Este domingo
diez de junio los venezolanos tenemos una importante cita. Acompañaremos a
nuestro candidato a inscribirse en el proceso electoral del próximo siete de octubre. Capriles necesita tu apoyo.
Hagamos el camino para acompañarlo.
Yo permitiré que
me cuenten en la marcha, no dejaré que me lo cuenten, que es parecido, pero no
es lo mismo. La playa puede esperar, el país no. El presidente comandante nos
contará en las fotos que recibirá en su Blackberry.
En la duda,
hágalo. Si no usted no está convencido de que eso sirve de algo, asista y si
tiene pensamientos cruzados que le producen miedo, quíteselos de encima. Es por
el país, es por nuestros hijos. No me diga que está cansado de marchar sin
resultados, porque tampoco servirá de excusa para explicarle a sus hijos del
porqué perdimos un país.
La calle es la
verdadera encuesta. Nunca saldremos de este hueco, hasta que no demostremos con
solidez que somos muchos los que nos oponemos a esta barbarie. Jamás podremos
reclamar una trampa electoral, si de por
medio no encontramos como convencernos a nosotros mismos –y a ellos- de nuestra
magnitud. La única forma de saberlo es en la calle. En la calle no hay
circuitos electorales, no hay caza huellas, listas de electores ni funcionarios
mal encarados buscando como prohibir nuestro voto. En la calle nos vemos las
caras unos a otros y reconocemos nuestras rabias. En la calle no nos revuelve
el estomago las sonrisas insolentes de los funcionarios electorales que
manipulan las reglas y en la calle, en el asfalto, encontramos la verdadera
esencia de nuestra identidad nacional.
Usted está más que dispuesto a dedicarles a sus hijos el
resto de sus días, de sus noches, de sus desvelos y hasta es capaz de quitarse
la comida de la boca para que ellos coman primero. ¿De qué es capaz para
preservar para ellos la sagrada libertad? Si sus esfuerzos terminan en un
placentero domingo dónde todo es más importante que la libertad de sus hijos,
entonces usted no está convencido de la gran responsabilidad que la historia le
está colocando sobre sus espaldas y de su rol protagónico en la clara
posibilidad de que acabemos con esta farsa en los tiempos por venir. Si usted
decidió rendirse, yo trabajaré doble, para compensar su falta, pero jamás me
encontrará de rodillas, llorando por lo que usted y yo dejamos perder.
Usted y yo, y muchos millones de venezolanos, no
permitiremos que nos conviertan en la extensión de una isla que hace más de
cincuenta años dejó de marchar. Usted y yo, somos la esencia de la libertad. No
importa cuánto camine este domingo, importa que salga a la calle a demostrar su
apoyo.
Este domingo
seremos muchos. Me sobran razones para afirmarlo. Una concentración como la que
haremos servirá para renovar nuestros ánimos, nuestro espíritu de lucha y más
importante, para que muchas personas que dudan de nuestra fuerza, se convenzan
de que ahora somos una imponente mayoría trabajando por recuperar el país que
esta locura nos quiere arrancar de las manos.
El domingo
sorprenderemos al mundo. Todo siete tiene su diez.
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