martes, 24 de abril de 2012

ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA, APONTE APONTE, LOS VLADIVIDEOS Y LA SUCIA GUERRA DE LOS RUMORES

La mentira es lo absoluto del mal. Víctor Hugo
No es la supuesta muerte del presidente de la república, ni siquiera su grave enfermedad, la veraz y oportuna noticia del momento: es el desenmascaramiento brutal de la tiranía a través de las revelaciones de uno de sus gestores, acechado por la amenaza de muerte que ya acosa a todos los miembros del régimen. Acuciado por el asesinato político de Aguilarte y Moreno a manos de sicarios de la tiranía, se vio obligado a desatar nuestro Vladivideo. No será el último.
            Al más informado, lúcido y destacado periodista venezolano, Nelson Bocaranda, debemos el conocimiento más exacto – si es que cabe – de la suerte y azares del mal que aqueja a nuestro presidente de la República. Siguiendo el más estricto guión del totalitarismo imperante en Cuba, a cuyos brazos ha encomendado su vida, el teniente coronel Hugo Chávez ha blindado todo intersticio informativo que hubiera podido mantener informado al país que supuestamente gobierna sobre el estado real de su enfermedad. Una práctica propia de las peores dictaduras, obligadas a rodear al Supremo  del mayor misterio y hermetismo, de modo a impedir cualquier resquebrajadura de su omnímodo poderío.
            Es lógico: un hombre enfermo muestra trazas de mortalidad, el mal que nos acecha a todos, pero que le está prohibido a los tiranos. La enfermedad no forma parte de los atributos que debe exhibir el Mesías. El hombre fuerte es impermeable no sólo a los avatares de la política, el rechazo o la biología: es inmune a los males que doblegan al hombre común. De allí el horror a la filtración, al conocimiento, a la divulgación de sus debilidades.
            Todo ello explica el secretismo con que se ha manejado el cáncer presidencial, que contrasta con la rápida, científica y suficiente información con que la democracia paraguaya o la brasileña, incluso el régimen kirchnerista argentino, informaran “veraz y oportunamente” del cáncer de sus mandatarios. Es más: sólo este absurdo hecho, el secretismo, demuestra que Venezuela no es una democracia. De allí el favor inconmensurable que le debemos a Nelson Bocaranda por haber logrado traspasar el telón de acero del secretismo cubano. Y así, debilitar la mordaza impuesta desde La Habana.
            Hay un aspecto, no obstante, que es lícito y pertinente subrayar: la vía de la información filtrada y el brutal contraste entre el secretismo y el rumor – información no confirmada oficialmente – coadyuva indirectamente a los fines del Poder: banaliza, trivializa y le resta poder comunicacional a la gravísima información así obtenida. Peor aún: permite que el ciudadano asuma como normal lo que constituye una auténtica aberración, anecdotizando una crisis de proporciones descomunales. Llegados a ese punto, la información obtenida por vías clandestinas u oficiosas puede ser manipulada por la fuente originaria y convertirse en instrumento poderoso de su guerra sucia. En la que los aparatos de inteligencia cubanos, deudores de todos los aparatos de inteligencia del estalinismo soviético, son sin duda los más eficientes del mundo.
            De allí los efectos nocivos del rumor de la supuesta muerte de Hugo Chávez, producido y filtrado desde  La Habana y repicado irresponsablemente por el demoledor poder de la red, usado como eficaz instrumento de distracción ante la noticia  protagonizada simultáneamente por Eladio Aponte Aponte, de un poder de aniquilación tan potente como los vladivideos que empujaron al abismo a la dictadura de Alberto Fujimori.
            La oposición venezolana ha demostrado ser de certidumbres más frágiles que las que blindan la poderosa maquinaria represora del régimen. Suele dejarse manipular por el rumor de manera extremadamente ingenua. Y brincar de un tema a otro de la agenda política según el humor con que se la distraiga desde la maquinaria de guerra sucia del Poder.
            Como en esta ocasión: no es la supuesta muerte del presidente de la república, ni siquiera su grave enfermedad, la veraz y oportuna noticia del momento: es el desenmascaramiento brutal de la tiranía a través de las revelaciones de uno de sus gestores, acechado por la amenaza de muerte que ya acosa a todos los miembros del régimen. Acuciado por el asesinato político de Aguilarte y Moreno a manos de sicarios del oficialismo, se vio obligado a desatar nuestro Vladivideo. No será el último.

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