Allí
estaban los jugadores de los Cardenales de San Luís viendo como Johan Santana
se acomodaba la gorra y se preparaba para lanzar la última entrada de un juego
espantoso, en el cual no le habían dado un hit ni le habían hecho una carrera.
Era una situación contradictoria porque nadie quería estar entre los tres out
finales, pero también tenían la oportunidad de estropearle el juego perfecto
con un hit. Entonces, como es natural, la competencia hacía muy interesante el
episodio; lleno de nerviosismo y calidad deportiva, donde el coraje y el
esfuerzo ponían en bandeja de plata un acto inolvidable para un público, que
observaba los valores de los dos equipos, en medio del suspenso, la angustia y
su fanatismo.
Mientras
sucedía esa situación en New York, el Presidente venezolano llamaba al Conde
del Guácharo –reconocido humorista-, en cadena nacional para que lanzara su
candidatura, a modo de un payaso que le diera entusiasmo por competir ante un
candidato, que supuestamente no le daba ningún estimulo – como Capriles-, pero
lo cierto es, que el presidente tiene a todos los medios públicos en una
persecución nunca vista hacia un candidato y con un ataque permanente de guerra
sucia, imposible de desmentir, dada su imposibilidad física para estar en
campaña tradicional, obligándole a montar “parapetos” desde Miraflores; a usar
el twetter y las llamadas telefónicas para tener una presencia fantasmal,
venida de ultratumba: Añadiendo o justificando que su triunfo es inalcanzable y
que sin salir de Miraflores ni caminar el país, gana galopando.
Efectivamente,
Johan Santana gana su juego histórico e inmediatamente el titular de la prensa
en San Luís hablaba de un juego perfecto ayudado por el árbitro. Sin embargo,
los jugadores de San Luís no se quejaban para nada, comiéndose las verdes en
una noche que les tocó aparecer en la foto con semejante derrota y que también
otros equipos muy buenos han vivido alguna vez como cosas el destino. Ya
tendrán la oportunidad de enfrentarse nuevamente y seguro que el público
llenará el stadium donde sea que ocurra, solo para ver a Santana lanzándole a
San Luís y ver el desquite o la reafirmación de un pitcher dominador, que puede
generar una rivalidad sana entre dos equipos y dos fanaticadas. En ningún
momento, Santana declaró que los jugadores de San Luís eran unos payasos de
uniforme, que no merecían su trabajo; o que no perdería su tiempo jugando con
unos cuzurros, mamarrachos, descerebrados, brutos, torpes, etc. Tampoco declaró
–Santana- su superioridad igualada tan solo en el Olimpo, ni ofendió al
contrincante. Nada de eso. Con la mayor humildad se vistió de gloria.
Evidentemente,
la competencia en la política es otra cosa. Allí es normal que la miseria
humana aparezca como si fuera una fiera comiéndose sin misericordia a una
gacela. Y a pesar que el auditórium espera ejemplos de valores, educación,
profundidad de los competidores en el uso del verbo y las propuestas;
lamentablemente tenemos que entender con estupor, que una cosa son los buenos y
malos valores, y otra cosa es la hidalguía de un caballero, como Johan Santana.
luisrapozo@yahoo.es
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