Una de las consecuencias más notorias y perjudiciales para
nuestro país del cambio de opciones estratégicas en la política exterior
venezolana bajo el gobierno de Chávez, es
el grupo de gobernantes y actores con los que se ha vinculado
estrechamente por razones político-ideológicas o de conveniencia.
Mientras aun se sostenían en pie las instituciones y el funcionariado
alto y medio de carrera podía de alguna
manera incidir en el curso de los acontecimientos, el gobierno de Chávez se
adaptó de manera premeditada a los
parámetros tradicionales.
Pero una vez que después pudo completar progresivamente con una calculada
colonización del aparato del Estado encargado de llevar el día/día de las
relaciones internacionales, colocando en puestos altos, bajos y medios sus
huestes ideologizadas, y se radicalizó paralelamente el proceso político en el
país por distintos acontecimientos conocidos, la conducta y los contenidos
cambiaron, a pesar de que en ciertos momentos de esa deriva no se cuidó de
algunos gestos aislados que anunciaban por dónde irían los tiros en este
ámbito. Su abierta conchupancia con Cuba y el desafío a la comunidad
internacional al visitar al tirano Sadam Hussein de Irak, eran sólo el
abreboca de lo que sería más adelante su
relacionamiento con los gobernantes más impresentables del mundo.
Y no es que establecer o fortalecer relaciones con amigos,
ideológicos o no, no lo hagan todos los gobiernos, sino que en el caso de
marras, los amigos que se ha buscado el señor que desgobierna a nuestro país,
en su mayoría, son los más desacreditados y peligrosos del planeta. Por lo
general, lideran o han liderado países considerados fallidos, forajidos o
tiranías corruptas y/o conculcadoras de los derechos civiles, cuando no, son genocidas. A los que suman organizaciones
políticas terroristas o personalidades desprestigiadas.
Desde antes de llegar a la presidencia, Chávez tenía más o menos
claro sus orientaciones en esta materia. Bastaba leer la larga entrevista que
le hizo Agustín Blanco Muñoz (“Habla el Comandante”) a mediados de los años
noventa, para constatar de qué cojeaba el presidente, y fuimos pocos los que
señalamos entonces hacia dónde podría llevarnos un eventual gobierno del
teniente-coronel golpista.
Allí, Chávez exponía in extenso el pensamiento y las líneas del
proyecto político revolucionario que encarnaba. En varios pasajes ya asomaba lo
que sería su orientación respecto de las grandes potencias mundiales y su
rechazo al “poder imperial” que éstas supuestamente representan. Abominaba del
“mundo capitalista occidental, democrático burgués”, el cual debía ser deribado.
En función de aquel enfoque, llegado al poder, además de los
mencionados, los tiranos Mugabe, Gadafi, Al Assad, Lukashenko, entre otros,
pasaron a ser interlocutores privilegiados del gobierno bolivariano. Y no
olvidemos los vínculos que aquí y allá, se han detectado con fuerzas terroristas
como las FARC, ETA, HAMAS, HEZBOLÁ y la Corte de los Milagros que gira en torno
al Foro Social de Sao Paulo. “Lo mejor de cada casa”, diría con sarcasmo un
guasón.
En estos días nos visita uno de los amigos del presidente, uno
de los más indeseables, amén de tóxico para los intereses de nuestra patria. Me
refiero al señor que permite la lapidación de mujeres, entre otras violaciones
a los derechos humanos: el presidente iraní Ahmadinejad.
Está de salida porque no puede ser reelecto, pero además no lo
quiere bien el poder teocrático de su país. Sin embargo, ha tenido sus éxitos
internacionales. Ha logrado burlar el cerco político y financiero que le tiene
la comunidad internacional, gracias a sus amigos latinoamericanos de ALBA,
principalmente, el que mantiene a ésta económica y políticamente: Chávez.
Según fuentes de mucho crédito, las relaciones entre el gobierno
iraní y el de Venezuela están siendo investigadas y monitoreadas desde muy
cerca por organismos de seguridad e instancias judiciales de varios países y
entes internacionales. Las sanciones emanadas del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas por causa del desarrollo no autorizado de la energía nuclear en
Irán, y que Venezuela parece habérselas saltado a la torera, al mantener
vínculos estrechos y poco transparentes (contratos diversos, compraventas trianguladas, transacciones
financieras turbias, construcción de plantas de producción con propósitos
bélicos) con aquel régimen, están formando parte de un expediente que puede
tener consecuencias impredecibles para nuestro país.
Con tales relaciones, Chávez ha colocado de manera irresponsable
a los venezolanos en el medio de situaciones y conflictos peligrosos que no nos
incumben, y en la posición de potenciales cómplices de infracciones establecidas
por la normativa internacional.
En su delirio aberrante por querer resolver los problemas del
planeta olvidando los de su propio país, el presidente venezolano nos involucra
y compromete en asuntos que sólo
representan para nosotros altos riesgos políticos y económicos, por no hablar
de otros, no descartables, que podrían ser más serios.
El prestigio internacional de nuestro país, ya bastante
deteriorado, con estas visitas indeseables se quebranta aún más. Y qué
contraste con la Presidente Roussef de Brasil que se ha negado a reunirse con
el sátrapa iraní¡
Desde estas líneas, vaya mi repudio, una vez más, a Ahmadinejad
y todo lo que él representa. Como demócrata, amante de la libertad y la paz,
ninguna otra posición se puede tener ante un gobernante teocrático, intolerante
y guerrerista.
emilio.nouel@gmail.com
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