Tras casi dos décadas bordando el retrato de la
villanía de Chávez, de quien ha dicho que es “un sociópata transgresor” e
“incivilizado, a la manera como lo era Idi Amín Dadá. Nunca pude entender cómo
los psicólogos del Ejército no se dieron cuenta de que ese hombre era
psicológicamente inepto para confiarle las armas de la República”…
Rafael Poleo le reprocha al contendor elegido en primarias de la Unidad Democrática, que tenga “imagen y mensaje de muchacho decente”, que ganará “en el Este de Caracas”, pero no más allá, donde, siguiendo la lógica de Poleo, prefieren a los sociópatas trasgresores.
Rafael Poleo le reprocha al contendor elegido en primarias de la Unidad Democrática, que tenga “imagen y mensaje de muchacho decente”, que ganará “en el Este de Caracas”, pero no más allá, donde, siguiendo la lógica de Poleo, prefieren a los sociópatas trasgresores.
Este lunes, Rafael Poleo dio combustible a los
ávidos medios oficialistas, que se arrojaron sobre su breve comentario como los
aldeanos de la Edad Media sobre los profetas. Tres cosas planteaba Poleo: 1)
las encuestas “son desoladoras” para Capriles; 2) el candidato opositor tiene
“una estrategia equivocada”; y 3) el éxito de Chávez consistió en haber hecho
“un contrato tácito con las mayorías desatendidas”.
En las dos primeras, Poleo se equivoca. En este
momento, previo al inicio de la campaña electoral, no contamos con encuestas
confiables. Lo que sí tenemos es la alharaca de un candidato oficialista
reducido a su lecho de enfermo, (muy hábil en el uso de los medios de
comunicación y en la manipulación de la opinión pública), que ha logrado crear
la sensación de que está muy activo… en algo. Resulta curioso que Poleo, que
conoce a Chávez como si lo hubiera parido, caiga en este juego.
Va desencaminado también al calificar de
equivocada la estrategia de Capriles, sin decir, por cierto, cuál es. La verdad
es que la táctica de Capriles ha consistido en recorrer el país sin descanso,
buscando votos casa por casa; contactando a la gente sin mediaciones y, desde luego,
sin televisión. Es lo que le tocaba hacer. No solo porque no cuenta con
recursos para invertir en los medios, en su mayoría confiscados por el régimen
o reducidos a la autocensura, sino porque es lo que corresponde, dado que se
enfrenta a un candidato ultraconocido. En estos meses previos a la campaña,
Capriles no debía hacer otra cosa que ir a buscar al electorado, mirarlo a la
cara y demostrar que es confiable para enrumbar el país a otro destino.
En esta determinación el comando de Capriles
coincide, por cierto, con el propio Pole, quien, en su columna Péndulo del 17
de agosto de 2007, afirmó, con toda razón: “al chavismo hay que hablarle. Al
civil y al militar”. La estrategia de Capriles, en esta etapa, consiste en
hablarle al chavismo cara a cara. De allí que haya empleados los últimos meses
en internarse en los territorios habitados por el llamado sector E, que es
donde Chávez tiene el grueso de su votación.
Con respecto al “contrato tácito de Chávez con
las mayorías desatendidas”, el mismo Poleo se encarga de estigmatizarlo, con
gran propiedad, por lo demás: se trata de un contrato “ inmoral, de
africanización” (Poleo dixit), que consiste en repartir dádivas en las
porciones justas para que el desatendido regrese mañana por el reposte.
Poelo afirma, además, que Capriles “ignora que
en Venezuela el voto es emocional y que en todas partes la gente vota por la
esperanza”. Como si fuera esta la primera elección en la que participa el
gobernador de Miranda y ex acalde de Baruta… Poleo está consciente de que
Capriles sabe eso perfectamente. Lo sabe cualquiera. Pero lo dice por provocar,
por mover el cotarro. Y lo logró. Con lo que le hizo un favor al país,
necesitado de entrar ya en una dinámica distinta a la del horror cotidiano.
Esto último es lo que deben comprender tanto el
candidato como su jefe de campaña, Armando Briquet, que se permitieron
respuestas de poca monta a Poleo, un inmenso periodista y Falstaff particular.
Mal le quedó a Capriles hablar de “vieja
política”, cuando en la MUD concurren organizaciones de todas las vetas
geológicas y cuando él mismo cuenta con valiosos aliados que no son,
precisamente, carajitos.
Al día siguiente de esta innecesaria boutade de
Capriles, Poleo se equivocó dos veces. 1) cuando dijo que “la oposición marcha
hacia el desastre con esa campaña boba”. Y 2) cuando se las echó de tener “50
años diciéndole a este país de qué mal se va a morir, sin pelarme”.
La verdad es que se ha pelado muchas veces, lo
que, naturalmente, no rasguña su formidable entidad de reportero y analista.
En fin, el punto es que Poleo, aún equivocado,
puede decir lo que le venga en gana. Y, para decirlo en un lenguaje que le es
muy cónsono, quiero verle la cara al macho que se lo va a impedir.
@MilagrosSocorro
msocorro@el-nacional.com
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