sábado, 5 de mayo de 2012

ENTREVISTA CON EDUARDO MACKENZIE, PERIODISTA Y ANALISTA POLÍTICO COLOMBIANO, RADICADO EN FRANCIA, EL COLOMBIANO, MEDELLÍN

¿Cree que habrá sorpresas en las urnas?

"Desde luego. La elección podría ser definida por un margen pequeño de votos. La movilización de los militantes y simpatizantes de esas dos formaciones ha sido fuerte. Los mítines de Sarkozy son inmensos, ya sea en salas cubiertas como al aire libre. Hollande no ha hecho algo igual. Las encuestas dan por favorito a Hollande, pero los márgenes de error de esas oficinas fueron elevados ante la primera vuelta".

¿Qué tan dividido está al electorado conservador?

"El electorado conservador no está dividido: respalda a Sarkozy desde el comienzo. El centro (9% en la primera vuelta) y la extrema derecha (18% en la primera vuelta) sí están divididos: una minoría de centristas pro Bayrou votará por Hollande y otros, la mayoría, por Sarkozy. Al final, votos de la extrema derecha habrá en los dos campos, la incógnita es saber en qué proporción".

¿A quién debe elegir el electorado para no caer en el atolladero en que se encuentran España y Grecia?

"Sarkozy protegió a Francia con las medidas antipopulares que tomó para reducir el gasto público, la deuda, etc. El mercado financiero no aumenta sus tarifas cuando le presta a Francia, signo de confianza en la seriedad de las medidas tomadas por el gobierno actual. Cuando esos mercados vean que Hollande, si gana, vuelve a la impostura de la dinamización de la economía, no por la vía de la innovación, sino por el aumento de los impuestos a las empresa y a los particulares, esas tarifas subirán y la economía tendrá dificultades".

¿Alcances de un Presidente socialista en Francia?

"El grito de Hollande, "¡los ricos pagarán!", oculta su propósito de descargar el peso de su enfoque fiscalista sobre las familias y la clase media. Europa ya está saliendo del socialismo, pero Hollande ha dicho que destruirá lo que hizo Sarkozy".
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¿Cómo vio el debate Sarkozy Hollande? Dicen que fue el más acalorado y satírico en la historia de los debates en ese país. ¿Sintió incoherencias en ese cara a cara?

EM: Fue un debate en directo de dos horas y 51 minutos ante siete canales de televisión y 18 millones de espectadores. Fue una discusión ruda, bastante técnica, con la habitual batalla de cifras, en la que Hollande se mostró arrogante y cometió errores: dejó ver que no conoce bien temas capitales, como el problema de la deuda pública, del desempleo y las dificultades de la educación nacional. Lo más importante es que en ese debate emergieron dos personajes muy distintos. Sarkozy, un jefe de Estado gaullista que ha emprendido una serie de reformas importantes para modernizar el país y que necesita un segundo mandato para consolidar el nuevo modelo. El otro apareció como el jefe del mayor partido socialista de Francia que lucha con todas sus fuerzas para llegar de nuevo al poder, pues lo perdió desde 1995.

Falta poco para el día de la verdad. ¿Cree que habrá sorpresas en las urnas?

Desde luego. Los índices de los dos candidatos se reducen al momento de responder a esta entrevista. La elección podría ser definida por un margen pequeño de votos. La movilización de los militantes y simpatizantes de esas dos formaciones ha sido fuerte. Los mítines de Sarkozy (27,2% de los votos de la primera vuelta) son  inmensos, ya sea en salas cubiertas como al aire libre, como se vio en la plaza de Trocadero, de París, donde había más de 200 000 personas. Hollande (28,6% de los votos en la primera vuelta) no ha hecho algo igual. Las encuestas dan por favorito a Hollande, pero los márgenes de error de esas oficinas fueron elevados ante la primera vuelta. En 2002, ellas decían que el socialista Lionel Jospin  pasaría a la segunda vuelta. Quien pasó fue Jean Marie le Pen, del Frente Nacional. Fue un electrochoque: los sondeos no vieron llegar eso.

¿Qué tan dividido tiene Sarkozy al electorado conservador? ¿Esa división lo perjudicará?

El electorado conservador no está dividido: respalda a Sarkozy desde el comienzo. El centro (9% en la primera vuelta) y la extrema derecha (18% en la primera vuelta) sí están divididos: una minoría de centristas pro Bayrou votará por Hollande y otros, la mayoría, por Sarkozy. Al final, votos de la extrema derecha habrá en los dos campos. La incógnita es saber en qué proporción.

La izquierda sola no podrá elegir a Hollande. ¿Cuáles son sus alternativas?

En la primera vuelta toda la izquierda (socialistas, extrema izquierda y verdes) sumaron 43.9%. En cambio, toda la derecha, incluyendo el FN,  sumó 56,1 % de los votos. La izquierda espera ganar con el voto de una parte de los centristas y de la extrema derecha, pero las bases de esas formaciones temen el regreso de los socialistas al poder pues Hollande  propone las viejas recetas del falso Estado “de bienestar” que llevó a la pobreza, a la inseguridad y a la crisis estructural a España, Portugal, Grecia, Reino Unido e Italia.

Francia no ha padecido tan profundamente la crisis de la UE pero no está a salvo. ¿A quién debe elegir el electorado para no caer en el atolladero en que se encuentra España y Grecia?

