El Sistema
Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), estimó para el año 2010 la
existencia de aproximadamente 17 millones de empresas formales en América
Latina y el Caribe; de las cuales, más
del 90% eran micro, pequeñas y medianas empresas que aportaban entre el 35 y el
50% del empleo total. En el mismo tenor y año, la Fundación para el Desarrollo Sustentable (FUNDES)
señaló mediante los resultados de un estudio inédito, que en América Latina
existían cerca de 18 millones de empresas, de las cuales 16,6 millones eran
microempresas, 716 mil eran empresas pequeñas
y 145 mil eran empresas medianas; o lo que es lo mismo, el 97,8% de las
empresas de la región eran micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMEs), que
aportaban el 69,6% de los puestos de
trabajo (72,3 millones) de un total de 99
millones de puestos de trabajo.
En el
contexto de ese estudio, FUNDES estimó para Venezuela (2010) la existencia de
2.904.589 MIPYMEs formales, de ese gran total 2.898.280 (99,8%) eran
microempresas, 4.141 pequeñas, y 1.577 medianas; las cuales aportaban 4.089.353
puestos de trabajo, y donde las micro contribuían con 3.973.502 puestos, es
decir el 97,2% del total.
En Venezuela
año 2012, tal como lo señalamos con anterioridad, según cifras del Instituto
Nacional de Estadísticas (INE), la Población Ocupada se situó en 12.390.268
personas; cifra a la cual las MIPYMEs aportan el 73% del total nacional de
puestos de trabajo, escenario donde las
MIPYMEs formales contribuían con el
58,7% (7.271.657 trabajadores), siendo oportuno destacar que el 46% de ellos percibe salario mínimo y un 21,04% (2.607.369
trabajadores) se encuentra ocupado en el Sector Público; mientras que por su
parte, las MIPYMEs informales contribuían con el 41,3% (5.118.611
trabajadores).
Es posible
establecer, como una aproximación analítica, que si restamos a la Población
Ocupada en las MIPYMEs formales (POF) aquellos que se encuentran trabajando en
el Sector Público (2.607.369), dicha cifra de POF pudiéramos “ajustarla
atrevidamente” hasta situarla en 4.664.288 trabajadores; lo cual arrojaría una
“nueva estructura ocupacional por sectores”, donde el sector formal representaría
un 47,7% y el informal un 52,3%.
En lo
específico de la realidad del sector informal (año 2012), los ocupados se
distribuían según las siguientes categorías ocupacionales: Trabajadores por
cuenta propia no profesionales (3.497.895), equivalente al 68,3% del sector
informal (SI) y al 28,2% del total general de población ocupada (PO); Patrones
y empleadores (337.910), equivalente al 6,6% del SI, y al 2,7% de la PO;
Empleados y obreros (1.210.015), incluido el Servicio Doméstico que no se
considera como trabajador por cuenta propia, equivalente al 18,6% del SI, y al
9,8% de la PO; Ayudantes familiares no remunerados (72.791), equivalente al
1,4% del SI, y al 0,6% de la PO.
Como bien
puede inferirse de las cifras anteriores, en la estructura económica de
Venezuela la informalidad ( con su implícita capacidad empresarial y
emprendedora) representa una válida alternativa ocupacional (transitoria o
permanente) para un importante porcentaje de la población económicamente activa
(PEA), y muy especialmente para aquel cuerpo laboral que, en su crecimiento
natural anual, intenta, en primera opción incorporarse (no siempre con éxito)
al mercado laboral, en procura de obtener un empleo o emprendimiento bien
remunerado en el sector formal de la economía, donde, y como ya hemos
mencionado, las MIPYMEs representan la oportunidad más concreta. Ese “deseo
ocupacional” puede desvanecerse en el tiempo, habida cuenta que en la Venezuela
de estos días, la tasa de expansión y crecimiento del sector formal (cargado de
incertidumbre e inseguridad) no permite, por una parte, ofrecer plazas
suficientes para cubrir la demanda; y por otra parte, dicho sector no facilita,
a quienes aspiran laborar con independencia (no quieren emplearse o tener un
“jefe”) los medios para formalizar su capacidad emprendedora; hecho que ha
inducido que para marzo 2012, cerca del 50% de la fuerza de trabajo se ubica entre la informalidad y el
desempleo.
