Definitivamente
el mundo perdió la razón por completo. Todo lo que viene ocurriendo así lo
indica sin ambages. El cambio climático, las guerras, la droga, el terrorismo,
la subversión, la violación de los derechos, la violencia por donde quieran, en
el fútbol, en las corporaciones públicas, en las calles, en los hogares, en los
colegios, en las ciudades, en los campos, en la política, por cualquier lado y
Venezuela no es la excepción.
Las
masacres de antes y ahora en la mayor porción de la geografía terrestre, los
secuestros, las constantes discriminaciones y xenofobias, los crímenes, la
brutalidad sin límite, hacen parte del tenebroso panorama de un mundo que cada
día se torna más descaminado en su propia estructura social.
Una
alteración total de los valores que siempre fueron parte fundamental de nuestra
sociedad venezolana, nos ha llevado a una descomposición que rebaza los límites
de lo concebible, cuyo desbordamiento tiene que taponarse con políticas
sociales para una humanidad que va camino de su autodestrucción a pasos
agigantados.
El
hambre y la desnutrición en la tierra ya no importan a este gobierno hoy
dedicado a la compra de armas de destrucción masiva, cuando pueblos enteros
mueren sin necesidad del empleo de estas, por extenuación e inanición.
Desde
los países más desarrollados hasta los tercermundistas están sufriendo este
flagelo por igual, los unos debajo de puentes y en calles, los otros en la
polvorienta sequedad de sus improductivas tierras.
La
producción y consumo de drogas, acribillando la integridad mental y física de
sus consumidores con sus miles de muertos, es de tal magnitud, que solo con
firmes políticas públicas internacionales de salud se podrá soliviantar su
gravedad.
Venezuela
sufre un resquebrajamiento de sus políticas de seguridad pública, y los
atentados contra las fuerzas del orden y la población civil atropellan la
sociedad nuevamente, demostrando que algo de fondo está fallando en los
esquemas de la inteligencia y la estrategia para combatir la ilegalidad.
Las
lluvias cuando llegan han venido agravando la situación de muchos compatriotas
que lo han perdido todo especialmente en Vargas, Sur del Lago de Maracaibo y
varias regiones de los Andes y Anzoátegui. El desplazamiento humano de los
campos rurales a los centros urbanos viene generando un gravísimo problema de
desempleo, crecimiento de la economía informal, de inseguridad, que debe
palearse mediante políticas de retorno hacia el campo apoyadas mediante la
implementación de proyectos productivos.
El
Comandante que tanto proclama su amor a los pobres, debería encontrar la ruta y
mostrarla al país que confía en él para resolver su problemática a todos los
niveles. Su visión y capacidad le permiten señalar los senderos del progresismo
social para el pueblo venezolano más humilde y sumido en la miseria que lo
tiene en un altísimo grado de aceptabilidad.
Una
sociedad descarriada, requiere de puntos de referencia humana que la guíen al
reencuentro de lo perdido, la conduzcan por los senderos del desarrollo, la
seguridad, la paz, la reconciliación y el perfeccionamiento de las condiciones
de vida de sus integrantes.
Nuestra
sociedad venezolana se encuentra
extraviada y se escudriñan rastreadores que la rescaten y encaminen hacia el
logro de superiores estándares de vida para todos los seres humanos.
¡Convirtámonos entonces en guías para mejorar el mundo y a nuestra Venezuela!
britozenair@gmail.com
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