miércoles, 13 de junio de 2012

MARY ANASTASIA O'GRADY, CASTRO QUIERE VOTAR POR OBAMA, DESDE ESTADOS UNIDOS DE NORTE AMERICA,

La hija del dictador recibe una visa para dar discursos en EE.UU., mientras el régimen mantiene secuestrado a un estadounidense.

El presidente Barack Obama recibió un nuevo respaldo en su campaña de reelección, el de la hija del dictador cubano Raúl Castro. Mariela Castro proclamó hace 10 días su apoyo al presidente en funciones, durante una visita a Estados Unidos. "Creo que Obama necesita otra oportunidad y que necesita un mayor apoyo para poder avanzar con sus proyectos e ideas, las cuales creo que surgen de lo más profundo de su corazón", dijo en una entrevista con CNN en Nueva York.

La hija del dictador, que es una enérgica defensora del status quo en Cuba, aparentemente estaba en EE.UU. para tratar asuntos relacionados con su ámbito profesional, la defensa de los derechos de los homosexuales, las lesbianas y los transexuales. Como lo señaló el escritor de origen cubano Carlos Alberto Montaner en una columna publicada la semana pasada, "Mariela es tolerante con las preferencias sexuales e intolerante con todo lo demás". Y añadió: "Para ella, la libertad y la coherencia emocional son algo muy específico situado al sur del ombligo".

A pesar de su "trabajo" como lo que ella llama "sexóloga", la funcionaria del Partido Comunista no vaciló en acarrear agua al molino de su tío Fidel [Castro] y su despótico padre mientras estuvo en suelo estadounidense. Dedicó gran parte del tiempo a promocionar la línea del partido y a menospreciar a los defensores de los derechos humanos. Entre otras perlas de niña privilegiada afirmó que en Cuba "aquellos que disienten no van a la cárcel". Una vez más, también puso sobre la mesa la postura de Cuba de que si EE.UU. quiere conseguir la liberación de Alan Gross, contratista de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, quien desde 2009 languidece en una prisión cubana, debería acordar la liberación de los cinco espías cubanos convictos que se hallan en la cárcel en EE.UU.

Dejando de lado la afinidad de Mariela Castro por Obama, resulta extraño que el gobierno estadounidense le expidiera un visado. Alega estar haciendo todo lo posible para liberar a Gross, que ya cumplió 63 años y tiene problemas de salud , y el deseo de Castro para ingresar al país le presentó una oportunidad para dejarle eso en claro al régimen cubano. Pero, al parecer, la importancia de complacer la base de Obama en San Francisco, donde ella fue invitada primero para hablar de los derechos de los homosexuales, era una prioridad mayor que la "alta prioridad" que suponía el caso de Gross.

El Departamento de Estado justificó el visado recurriendo a la libertad de expresión. Sin embargo, cuesta encajar estos argumentos con la forma en que los visados se han usado históricamente como un instrumento político. Hay numerosos ejemplos de funcionarios electos y altos mandos militares latinoamericanos a quienes se les negó viajar a EE.UU. por razones que invalidan sus derechos a expresarse.

Dos importantes ejemplos me vienen a la mente. Muchos miembros de las fuerzas armadas de Colombia —se se encuentran bajo el mando civil— y en algunos casos sus familiares, vieron retiradas sus visas por parte del Departamento de Estado durante el gobierno de Bill Clinton, por el mero hecho de que los soldados habían sido acusados por organizaciones no gubernamentales de izquierda de violaciones a los derechos humanos. Pese a ser absueltos, la mayoría nunca recuperó su visado.

Luego está la remoción de visas realizada por el gobierno de Obama cuando en 2009 decidió que la Corte Suprema de Honduras era antidemocrática porque había determinado que la destitución del poder del presidente Manuel Zelaya era constitucional. El equipo de Obama también retiró las visas a los miembros del gobierno provisional, a pesar de que había asumido el poder en estricto apego a la Constitución y con el respaldo de los principales partidos políticos, la Iglesia Católica y el defensor de los derechos humanos de la nación. Esos visados no fueron restituidos, a pesar de que el gobierno interino realizó una elección libre y justa y dejó el poder en la fecha prevista.

Recién la semana pasada el Departamento de Estado anunció que algunas —no todas— las víctimas de esta injusticia podrían volver a solicitar el ingreso a EE.UU. Durante años, las visas también han sido retiradas por acusaciones de corrupción de parte de funcionarios electos en otros países.

De modo que si la barrera que hay que superar para obtener un visado son el apego a las normas democráticas, antecedentes de derechos humanos y la lucha anticorrupción, ¿cómo es posible que esta portavoz haya llegado hasta EE.UU. cuando su padre tiene un rehén estadounidense?

El Departamento de Estado sostiene que la política oficial restringe el acceso solamente a los "altos miembros del partido [comunista] y a las autoridades de alto rango del gobierno". Sin embargo, Mariela Castro no viajó a EE.UU. como una ciudadana privada. Ella estaba asumiendo la vocería de su padre y el Departamento de Estado incluso le proporcionó un equipo seguridad. Un funcionario de la entidad me dijo que Castro tenía derecho en su calidad de "hija de un jefe de Estado".

Ese es el tipo de cosas que hace que los presidentes estadounidenses luzcan débiles a los ojos de los tiranos y que le gustan a Mariela Castro. Si Obama contara con un mayor apoyo entre los estadounidenses, especuló en la entrevista que ofreció a la CNN, la relación entre EE.UU. y Cuba podría ser mejor "que la que tuvimos con el presidente [James] Carter". ¿Y acaso todos los estadounidenses no añoran la política exterior de Carter?

O'Grady@wsj.com

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