El anuncio del Presidente de crear un fondo nacional de prestaciones para
los ahorros de trabajadores públicos y privados, generó incertidumbre... como
no... ¡A correr se ha dicho!
Supóngase que usted tiene unos apartados para su vejez, digamos una
cuentita de ahorros, o algo bajo el colchón, y viene alguien y a lo macho se lo
quita, dizque para administrárselos mejor, dizque en consideración de sus
mejores intereses ... ¿no constituye eso acaso, para todos los fines prácticos,
un "¡Manos arriba esto es un atraco!"?
Y si además quienes les quitan sus recursos se encuentran entre los
últimos a quienes ustedes voluntariamente les entregarían la administración de
sus ahorros; por cuanto son los mismos que en pocos años les volaron la más
grande de las bonanzas de resultas petroleras, sin dejarles nada, excepto
deudas... ¿no se le aplicaría a ese atraco lo del dolo planificado, la maldad
intencional y todos los demás agravantes legales imaginables que puedan
existir?
Yo no tengo idea si esta propuesta finalmente prosperará o no; da la
impresión que algunos ejecutores ya le tienen miedo al cuero, con razón; pero
sólo el hecho que esa idea pueda surgir, en un país donde el gobierno ya maneja
más del 95 por ciento de los ingresos de exportación, de nuevo nos indica estar
en la presencia de un serio tumor mental... una maligna estatitis aguda que
hace metástasis en todo rincón de nuestro país.
No obstante, oponerse a lo anterior, tampoco tiene mayor significado, por
cuanto al final todos los huevos de nuestro país, tanto públicos como privados,
se encuentran de facto metidos en la única cesta del Estado, la cual, en su
turno, se encuentra metida en la cesta del petróleo.
Por supuesto, siempre es mejor que alguien cuidadoso y racional cargue la
cesta del Estado, pero igualmente, tarde o temprano, aun a éste esa cesta se le
va a caer, y romperse los huevos... eso es, si no es que antes se nos cae la
cesta del petróleo.
Un programa de misiones, como las que plantea Henrique Capriles, que
buscará cimentarse sobre la no discriminación, resulta inmensamente mejor que
unas misiones construidas con la clara misión de ser armas de discriminación
política.
No obstante, por enésima vez, a la hora de la verdad, los problemas de
Venezuela para nada se resuelven con misiones, todo lo contrario. Los
venezolanos, para salir de nuestro subdesarrollo mental, y de nuestro estado
general de sumisión ante el cacique o el papito de turno, requerimos dejar de
ser unos misionados obedientes de las enseñanzas de los misioneros de turno, y
convertirnos en unos ciudadanos autónomamente responsables.
Y por supuesto, como siempre, al referirme a misiones, me refiero a todas
ellas, inclusive a la misión gasolina-regalada, misión
puesto-de-empleo-público-no-necesario, y a las varias misiones
Cadivi-dólares-baratos.
En tal sentido, le ruego a Henrique Capriles, que en lugar de darle rango
legal a las misiones, nos ayude a darle rango legal a que las resultas
petroleras de verdad le pertenezcan a los ciudadanos y no a los misioneros de
turno... o sea que cada venezolano tenga el derecho de recibir su huevo, para
así poder aprender a cargar su propio huevo, en su propia cesta.
Gobernantes venezolanos, déjense de cuidar a los venezolanos como si
fuesen unos indefensos animales domésticos a los cuales tienen que asegurarles
todo. Eso sí, ayúdenles a recuperar las calles que el hampa les robó, para que
así de nuevo puedan caminar tranquilos, en su propio país.
perkurowski@gmail.com
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