Según
las percepciones del jefe del Estado, si él y su partido las pierden esto
equivaldría al fin del mundo, a un nuevo diluvio universal del cual sólo se
salvarían las especies animales que logren ingresar en el Arca de Noé
El
presidente Chávez Frías lleva en el poder el tiempo equivalente a tres
presidencias de la era democrática. En aquel tiempo, nada había más normal que
perder las elecciones y entregar el poder. Así funcionó la democracia en
Venezuela y así funciona en todas partes. Ahora, y según las percepciones del
jefe del Estado, si él y su partido las pierden esto equivaldría al fin del
mundo, a un nuevo diluvio universal del cual sólo se salvarían las especies
animales que logren ingresar en el Arca de Noé. Su derrota significaría algo
tan grave para el mundo como el hundimiento del "socialismo del siglo
XXI". En otras palabras, la derrota de Hugo Chávez Frías y de su proyecto
político personal no tendría otras implicaciones nefastas sino el triunfo definitivo
del capitalismo, y la hegemonía global del imperio norteamericano.
Ante
una posibilidad como esa que sucede con tanta frecuencia en las democracias,
hechas a fin de cuentas de victorias y derrotas, lo que se llama el juego
democrático, el Gobierno está en crisis y no logra ocultarla, sean cuales
fueren las argucias, maniobras, trampas, estrategias, tácticas que pongan en la
ruleta. En Miraflores no entienden lo evidente. Y lo evidente es simple: este
es un Gobierno que debe perder las elecciones, que merece perderlas y que debe
prepararse para perderlas.
Las
razones sobran. Un poder unipersonal ejercido durante el tiempo equivalente al
de tres presidentes de la era democrática no tiene justificación de ningún
género. Ya se trataría de emular al general Guzmán Blanco o al general Juan
Vicente Gómez en la anacrónica y absurda pasión del poder.
Una
sociedad como la venezolana del siglo XXI no está para complacencias de esta
naturaleza. Catorce años son más que suficientes para que un país reaccione y
se pregunte si está dispuesto a seguir siendo, y por tiempo indefinido, el
conejillo de Indias en que fue convertido.
El
presidente Hugo Chávez Frías debe perder las elecciones porque, como reza la
Constitución, "el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de
las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático,
participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista
y de mandatos revocables". Así está escrito en el artículo 6 de la
Constitución.
Vale
la pena preguntar: ¿Es este un gobierno democrático? Claro que no lo es. ¿Es
este un gobierno participativo? Claro que no lo es. ¿Es este un gobierno
electivo? Abundan las dudas frente a un ente electoral que carece de autonomía.
¿Es
este un gobierno descentralizado? Claro que no lo es.
¿Es
este un gobierno alternativo? Claro que no lo es. ¿Es este un gobierno
responsable? Claro que no lo es. ¿Es este un gobierno pluralista? Claro que no
lo es. Y ¿es este un gobierno de mandatos revocables? Tampoco, porque nada más revocable
que una elección general, y ya vemos la guerra declarada contra las elecciones,
y la crisis desatada por la probabilidad de perderlas.
El
artículo 6 de la Constitución define con claridad el país moderno que queremos
los venezolanos. Con discreción, modestia, concisión y sin fanfarrias. Un país
democrático, donde los gobiernos no se alcen con los recursos públicos, como
ahora sucede con el petróleo convertido en instrumento financiero del proyecto
personal e indefinido del presidente Chávez Frías. Un país democrático donde se
rindan cuentas precisas y transparentes. Donde los gobiernos no se conviertan
en enemigos de la gente.
Un
país participativo, electivo, descentralizado. Eso está escrito en el artículo
6, y conviene que la gente responda lo que piensa de cada uno de estos
principios y su relación con la realidad. No ha habido, a través de la historia
venezolana, desde la época de Páez hasta nuestros días, un gobierno más
desafiantemente centralista, más enemigo de las regiones, y más monopolizador
del poder que el gobierno del presidente Chávez Frías. Despoja a las regiones
de sus recursos y las condena al abandono y las carencias. Véase el estado
ruinoso en que se encuentra en todo el país la infraestructura vial, que en una
época fue ejemplo de eficiencia.
Un
país alternativo. ¿Qué significa un país o un gobierno o un régimen
alternativo? Todo, menos el monopolio absoluto del poder en un solo individuo,
de manera vitalicia, como si en la república no existieran otros ciudadanos y
uno solo de ellos fuera el predestinado, el portador del fuego sagrado de los
dioses. No hay nada más democrático que la alternabilidad en el poder. Esto
explica por qué en el mismo tiempo que Hugo Chávez Frías viene controlando el
Gobierno, antes se sucedieron tres presidentes. Esta es una de las razones
ocultas por las cuales se difama tanto la era democrática.
Un
país pluralista. ¿No es esto, acaso, lo que hemos sido, somos y queremos seguir
siendo? Un país donde cada uno piense como desee, milite en el partido de sus
afinidades y aspiraciones, donde no sólo se respeten los derechos humanos sino
que sean denominador común de cada venezolano. Que los sepa ejercer y defender.
La Constitución aporta razones de fondo para que el presidente Chávez pierda
las elecciones el 7 de octubre.
@saconsalvi
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