Sarkozy  protegió a Francia de la catástrofe con las medidas antipopulares que tomó para reducir el gasto público, la deuda, etc. El mercado financiero no aumenta sus tarifas cuando le presta a Francia, signo de confianza en la seriedad de las medidas tomadas por el gobierno actual. Cuando esos mercados vean que Hollande, si gana, vuelve a la impostura de la dinamización de la economía, no por la vía de la producción y de la innovación, sino por el nombramiento de funcionarios y el aumento de los impuestos a las empresa y a los particulares, esas tarifas subirán y la economía tendrá más dificultades para exportar y competir en el mercado mundial. Y caeremos en los paradigmas que conocen hoy España y los otros países que estaban gobernados por esquemas fallidos.

Si gana Hollande, ¿peligraría la confianza que aseguró Sarkozy con el pacto europeo de austeridad?

Ángela Merkel ha dicho que el nuevo pacto de estabilidad, de enero pasado, concebido por Sarkozy y Merkel y firmado por 25 países, no es renegociable. Ese pacto refuerza la  "regla de oro" para garantizar el retorno al equilibrio presupuestario. Hollande rechaza eso. Contra lo que dice Hollande, ese pacto prevé vías para relanzar las economías. Nadie, en Europa propone hacerlo con las recetas de Hollande. Por ejemplo, Mario Monti, habla de un pacto de crecimiento económico pero por la vía de la flexibilidad del trabajo. Mario Draghi, director de la BCE, también habla de crecimiento y propone reducir el gasto público y no aumentar los impuestos. Eso contradice lo que propone Hollande.

¿Qué alcances tendría un presidente socialista en Francia?

El grito de Hollande “¡Los ricos pagarán!” oculta  su propósito de descargar el peso de su enfoque fiscalista sobre las familias y la clase media. Europa toda está saliendo del socialismo. ¿Francia volverá a eso cuando todo el mundo sabe el precio que se paga? Si Hollande gana puede escoger: o llevar al país a un callejón sin salida o engañar a su electorado y adoptar las orientaciones  de la nueva Europa, que debe ser reformada también pues, por el momento, como dice Sarkozy, agrava la exposición de los países a los excesos de la mundialización. Pero Hollande ha dicho que destruirá lo que hizo Sarkozy.  Su promesa hace reflexionar a mucha gente, y no solo en Francia.

En medio de las propuestas surge la de hacer un Gobierno de Unidad Nacional. ¿Funcionaría este estilo en Francia, que tiene partidos tan consolidados?

Nadie propone eso. Sarkozy hizo una apertura a la izquierda y nombró dos o tres ministros que venían del socialismo en los primeros años de su mandato. Eso no fue de gran utilidad. Un gobierno de unidad nacional es otra cosa: responde a un programa que es una mezcla de orientaciones. Y los ministros vienen de los partidos que integran esa “unidad nacional”. En general, eso es improductivo. Esa diversidad de enfoques paraliza. Ese tipo de gobierno es adoptado cuando el país está abocado a una catástrofe histórica, invasión extranjera, etc. 

En marzo, una demostración de fuerza de Nicolas Sarkozy en un mitin en Villepinte, le dio al Presidente el primer lugar de favorabilidad en los sondeos de los electores. Su conducta en el debate del miércoles (calificada por muchos de agresiva y contundente) ante su contendor François Hollande, podría surtir el mismo efecto en las urnas este domingo?

Esa es la gran pregunta. En ese debate ellos no tuvieron tiempo para discutir dos puntos claves, donde la obra del gobierno también fue exitosa: la seguridad y la política exterior. Hollande  estuvo muy agresivo. Interrumpía a su rival para que el mensaje de éste no pasara. En Francia eso es prueba de debilidad. ¿Cuál será la reacción de los electores? Lo sabremos  en la noche del domingo próximo. Hasta hoy hay una franja de indecisos del 15% de los electores inscritos.

Estas semanas de campaña también han sido de ataques de la izquierda contra Sarkozy. ¿Qué ha motivado esos ataques?

Nicolas Sarkozy ha sido atacado de manera injusta, extraordinaria, por la izquierda desde antes de ser elegido en 2008. Hasta insultos racistas utilizan. Ningún otro presidente ha sido objeto de ese tratamiento en ninguna otra época. Pues Sarkozy se atrevió a cuestionar  las bases ideológicas de la izquierda y no se dejó impresionar por las minorías cuando éstas tomaban las calles para exigir el cese de las reformas. En realidad, Sarkozy hizo una obra de gobierno descomunal. Alain Minc, economista e intelectual de renombre, dijo en 2010: “En tres años, Sarkozy ha hecho más que Giscard en siete años y más que  Chirac  en doce años”.

¿Cree que la reelección es conveniente para el capital político de Sarkozy?

La reelección de Sarkozy es fundamental para continuar las reformas estructurales del país. Es la única vía para preservar el modelo social de Francia, el más avanzado del mundo. Pero éste puede ser demolido. Si en lugar de hacer que la gente trabaje hasta los 62 años, como logró hacerlo Sarkozy con la reforma de las pensiones, en razón del aumento de la longevidad de la población, y se ofrecen jubilaciones plenas a los 60 años y 41 años de cotización, como quiere Hollande, el sistema todo de pensiones se derrumba. Hollande quiere  impedir, además, que la burocracia sea reducida (hoy se está logrando eso pues Sarkozy decidió crear sólo un puesto tras el retiro por jubilación de dos funcionarios. Hollande, además, quiere nombrar 60 000 nuevos funcionarios en educación y mil funcionarios nuevos por año en la policía y en la justicia y reducir al mismo tiempo los efectivos de salud,  defensa y ecología.  Nada de eso es sostenible.


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