Es de suma
relevancia resaltar, que con el transcurrir del tiempo dentro de la
informalidad, una gran mayoría de los ocupados ya no se sienten animados a
buscar empleo en empresas formales, en razón a que tienen en promedio más de 8
años en tal situación, trabajando una
jornada de 7 horas (o más); tiempo durante el cual han asimilado experiencia,
habilidades, competencias, y sobre todo un espíritu de libertad laboral que los
estimula hacia el emprendimiento.
La capacidad
emprendedora del venezolano dentro de la informalidad, se dirige
fundamentalmente hacia las áreas siguientes: textil, nuevas tecnologías,
servicios profesionales (economistas, abogados, ingenieros, contadores,
administradores, etc.), mecánica automotriz, aparatos electrodomésticos,
artesanía, plomería, gastronomía, carpintería, electricidad, artes gráficas,
construcción, turismo y recreación, entre otras; con la particularidad que casi en su
totalidad son microempresas informales ya que emplean menos de 4 personas.
Resulta de
Perogrullo sostener, que esos 6 millones de venezolanos que se localizan en el
sector no estructurado de la economía, constituyen, si se les brinda un
escenario apropiado dentro del marco de una economía social de mercado, una potencial energía laboral que se puede
canalizar mediante la formalización socio-económica del sector; a la luz de la definición e instrumentación
de Políticas Públicas vinculadas con la “ Venezuela emprendedora que
aspiramos”, encaminadas al fomento de la formalidad laboral, que incluyan entre
otras acciones, el incentivo al emprendimiento, la oportunidad crediticia, el
apoyo a las organizaciones tipo clúster, y más; todo ello para propiciar
mediante consenso, un escenario de armonía complementaria en aras de obtener
economía de escala por medio de la integración y cooperación interempresarial
(conservando cada una su identidad), con el consecuente efecto sobre el
incremento de la productividad media del trabajo (la cual se eleva al crecer el
tamaño de la empresa), la generación de
empleo, y el crecimiento económico impulsado por la inversión pública, privada,
nacional y extranjera, en deliberado enfrentamiento con el rentismo y la
utilización del gasto público como mecanismo para intentar superar la pobreza
de ingresos ¡¡¡ sin actuar paralelamente en el control de la inflación!!!, ni
procurar una digna calidad de vida, que facilite la movilidad social.
Sin duda
alguna, que en la visualización de esa formalidad ocupacional, y dado que la
micro y pequeña empresa en mucho
participan los estratos sociales E y D, la educación ha de desempeñar un rol de
elevada transversalidad, ante la cruda debilidad que representa que
aproximadamente un 75% de nuestra Población Económicamente Activa no cuenta con
bachillerato completo; con el agravante que consideran “concluida” su
escolaridad antes de alcanzarlo.
Finalizamos
haciendo mención de una información divulgada por la Agencia Venezolana de
Noticias, de fecha 29/03/2012, donde se señala que el Plan Nacional Simón
Bolívar 2013-2019 contendrá el desarrollo del modelo pro-socialista; que en
materia económica hará un esfuerzo por salir del modelo monoproductor petrolero
rentístico (sic), y propiciarán el establecimiento de un modelo post-rentista y
post-capitalista (sic).
De nuestra
parte, y en relación con esa noticia,
debemos resaltar, que el contenido no superó (como es costumbre) la simple
barrera enunciativa.
Ec. Jesús
Alexis González
28/04/2012
observatorio2012@gmail.com
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