sábado, 26 de mayo de 2012

CARLOS R. ALVARADO GRIMÁN, EL LIBERALISMO DEL SIGLO XXI, TIEMPO VERTICAL

“Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” Benito Juárez
En el libro “Sobre la Libertad” John Stuart Mill, lanza la tesis sobre las libertades individuales que hoy por hoy son banderas fundamentales que sustentan el liberalismo mundial como lo son: La libertad de conciencia, de expresión, de opinión y de acción. Stuart Mill sentenció que “todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual sea el nombre que se le dé, es despotismo”

En Latinoamérica desde niños nos inculcan una serie de ideas y valores acerca de nuestra sociedad, que a la postre terminan moldeando nuestro comportamiento o tendencia política. El por qué de los desposeídos, los marginados y la falsa premisa que reza que todas las desgracias humanas emanan de seres perversos, ricos, burgueses u oligarcas que privan de oportunidades a las grandes mayorías. Es el concepto de la total irresponsabilidad individual y la negación del papel que juegan los sujetos en la construcción de sus propias realidades.

En las novelas latinoamericanas los ricos son representados por seres malignos y crueles, por el contrario los pobres encarnan a individuos dechados de virtudes, sin manchas, víctimas pasivas de los ricos. Según estos argumentos, los ricos no tienen virtudes, mientras los pobres no tienen defectos.

Eduardo Galeano en su libro Las Venas Abiertas de América Latina, nos habla del despojo que hizo Europa de nuestras riquezas, atribuyendo a esto la razón por la cual, no logramos salir del subdesarrollo, obviando que la historia de la humanidad está plena de choques de civilizaciones que han contribuido al progreso cultural y económico de los pueblos. Galeano concluye como siempre en la misma retahíla de historietas socialistas, donde la humanidad toda es culpable de nuestros males, desgracias y carencias, pero nunca nosotros mismos.

En el socialismo han sido unos verdaderos maestros en fomentar la autocompasión y el resentimiento social, como una vía para controlar y esclavizar a los pueblos, vulnerar derechos individuales en pro de un supuesto “bien común” que en la práctica nunca se materializa, sino que por el contrario sus políticas igualitaristas, son generadoras de mayor pobreza y destruye el derecho a la propiedad privada, como una vía para arrebatarles a los ciudadanos sus libertades fundamentales.

El socialismo fracasa porque lejos de promover el desarrollo del individuo lo castra, dando paso a formas de gobiernos populistas y proteccionista, perpetuando los males de nuestras sociedades. El afán controlador del Estado todo poderoso que todo lo coordina, centraliza y “organiza” a través de la coacción y el aplastamiento de toda iniciativa humana, anula la creación individual y conduce rápidamente a los países al desabastecimiento y a la ruina económica.

Latinoamérica debe despertar, las condiciones parecen dadas para que iniciemos un camino cierto hacia una sociedad mucho más abierta, un sistema económico político y social donde impere la libertad y el individuo sea el protagonista en la construcción de su propio futuro: El liberalismo del siglo XXI.

aserne2004@gmail.com 

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