domingo, 29 de abril de 2012

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ECONOMÍA, EDUCACIÓN Y DESARROLLO, (OCTAVA ENTREGA)

El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), estimó para el año 2010 la existencia de aproximadamente 17 millones de empresas formales en América Latina y el Caribe;  de las cuales, más del 90% eran micro, pequeñas y medianas empresas que aportaban entre el 35 y el 50% del empleo total. En el mismo tenor y año, la Fundación  para el Desarrollo Sustentable (FUNDES) señaló mediante los resultados de un estudio inédito, que en América Latina existían cerca de 18 millones de empresas, de las cuales 16,6 millones eran microempresas, 716 mil eran empresas pequeñas  y 145 mil eran empresas medianas; o lo que es lo mismo, el 97,8% de las empresas de la región eran micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMEs), que aportaban  el 69,6% de los puestos de trabajo (72,3 millones)  de un total de 99 millones de puestos de trabajo.

En el contexto de ese estudio, FUNDES estimó para Venezuela (2010) la existencia de 2.904.589 MIPYMEs formales, de ese gran total 2.898.280 (99,8%) eran microempresas, 4.141 pequeñas, y 1.577 medianas; las cuales aportaban 4.089.353 puestos de trabajo, y donde las micro contribuían con 3.973.502 puestos, es decir el 97,2% del total.

En Venezuela año 2012, tal como lo señalamos con anterioridad, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la Población Ocupada se situó en 12.390.268 personas; cifra a la cual las MIPYMEs aportan el 73% del total nacional de puestos de trabajo, escenario donde  las MIPYMEs formales  contribuían con el 58,7% (7.271.657 trabajadores), siendo oportuno destacar  que el 46% de ellos  percibe salario mínimo y un 21,04% (2.607.369 trabajadores) se encuentra ocupado en el Sector Público; mientras que por su parte, las MIPYMEs informales contribuían con el 41,3% (5.118.611 trabajadores).

Es posible establecer, como una aproximación analítica, que si restamos a la Población Ocupada en las MIPYMEs formales (POF) aquellos que se encuentran trabajando en el Sector Público (2.607.369), dicha cifra de POF pudiéramos “ajustarla atrevidamente” hasta situarla en 4.664.288 trabajadores; lo cual arrojaría una “nueva estructura ocupacional por sectores”, donde el sector formal representaría un 47,7% y el informal un 52,3%.

En lo específico de la realidad del sector informal (año 2012), los ocupados se distribuían según las siguientes categorías ocupacionales: Trabajadores por cuenta propia no profesionales (3.497.895), equivalente al 68,3% del sector informal (SI) y al 28,2% del total general de población ocupada (PO); Patrones y empleadores (337.910), equivalente al 6,6% del SI, y al 2,7% de la PO; Empleados y obreros (1.210.015), incluido el Servicio Doméstico que no se considera como trabajador por cuenta propia, equivalente al 18,6% del SI, y al 9,8% de la PO; Ayudantes familiares no remunerados (72.791), equivalente al 1,4% del SI,  y al 0,6% de la PO.

Como bien puede inferirse de las cifras anteriores, en la estructura económica de Venezuela la informalidad ( con su implícita capacidad empresarial y emprendedora) representa una válida alternativa ocupacional (transitoria o permanente) para un importante porcentaje de la población económicamente activa (PEA), y muy especialmente para aquel cuerpo laboral que, en su crecimiento natural anual, intenta, en primera opción incorporarse (no siempre con éxito) al mercado laboral, en procura de obtener un empleo o emprendimiento bien remunerado en el sector formal de la economía, donde, y como ya hemos mencionado, las MIPYMEs representan la oportunidad más concreta. Ese “deseo ocupacional” puede desvanecerse en el tiempo, habida cuenta que en la Venezuela de estos días, la tasa de expansión y crecimiento del sector formal (cargado de incertidumbre e inseguridad) no permite, por una parte, ofrecer plazas suficientes para cubrir la demanda; y por otra parte, dicho sector no facilita, a quienes aspiran laborar con independencia (no quieren emplearse o tener un “jefe”) los medios para formalizar su capacidad emprendedora; hecho que ha inducido que para marzo 2012, cerca del 50% de la fuerza de trabajo  se ubica entre la informalidad y el desempleo.
Es de suma relevancia resaltar, que con el transcurrir del tiempo dentro de la informalidad, una gran mayoría de los ocupados ya no se sienten animados a buscar empleo en empresas formales, en razón a que tienen en promedio más de 8 años  en tal situación, trabajando una jornada de 7 horas (o más); tiempo durante el cual han asimilado experiencia, habilidades, competencias, y sobre todo un espíritu de libertad laboral que los estimula hacia el emprendimiento.

La capacidad emprendedora del venezolano dentro de la informalidad, se dirige fundamentalmente hacia las áreas siguientes: textil, nuevas tecnologías, servicios profesionales (economistas, abogados, ingenieros, contadores, administradores, etc.), mecánica automotriz, aparatos electrodomésticos, artesanía, plomería, gastronomía, carpintería, electricidad, artes gráficas, construcción, turismo y recreación, entre otras;  con la particularidad que casi en su totalidad son microempresas informales ya que emplean menos de 4 personas.

Resulta de Perogrullo sostener, que esos 6 millones de venezolanos que se localizan en el sector no estructurado de la economía, constituyen, si se les brinda un escenario apropiado dentro del marco de una economía social de mercado,  una potencial energía laboral que se puede canalizar mediante la formalización socio-económica del sector;  a la luz de la definición e instrumentación de Políticas Públicas vinculadas con la “ Venezuela emprendedora que aspiramos”, encaminadas al fomento de la formalidad laboral, que incluyan entre otras acciones, el incentivo al emprendimiento, la oportunidad crediticia, el apoyo a las organizaciones tipo clúster, y más; todo ello para propiciar mediante consenso, un escenario de armonía complementaria en aras de obtener economía de escala por medio de la integración y cooperación interempresarial (conservando cada una su identidad), con el consecuente efecto sobre el incremento de la productividad media del trabajo (la cual se eleva al crecer el tamaño de la empresa),  la generación de empleo, y el crecimiento económico impulsado por la inversión pública, privada, nacional y extranjera, en deliberado enfrentamiento con el rentismo y la utilización del gasto público como mecanismo para intentar superar la pobreza de ingresos ¡¡¡ sin actuar paralelamente en el control de la inflación!!!, ni procurar una digna calidad de vida, que facilite la movilidad social.

Sin duda alguna, que en la visualización de esa formalidad ocupacional, y dado que la micro y pequeña empresa  en mucho participan los estratos sociales E y D, la educación ha de desempeñar un rol de elevada transversalidad, ante la cruda debilidad que representa que aproximadamente un 75% de nuestra Población Económicamente Activa no cuenta con bachillerato completo; con el agravante que consideran “concluida” su escolaridad antes de alcanzarlo.

Finalizamos haciendo mención de una información divulgada por la Agencia Venezolana de Noticias, de fecha 29/03/2012, donde se señala que el Plan Nacional Simón Bolívar 2013-2019 contendrá el desarrollo del modelo pro-socialista; que en materia económica hará un esfuerzo por salir del modelo monoproductor petrolero rentístico (sic), y propiciarán el establecimiento de un modelo post-rentista y post-capitalista (sic).

De nuestra parte, y en relación con  esa noticia, debemos resaltar, que el contenido no superó (como es costumbre) la simple barrera enunciativa.

Ec. Jesús Alexis González
28/04/2012
observatorio2012@gmail.com

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