la indolencia. 

Hoy fue un incendio, que nos espera después si continúan estas “fallas” que bien pudieran evitarse si se tomaran las debidas precauciones y corregir a tiempo las dificultades. 

Cómo podemos dormir confiados cuando no se prevén situaciones tan delicadas como las acontecidas. Es tiempo de ser condescendientes con el pueblo, dejar el orgullo político y el egoísmo y dedicarnos a ayudarnos entre todos. De otra manera, tendríamos que pensar en como morir, entre la delincuencia o una ráfaga de fuego. Sino, que Dios nos ampare 

susana.morffe@gmail.com 

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