Fallece Juan Vicente Gómez, a decir de sus seguidores
prematuramente, el 17 de diciembre de 1935 en la céntrica ciudad venezolana de
Maracay, a la edad de 78 años, luego de dirigir los destinos de Venezuela por
27 años. “El benemérito”, como sus acólitos le llamaban lisonjeramente, rigió y
desgobernó a la tierra de Bolívar como si esta fuese una finca de su propiedad.
Existió durante su tiempo, como actualmente también, una constitución, tres
poderes públicos, una institución electoral, el ejército de la revolución
liberal restauradora, las fuerzas vivas de la nación, los intelectuales del
país, jerarcas eclesiásticos, una nación amiga y los derechos humanos
comprometidos.
Quienes no conformaban tales grupos auspiciadores sin condición
de la permanencia en el poder del “taita” Gómez, entonces eran calificados de
revoltosos, perturbadores del orden público, o personas a quienes meter en
cintura. Con otras nomenclaturas lingüísticas, nombres de igual intención
descalificadora como majunches, mariquitos, escuálidos, conspiradores
utilizados para referirse a los opositores venezolanos, Chávez Frías hace causa
común con el hijo de La Mulera y emulando sus procedimientos a través del
beneplácito de jueces fútiles, los antagonistas van a parar a la fortaleza de
la Rotunda capitalina, Helicoide caraqueño, Castillo de Puerto Cabello, la
cárcel de Ramo Verde, o simplemente engrosarán las estadísticas de muertes en
manos del hampa común, como política de estado. Los nombres cambian y el siglo
también; sin duda regresa la utilización de las espadas.
Al fallecer Gómez, Eleazar López Contreras por decisión del
gabinete ejecutivo asume la presidencia para finalizar el período –1931-1938–
constitucional. La designación de López Contreras no fue del agrado de la
familia Gómez, quienes consideraron que Venezuela solo podía ser dirigida por
el gomecismo. Juan Gómez, hermano del extinto gobernante, en un macabro periplo
que lo lleva a Caracas en busca del designado jefe del gobierno nacional para
darle muerte y decretar la dinastía Gómez, enfrenta al gobernador Félix
Galavis, jefe político y militar de la guarnición de Caracas. En la refriega el
visitante no deseado muere.
La anunciada enfermedad cancerígena del presidente Hugo Chávez y
los constantes viajes a la isla de Cuba, desde donde se hace presente en
Venezuela por cortos espacios de tiempo, hace vislumbrar en sus seguidores la
ausencia definitiva del mandatario por muerte o la inhabilitación por
incapacidad política. De allí que sectores chavistas piensen tomar acción para
evitar que la continuidad del hilo constitucional los ponga al margen del
poder.
Es un secreto a voces el establecimiento de un plan contentivo de
opciones. En conciliábulos reúnen a las cúpulas regionales y les indican la
estrategia a seguir en cuatro posibles instancias. Ninguna iniciativa parte de
una acción política con un candidato en buenas condiciones de salud. El
autogolpe es para muchos la acción que permite un estado policial que someta la
disidencia. Sin embargo para otros dirigentes rojos se debe continuar la
relación de mando con la actual fachada democrática. Es en este empuje donde se
contempla llegar a las elecciones con Chávez en su condición de candidato, el
proceso de escogencia con un aspirante diferente por el cáncer que sufre el
barinés y la suspensión de las votaciones con cualquier excusa.
Los estrategas expositores de tales iniciativas plasman que la
operación de las mismas debe ser implementada con asechanzas e incomunicación
por mañosos expedientes penales, perturbaciones del orden público, acciones de
calles y huelgas, de manera inmediata en los estados donde existan gobernadores
de la oposición. Buscan establecer un estado de zozobra de ulteriores
consecuencias.
Tal como están las cosas Diosdado Cabello continúa con el
respaldo de los militares del régimen y están dispuestos a realizar acciones
que los atornillen en Miraflores. Maduro y Jaua luchan junto a los cubanos para
lograr que el mandatario no le dé el VB a la iniciativa de Cabello y acepte
continuar con el hilo constitucional de ser una realidad su distanciamiento del
poder.
Ante tales perspectivas, debemos apelar al ala institucional de
las Fuerzas Armadas la cual es mayoría para garantizar la paz y el orden ante
un trance. Las iniciáticas políticas son el reflejo de la realidad civil, pero
ante la existencia de un considerable parque de armas en poder de grupos para
militares, son los miembros de FANB quienes en realidad pueden evitar el caos.
No es con la sangre del pueblo que vamos a lavarle la cara a la continuidad
dictatorial. Es con las armas de la república y los votos que evitaremos se
derrame ese caudal de vida que tanto la patria necesita.
Director de Venenoticias.
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