Ahora que todo
el mundo está enfocado y afocado por los recientes e impactantes capítulos del
remix de la telenovela cubana Historia de las tres hermanas, (un novelón
original de la pluma de Fidel, la dirección reciente de Raúl Castro y la puesta
en escena del mismísimo primer actor, Hugo Chávez) un seriado que tiene como
epicentro dramático la salud de un Chávez histriónico, telenovélico, llorón y
‘come-cámaras’, este es el momento para voltear la mirada y auscultar, más allá
del rating social que produce la melodramática performance de su salud, quién o
‘qué’ es este personaje y cómo encasillarle para definirle con justeza en la
nota luctuosa que inevitablemente habrá que escribir dentro de poco, cuando su
cuerpo colapse y las brujerías santeras de paleros y babalawos (mil veces más efectivas
que la medicina cubana) no sostengan más el precario hálito de vida que lo
mantiene aferrado a la existencia, tanto o más que sus enfermizas ansias de
poder.
Sus adláteres
mas obsecuentes le han definido como un socialista progresista, ¡Un ‘progre’!
Eso también lo afirman sus detractores pero lo alegan porque como cualquier
‘progre’, Chávez siempre se sintió en posesión de la verdad absoluta, y que
aquellos que no están en sintonía con sus barbaridades, entonces a esos (una
inmensa mayoría de venezolanos) Chávez ha definido como enemigos de la
revolución, como ‘escuálidos’ y ‘pitiyanquis’, y poco hálito de vida le ha
faltado para afirmar, con el caradurismo que le caracteriza... “La révolution
c’est moi”.
Sostienen sus
seguidores que Chávez es ‘progre’ porque odia al capitalismo... ¡Pero como
adora los petrodólares que les provee ‘el imperio mesmo’! Y se hace la vista
gruesa con los narco dólares con los que sus más allegados colaboradores han
engordado saldos bancarios y haberes alrededor del mundo. Y mientras la danza
de los millones le permite regalar a manos llenas y sin medida a Cuba y otros
países subsumidos en el ALBA, Venezuela literalmente se cae a pedazos, los
servicios públicos colapsan por la desinversión y la pésima gerencia pública, y
él le dice a sus ciudadanos “Ser rico es malo” ¿Y dónde quedan las joyas que
ostenta su madre, una hasta no ha poco humilde ama de casa de un ignoto y
polvoriento villorrio llanero, que calzaba alpargatas y vendía entre vecinos
dulces de lechosa y coco? ¿Cómo acomodar en esa sentencia sus miles de trajes a
la medida, y sus costosísimos relojes? ¿Cómo justificar la gran vida de
príncipes sauditas de sus hijos, viajando por el mundo a bordo del avión
presidencial y gastando, a más no poder, los dólares que se les niega a las
empresas e industrias para generar trabajo, bienes y empleos?
En lo que sí
coincido con la definición de ‘progre’ para Chávez es que, como cualquier
‘progre’ del Primer mundo, lo politiza todo. Absolutamente todo. Y para hacerlo
echa mano a las técnicas goebbelianas más ácidas: La repetición permanente de
latiguillos sin contenido ni profundidad... La generación de ‘enemigos únicos’
(El imperio, Busch, el dólar, Bush, La OEA, Bush... ¿Obama? No, Bush) Y para
desarrollar ese proceso de politización, y tomando en cuenta sus limitadísimos
conocimientos, pidió (a Ceresole y a un tinglado de ideólogos de cafetín) le
armaran un pastiche ideológico intragable. Allí mezcló impúdicamente a la
Tercera Vía de Blair con un supuesto bolivarianismo que previamente coció al
pie de un enigmático y místico ‘árbol-de-las-tres-raíces’, para luego colocar
las figuras de Marx y de Jesús como exóticas viandas dentro de un condumio que
dejó cocer a fuego lento durante 7 años – 1999/2006 - para servirnos el inextricable Socialismo del
Siglo XXI en el caldero perverso de un neo-populismo.
Como todo
‘progre’ que se precie y se estime, Chávez nunca tiene la culpa de nada. Al
contrario, él es -¡pobrecito!- víctima de las enjundiosas elucubraciones de sus
enemigos, de los maquiavélicos planes para acabar con su gobierno y su vida
urdidos por ‘el imperio mesmo’ y de insospechados (y nunca confirmados ni
develados) atentados. Y por ‘eso’ según la misteriosa teoría chavista, la culpa
de que Venezuela esté al borde de la anarquía y del inminente caos, es ‘de
otro’. De aquellos otros. Del ‘sabotaje’... Del ‘paro golpista-petrolero’, aun
cuando todos saben que no fue ‘paro’ sino huelga amparada por la Constitución
de 1999 (‘su’ Constitución... la que él llama ‘La Bicha’)... Que no fue
‘golpista’ sino una acción cívica que le hizo abandonar voluntariamente el
poder... Y que no fue ‘petrolera’ sino de todo un país que se le levantó para
pedirle la renuncia, una renuncia... ’Que se le solicitó al Presidente de la
República la cual aceptó’, como lo afirmó por los medios de comunicación social
su Ministro de la Defensa de aquellos entonces, el General , hoy en el servicio
diplomático de Venezuela, viviendo el ‘dolce far niente’ que le permite tener a
mano la renuncia original y manuscrita de Chávez, en alguna oscura bóveda de
algún banco europeo.
Entonces ¿Cómo
encasillar, luego de su inminente fallecimiento, a Chávez como un ‘progre’
latinoamericano? ¿Cómo meterle en la difícil y críptica clasificación de ‘líder
socialista’? Creo que lo más decente y real será definirle a él, de la misma
manera rimbombante a como él definió a su presunto ‘Socialismo’, con un término
tan único e inextricable como él mismo: ¡ Chávez siempre ha sido un socio-listo
!
andresmorenoarreche@gmail.com
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