lunes, 18 de junio de 2012

MARTA COLOMINA, DE FARSA EN FARSA Y DE ABUSO EN ABUSO

El chavismo ha desestimado la fuerza de la oposición a pesar de que esta ha ganado varios procesos electorales. Obtuvo mayoría en las parlamentarias (disminuidas por la sesgada modificación de la Ley del Sufragio); ganó el referéndum que Chávez incumplió con la complicidad de los poderes que controla. Triunfó en los más importantes estados del país en las regionales y derrotó a figuras del chavismo como Diosdado Cabello y Jesse Chacón.

El control de los medios y su atosigante propaganda oficial; el abuso de poder (expresado en terrorismo judicial, multas, escamoteo de un presupuesto justo para gobernaciones opositoras y otras múltiples amenazas); encuestas de maletín, e insultos presidenciales ridiculizando al candidato y a los partidos opositores crearon un triunfalismo oficial que convenció a muchos de la imposibilidad de ganar la elección presidencial del 7-O. 

Ciegos de poder no quisieron ver los indicadores que tenían frente a sus narices. Desde VTV, muladar propagandístico de la revolución, repetían que la oposición estaba dividida y que la unidad había fracasado. Sobre las primarias hasta Chávez juraba que no se realizarían y que la MUD escogería “a dedo” a su candidato (sería Pablo Pérez). 

Ante la inminencia de la elección opositora los rojos vaticinaron su fracaso “máximo obtendrían de 500 mil a un millón de votos”: fueron 3 millones y pico “por el buche”, de cuyo impacto aún no se han repuesto. 

Prueba de que los poderes públicos son siervos de Chávez fue la orden del TSJ de confiscar las actas para reeditar otra lista Tascón. La siguiente torpeza fue anunciar que “de un momento a otro” la MUD cambiaría al candidato porque no “cuajaba”. El golpe de gracia y cuyo efecto no han podido esconder ni con montajes televisivos, ni con el abundante “carreteo” de empleados públicos exhibidos al día siguiente, fue el millón de venezolanos que acompañaron al candidato Capriles en su caminata de 10 km para inscribir su candidatura presidencial en el CNE. Fue una inequívoca manifestación de calle, de masiva convocatoria popular y de fuerza de voluntarios entusiastas decididos a sumarse al cambio que el país reclama.

Chávez ha convertido su enfermedad y su vida política en una farsa. Del “milagro” del Cristo de La Grita y de la reaparición de su cáncer (en un año ha estado más de 200 días de reposo) pasa a su reciente autodiagnóstico: “los exámenes revelan que estoy bien de salud”, que da pie a los gritos del 11 de junio “¡Chávez ya está recuperado!”. Dio 4 pasos para acercarse a la directiva del CNE (llegó montado en un camión) y levitó para subir a la tarima. Todo en Chávez es una impostura; desde el ocultamiento de su enfermedad (los esteroides, el exceso de calmantes y el maquillaje se evidenciaron con el calor de la plaza cómo mostraron las terribles imágenes que circularon en las redes sociales), hasta las mentiras sobre las 150 mil viviendas, o los delirios de los fusiles y drones iraníes que “fabricará y exportará Venezuela”.

El derroche de fondos públicos llegó al clímax ese lunes: “el centro de Caracas fue una gigantesca sopa de letras, sazonada con las siglas de cuanto organismo público existe” escribe el agudo colega Pedro Pablo Peñaloza. Un Chávez visiblemente acelerado soltó una arenga política ante rectores del CNE bajo la mirada complacida de las 4 amazonas. Solo el rector Vicente Díaz advirtió a Chávez que no debía seguir utilizando recursos públicos para financiar su campaña. La sumisión de la mayoría de los medios privados a la voluntad del Gobierno es ostensible. Mientras la multitudinaria marcha de Capriles solo fue transmitida por Globovisión (ningún otro canal hizo pase directo alguno) la inscripción de Chávez devino en una cadena (por “solicitud” de Izarra).

Violando la Ley Resorte que establece la obligatoriedad de los medios de transmitir mensajes“institucionales, educativos o de servicio público” y prohíbe utilizar esos espacios para propaganda electoral o de organismos del Estado, Izarra está obligando a los medios privados a transmitir gratuitamente publicidad y propaganda electoral a favor de Chávez (como la del hombre que dice“primero Dios y después mi comandante” y además exige que tales mensajes electorales de la campaña de Chávez sean colocados al inicio de cada bloque comercial, que es el más visto. Esta semana añadió una cuña publicitando la programación de TVes (¡así estará su audiencia!).

El recientemente fallecido Ray Bradbury, quien develó el horror de los chávez e izarras del mundo a través de obras como Fahrenheit 451, escribió: “no tienes que quemar libros para destruir una cultura, sólo haz que la gente deje de leer”.

mcolomina@gmail.com

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