lunes, 9 de abril de 2012

DIEGO J. GONZÁLEZ CRUZ / SUBSIDIO A LA GASOLINA: PARADIGMAS.

Cambiar los paradigmas que hay sobre el petróleo en el nuevo gobierno democrático que vendrá

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DIEGO J. GONZÁLEZ CRUZ |  EL UNIVERSAL
lunes 2 de abril de 2012  12:00 AM
En el taller del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA, asistimos a una charla del Dr. Alan Gelp del Center for Global Development. Intervinieron, por el IESA, Francisco Monaldi (h) y Pedro Rodríguez Sosa sobre el tema de la distribución de la renta petrolera. El Dr. Gelp enfatizó en que la clave está en convertir el capital natural (los recursos) en capital productivo (riqueza), y llevarlo de allí a capital intangible (conocimiento, instituciones y gobernabilidad). Destacó que 23 países tienen fondos de estabilización y/o ahorros, de los cuales 14 son productores de petróleo; y que su éxito o fracaso es esencialmente político. 

El padre Luis Ugalde, asistente, dijo: ... todo lo que gira alrededor del subsidio a la gasolina es mental... Avalo esta afirmación, y agrego que, más que mental, todo lo que gira alrededor del petróleo en el país, en especial el tema de la propiedad de la renta -quién se la apropia y cómo se distribuye- constituyen paradigmas usados por las elites políticas desde siempre. Consideran que subsidiar los energéticos es una forma de distribuir la renta. 

Son cuatro los paradigmas: 1) El petróleo es Soberanía. Pregunto: ¿acaso no son soberanos los 30 países más importantes del mundo en desarrollo humano, económico y calidad de vida?; 2) El petróleo es Estratégico: en los 30 países más importantes del mundo, ¿qué es estratégico?; 3) El petróleo es Independencia. ¿No son independientes Australia, Canadá, Colombia, Brasil, Chile, Noruega y el Reino Unido?; y 4) Las empresas de petróleo y gas natural son Básicas. Pregunto: ¿en cuáles países del Primer Mundo existen empresas básicas? 

Con estos paradigmas, las elites políticas -concibiendo que el petróleo es Soberanía, es Estratégico, es Independencia y es Empresa Básica- decidieron que el Estado tiene que manejarlo, porque los empresarios venezolanos, y menos los extranjeros, no son de fiar. 

Si modificamos estos paradigmas podremos concluir que si no hay Estado empresario, no hay apropiación burocrática de la renta (regalías y dividendos). El Estado solo debe vivir de los impuestos que produzcan sus ciudadanos y las empresas que exploten los recursos de hidrocarburos. Si no hay Estado empresario, que se cree el dueño del recurso, las regalías y dividendos de la industria irán directamente a sus accionistas, los ciudadanos, no al "hueco fiscal".

Ahora, trataremos de desmontar el mito del subsidio a la gasolina. En 2011, el consumo nacional fue de 124 mil b/d de la gasolina de 91 octanos y 165 mil b/d de la de 95 octanos. En estas cifras no aparece la creciente importación de gasolina de Estados Unidos. Por otra parte, hay que recordar que Ramón Espinasa insiste en que el consumo es mucho mayor, pues las cifras arriba señaladas no incluyen el contrabando de extracción. 

Nueve entidades: Zulia, Miranda, Carabobo, Anzoátegui, Táchira, Lara, Dto. Capital, Bolívar y Aragua consumen 67,3% de la gasolina. Para efectos de políticas públicas, podría comenzarse una campaña sobre el tema haciendo énfasis en dichos estados, y, por qué no, iniciar los cambios en las otras 15 entidades que se verían menos impactadas. 

En términos de precios, un barril de gasolina venezolana de 95 octanos, al cambio de 4,3 Bs/US$, se vende a 3,51 US$/barril, mientras en EEUU se cotiza en 156,3 US$/barril. Para alcanzar el precio meta, el litro tendría que irse elevando en el tiempo. Al cambio oficial hay que pasar de 0,097 a un máximo de 4,3 Bs/litro. Un salto cuántico, aunque no muy alto si lo comparamos con el precio de países productores como Brasil, 7,75 Bs/litro; o Colombia, 5.69 Bs/litro. En esas naciones no están presentes los paradigmas arriba citados. 

Podría dejarse el precio de la de 91 octanos, mientras van ajustándose los precios de la de 95 octanos. Los taxis que utilicen la de 95 octanos podrían recibir un trato especial que habrá que definir. Importante para el ciudadano sería conocer cuál va a ser el destino final de esos aumentos en el precio de la gasolina. Ese dinero no podría ir a la corrupción, ni al "hueco fiscal". 

Cuando cambien los paradigmas y tengamos cientos de productores y refinadores independientes, que vendan sus productos a miles de distribuidores en sus estaciones de servicio, con sus propios precios, se resolverá definitivamente el derroche de los subsidios a los energéticos. 

Todo será cuestión de cambiar los paradigmas que hay sobre el petróleo en el nuevo gobierno democrático que vendrá. 




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