miércoles, 13 de junio de 2012

FERNADO OCHOA ANTICH, POR QUE CAPRILES,


         Una de las características más curiosas del actual proceso electoral venezolano ha sido el permanente y desconsiderado ataque a Henrique Capriles, aún antes de transformarse en el candidato de la unidad democrática. No ha habido epíteto que no le hayan endilgado los más caracterizados dirigentes del régimen, incluyendo a Hugo Chávez. Al principio esos ataques me causaron extrañeza ya que consideraba que Pablo Pérez se perfilaba como un candidato de mayor arraigo popular. Esa característica, me parecía a mí que lo transformaba en el candidato a vencer por el chavismo, más cuando había logrado el respaldo de los más tradicionales partidos políticos. Sorprendentemente, no fue así.  Los ataques contra la figura de Henrique Capriles se mantuvieron durante toda la campaña para las elecciones primarias. El régimen buscaba por todos los medios que no triunfara en dichas elecciones. Su espectacular victoria me hizo comprender que debían de existir poderosas razones para que el régimen actuase de esa manera…

         Me he detenido a reflexionar sobre dicho asunto. La primera pista me la dio un artículo titulado: “Sin la calle estamos perdidos”, publicado en Rebelión, una página Web totalmente partidaria del régimen, por Argimiro León, un chavista militante, que con angustia señala las fortalezas que él observa en la candidatura de Henrique  Capriles. Habla, con sentido crítico naturalmente, del impacto que tiene esa candidatura  en los jóvenes de 18 a 24 años, los nuevos votantes que pueden alcanzar a cuatro millones, “que abrazan una antipolítica impresionante, porque lo único que los mueve es un desprecio supino hacia el gobierno y la idea de que Capriles les va a poner las redes sociales para que sean felices. Por eso no soy tan “auspicioso” con eso de los 20 ó 30 puntos por arriba. No lo veo en la Calle”… Argimiro León tiene razón: la juventud venezolana respalda a Henrique Capriles, no por las circunstancias que él esgrime sino por razones de fondo que debemos analizar con detenimiento para entender las verdaderas fortalezas de su candidatura.

         Es imposible que Hugo Chávez emocione a los jóvenes venezolanos. Él y sus ideas representan el pasado. Nadie tiene interés en escuchar los consejos que le da Fidel Castro  y mucho menos recordar su heroicidad en la lucha contra Batista en  la década de los cincuenta. Tampoco puede llamarle la atención que, en una rueda de prensa del presidente de la República, se repita una vez más las ideas de Bolívar, de Sucre y de Rodríguez, leyendo un fastidioso libro, como ocurrió la última vez que se dirigió, con gran esfuerzo porque su salud ya no lo ayuda,  a la Nación. Los jóvenes, y en general todas las generaciones, lo que quieren oír hablar es del  futuro de Venezuela. De proyectos concretos que les garanticen su destino y el de su familia. No de ilusiones irrealizables, y mucho menos de mentiras, como nos tiene acostumbrado Hugo Chávez. Tampoco es verdad que los venezolanos desean que en nuestro país se establezca una sociedad socialista. La tragedia que vive el pueblo cubano es suficiente ejemplo para rechazar esas ideas trasnochadas.  

         El problema para el régimen chavista es aún mucho más complejo. La imagen de Henrique Capriles no sólo ha logrado emocionar a los jóvenes votantes, sino que durante su campaña electoral ha empezado a impactar, de manera muy importante, a muy diversos sectores sociales. Logra, con una sencillez sorprendente, atraerse la simpatía de cualquier persona que se le acerque en pocos minutos. Su carisma es muy particular. No es un gran orador, pero sus palabras dichas con precisión le permiten hacerse comprender, con facilidad,  por los sectores populares que han empezado a acompañarlo en las giras que realiza por todo el país. Les pido a mis lectores, ya que una imagen impacta más que mil palabras, que se detengan a observar una marcha de Capriles en cualquier lugar de Venezuela. Se darán cuenta de la emoción que produce. Verán a jóvenes, mujeres, hombres, viejos y niños abrazarlo,  besarlo, apurruñarlo, y su particular habilidad para lograr dejar después de un saludo, obligatoriamente rápido, una estela de simpatía que se materializa en la sonrisa de la gente…  

         Los ataques desproporcionados del chavismo contra Henrique Capriles, en lugar de hacerle daño, han creado un sentimiento de rechazo muy importante. La dificultad que tienen esos ataques para lograr tener algún efecto en la opinión pública es que siempre la realidad tiene mayor peso que las palabras. No es posible mantener que Henrique Capriles es un incapaz, descalificado moralmente para ser presidente de la República, cuando en estos últimos trece años ha logrado ser electo diputado al  congreso de la República, reelecto una vez alcalde de Baruta y electo gobernador de Miranda al derrotar, nada más ni nada menos, que a Diosdado Cabello, el delfín de Hugo Chávez. Además, se quiera o no se quiera aceptar, sus ideas son frescas y plantean una profunda transformación nacional. Su fuerza electoral quedará demostrada hoy en Caracas. Veremos a miles de ciudadanos, apoyándolo con emoción,  convencidos de que su triunfo significará salvar a Venezuela de este régimen militarista, corrupto,  ineficiente, personalista y totalitario.

fochoaantich@gmail.com 
  
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